Obituario

Obituario | Emilio Outeiriño Montero, el amor a la vida

Siempre te recordaremos dinámico, extravertido, contador inigualable de historias, reales o imaginarias, viajero de esos mundos soñados o vividos, que en unos minutos nos describías Caracas como nadie nunca antes. Emilio, que Milucho entre colegas y amigos, nos dejó en estas postrimerías estivales, no como víctima ni de la edad, ni de la pandemia, si no de invalidante enfermedad como si la naturaleza quisiera truncar a quien tanto la amaba.

Emilio era un clásico en Caixa Ourense, de esos de los primeros tiempos o de los segundos, después de esa primera generación fundacional de los años 30. En su cursus vitae pasaría por muchos puestos desde las direcciones de unas cuantas sucursales urbanas a su periplo americano como delegado de la Confederación de Cajas de Ahorro (CECA) en Caracas, Milucho hacía una gran labor por su saber entrar a la gente, a los emigrantes que por aquel entonces enviaban grandes remesas a la Caja orensana y en el más recordado cuando jefe de Extranjero y de la OBS, la obra social donde desarrollaría una actividad si no frenética si casi incansable buscándose como escudero a Camilo Guede. Fue cuando la OBS se relanzó como nunca antes cuando los actos culturales de toda índole tenían como sede desde el salón de actos a los de otras sociedades culturales ourensanas, propiciando tantos eventos. A Emilio se le veía entusiasmado con el aporte cultural que a la ciudad y provincia expandía CaixaOurense. Aunque en pocos años relanzó el sistema y se le veía muy implicado, pronto le tentaría la América tropical. Venezuela era una hucha para la Caixa por la gran cantidad de remesas de emigrantes, y allí, a Caracas, se fue como representante de la CECA. La digamos aventura americana de Milucho se prolongaría por media docena de años.

Aquel Milucho que tantas infancias y juventudes pasaría en Sanabria, en los lares del Dr. Montero, su materno abuelo, de aquellos de maletín y caballo por las aldeas de la contorna, sanando aquí y allá. Recordaba sus muchos veraneos con los pastores por las cercanas Trevincas, alguna noche de dormida al raso con ellos, aprovechaba para contarnos alguna aventura con lobos, que si no real, él se las ingeniaba para hacer que las creyésemos, tarea no difícil para tan excelente narrador.  Para él Sanabria suponía tanto como Galicia, así que invitando un día a unos cuantos más amigos que colegas a visitar sus lugares de infancia y juventud, se explayaba contando sus aventuras por el monte, y siempre nos obsequiaba con unos chorizos sanabreses o unos habones de la comarca.

De aquellas tías que por el dilecto sobrino le tenían, Delia, Jesusa y Mercedes Outeiriño, a las que llamábamos en familia como las del Bazar, más atendidas por él como si hijo fuese, Milucho heredaría la vitalidad y el amor por la vida. Asistente a muchas tertulias del Liceo era de esos de siempre, como socio veterano y fiel lector de la diaria prensa, que no dejaba ni en sus veraneos por Playa América donde habitual verle con La Región o El País, mientras sedente tomaba el sol.

En el curso de la vida le acompañó Tere, la hermana mayor del desaparecido periodista Ramón Luis Acuña, con la que formó una familia. Con sus amigos que pocos no eran, porque él, un generoso que no llegaba a pródigo, se mostraba siempre obsequioso. Como integrante del Foro Corredoira, Milucho era siempre esperado por su interés por todos y la amenidad de sus relatos. Así que si ya se le echaba de menos desde hacía más de un par de años, ahora ha abierto su ausencia un hueco en la memoria de los que disfrutábamos con sus excelentes historias.

Para el amigo que se nos fue, allá donde acaso estuviere, o a donde sus creencias le llevasen, lo mejor que nos legó: dejar el recuerdo de una personalidad para nadie inadvertida.

A, Mº Teresa, Emilio e Isabel, sus hijos, y a Tere, su consorte, sabed que Milucho nos rememorará a ese hombre dinámico al que en la amistosa y familiar intimidad llamábamos Chivanillas, ese caballero de las formas, la educación y las creencias en una sociedad más justa para los desfavorecidos, desde su visión de hombre comprometido con la familia y la sociedad.

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