El obrero muerto al bajar de un balcón cometió una "imprudencia profesional"

Un técnico avala que debió usar la cuerda de seguridad para no caer

El trabajador fallecido el 22 de mayo de 2018 cuando descendía del balcón que estaba pintando para hacer un descanso cometió una "imprudencia profesional", según valoró un técnico del Instituto Galego de Seguridade e Saúde Laboral (ISSGA) en la segunda jornada del juicio celebrado en el Penal 1. Estaba enganchado a una cuerda de trabajo que se seccionó con el azulejo de un voladizo, lo que provocó su caída al vacío desde nueve metros de altura. Pero, según la opinión del perito, de haber usado la cuerda de vida (seguridad) , que se incluía en el material entregado por el empresario, no se hubiera caído, aunque también significó que el voladizo no estaba protegido y en la evaluación de riesgos de esa obra, en el número 71 de la avenida de Santiago, no se especificó que faltaban protectores de cuerda.

El técnico también defendió  el proceder "correcto" y "buena praxis" del coordinador de seguridad, el arquitecto técnico Joaquín R.N., quien junto al empresario, Antonio C.F., están acusados de un homicidio por imprudencia y un delito contra los derechos de los trabajadores.

En esta obra, que era menor, había neumáticos para evitar los salientes. Si para el técnico de Traballo "son utilizado habitualmente y cumplen su función", otro experto de riesgos laborales, que fue propuesto por la acusación particular, aseguró que "no ofrecen una protección adecuada".

En esta jornada, también quedó acreditado que el trabajador muerto, que estaba realizando trabajos de pintura en el patio interior del edificio, había asistido a cursos para realizar tareas en altura -la formación la solicitó la empresa- y fue designado incluso  como "recurso preventivo" -supervisor para que los otros obreros usen el material adecuado-, aunque no figura acta de aceptación del puesto.

La administrativa de la empresa, mujer de Antonio C.F., contradijo al testigo del primer día. Explicó que sí había epis (equipos individualizados y homologados para cada trabajador), que les eran entregados cuando eran contratados. Y aseguró que los cascos no faltaban, todos tenían el suyo. "Las cuerdas las compramos un poco más resistentes a las que exige la normativa", apuntó la testigo. Incluso, apuntó, que los trabajadores deben comprometerse, con firma, a usar los epis bajo apercibimiento de sanción o despido.

El juicio concluirá el martes con la declaración de los imputados y las conclusiones. 

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