REPORTAJE

Los olvidados del alcoholismo en Ourense

Botellón en Ourense
photo_camera Jóvenes en un botellón, en la Alameda de la ciudad.

Hablamos con dos familiares de enfermos alcohólicos. Ambos salieron del bache en el que se encontraban, pero uno no consiguió que su mujer dejase de beber. Y otro ourensano, alcohólico, advierte: "Si bebes y la armas siempre, cuidado..."

Nos consume la culpabilidad. Te vuelves fuera de ti. Ahora empecé a vivir de nuevo. Mi vida era negra y ahora es de colores". Quien así se explica es un ourensano, Francisco, marido de una mujer alcohólica. "A día de hoy en las charlas de los familiares de alcohólicos sigue habiendo pocos hombres, al principio te sentías raro". Lleva más de tres años luchando, se separó de su mujer –a la que sigue apoyando, porque todavía no ha dejado de beber–. "Empecé a ir a las charlas de Al-Anon –grupo de familiares y amigos de alcohólicos, que tiene uno de sus cinco grupos en Ourense y que celebrará su aniversario el 24 de noviembre en Santiago, a las 17,30 horas en el centro O Ensanche– y me cambió la vida".

Esta semana se celebró el Día mundial sin alcohol. Y es una fecha más que apropiada para hablar de una enfermedad, el alcoholismo, en el que no solo están afectados los enfermos. "El abuso y dependencia del alcohol afecta a un 2-5% de adultos gallegos, por ellos hay entre un 2 y 5% de familias afectadas", recuerda el psiquiatra Gerardo Flórez, que dirige la unidad de Alcoholismo en la UCA (Unidad de Conductas Adictivas) del Sergas en Ourense.

Familia y amigos son "los grandes olvidados" y, en ocasiones, piezas claves para ayudar a las personas enfermas de alcoholismo, pero que necesitan apoyo. "Estamos afectados por una enfermedad que no se ve, de la que yo pude salir tras ver la luz al apoyarme con otros que estaban pasando por lo mismo", relata Francisco. La convivencia con un alcohólico, en este caso su exmujer, nunca es fácil. "Tu vida se vuelve fuera de sí, ingobernable. Te convences de que ella está así por tu culpa y tu vida pasa a un segundo plano. Eres su ayudante, su chófer, lo eres todo", señala.


Una vida en peligro


Al juntarse con otros afectados, se dio cuenta de que lo que afrontaba era una convivencia con una persona enferma. "Fui allí porque vi que mi vida peligraba", confiesa. Lo primero que aprendió fue que se estaba equivocando. "Intentas que deje de beber, pero ese no es el camino. Pensé que había fórmulas mágicas al principio, pero no. Mi mujer no ha dejado de beber, pero yo vivo más tranquilo y ahora la sigo ayudando sabiendo lo que hago, y sin martirizarme. Cuando estás bien, ayudas mejor al alcohólico".

Ahora cree que vuelve a ser una persona más o menos normal, tras años de aislamiento de amistades y familiares, "porque el alcoholismo sigue siendo un tabú, y no se lo contaba a nadie". "He conseguido entender su enfermedad; antes la trataba mal, pensé que era una borracha, y ahora la trato como una enferma, y a una enferma se le trata con cariño".

Con él, participa en las charlas de familiares, que suelen hacer en una iglesia de As Lagoas, otra mujer, Luisa. Ella fue allí por su marido, hace ya 20 años. Y salió bien. "Decidí dar el paso y pedir ayuda. Al principio solo veías un desastre familiar, pero después aprendes a verlo como una enfermedad".

A partir de ahí, de las discusiones y los conflictos, se pasó a "apoyo, comprensión y cariño". Antes, cuando su marido llegaba mal a casa, "me avergonzaba, me encerraba en mí, y no se lo quería decir a nadie. Pasaron años y si no haces nada, esto es progresivo, siempre va a peor. Me invadía el complejo de culpabilidad". Tocó fondo y fue a pedir ayuda, estaba en depresión, y consiguió salir. Cuando llevaba dos meses en un grupo de familiares, su cambio de actitud animó a su marido a buscar ayuda y acudir a Alcohólicos Anónimos (AA).

De AA es precisamente José, un ourensano alcohólico que nos atiende al otro lado del teléfono. "Soy alcohólico, estudié en buenos colegios de Ourense , no tiene nada que ver. Cualquiera puede serlo, no hay que estar tirado en la calle".


"Yo soy alcohólico"


Dice que se puede estar durante tiempo llevando una vida aparentemente normal, pero hay un síntoma claro. "Puedes estar días sin beber, pero el día que empiezas a beber la armas....El alcohol es jodido. No engancha, sino que es una enfermedad. Tengo compañeros aquí que han dejado la heroína y no son capaces de dejar el alcohol", relata.

Escuchando su relato, más de uno se replanteará muchas cosas. "Tienes que conocer a mucha gente así. Que por la semana no bebe, solo el cafecito de las mañanas, puede estar sin tomar una copa un mes, pero el día que empieza a beber la arma, siempre la arma. Y esa persona posiblemente sea alcohólico. Y nunca va a poder comprobarlo. Y a lo mejor no ha hecho nada...."


"Bebes y la armas"


Su discurso estremece. Su historia personal es dura. "Salías y unos bebían dos o tres copas, y tú la armabas. Te levantabas con resaca y sabías que habías perdido el control. Y el siguiente viernes vuelves a no controlar. Tienes que empezar a plantearte que tienes problemas".

Además, es claro. "A partir de las 8 de la mañana, el pescado está vendido. El que sigue solo se enfrenta a cosas malas". En ese punto, recuerda las noches de antaño, que se hacían día y noche otra vez en un histórica "afterhours" de Untes.

"Todos conocemos a los que tienen un carácter de día y cambian de todo cuando beben, eso puede ser un síntoma claro", relata. 


"Sin alcohol, el 50% de los casos de violencia familiar no existirían"


La afección del alcoholismo sobre las familias es importante. Así lo acredita Gerardo Flórez. "Cuando un miembro de la familia presenta un consumo abusivo de alcohol hay una alta probabilidad de que las dinámicas de interacción familiar estén afectadas".  Así, el enfermo nunca puede asumir sus funciones al completo y necesita de cuidados. 

Y puede influir en los niños. "Los estudios indican que hay un riesgo claro. La adicción al alcohol de uno de los mayores genera una situación de conflicto o violencia, que generará un estrés que afectará al desarrollo emocional de los niños". Y también, está más expuesto a desarrollar una adicción futura. A los familiares les cuesta reconocer que se enfrentan a una enfermedad. ¿Pero por qué? "El alcohol es el tóxico social por excelencia, se supone que los adultos han de conocerlo y consumirlo sin descontrolarse. El descontrol que general la adicción al alcohol es muy estigmatizante y los familiares tienden a ignorarlo, algo que hace la sociedad en general", indica el experto del CHUO.  

Además, Flórez lo relaciona directamente con la violencia en el ámbito familiar. "Si el consumo de alcohol fuese ceero, el 40-50% de casos de violencia familiar no existirían".  


"El resultado del botellón será una generación de alcohólicos"


"La mayoría de los que van a los botellones ahora terminarán siendo alcohólicos",  predice Francisco, el ex marido de una alcohólica ourensana. Él que lo ha vivido de cerca, se teme lo peor. "El resultado será una generación de alcohólicos y sin motivo. En realidad, para beber nunca hay motivos, solo excusas", añade. "Las personas no alcohólicas beben dos o tres copas. El que bebe más puede empezar a tener un problema. Beber es divertido, pero las primeras copas. Yo he visto beber llorando, por necesidad y porque no soportas la vida. Los que no son enfermos paran en las primeras, y se toman un agua....".

Otra familiar de un alcohólico, Luisa, cree que hacer botellón demuestra "ignorancia". Cree que el joven que va a esos eventos "es más propenso a alcoholizarse" y advierte: "Los que tienen el problema tienen que darse cuenta por sí mismo, la recuperación no suele llegar hasta que tocas fondo". 

El profesor del Campus y educador social Deibe Fernández-Simo cree que contra el botellón hay que actuar "na escola, o lugar privilexiado".Recuerda que "hai estudos que falan de que onde hai intervención socioeducativa nas escolas, o impacto é máis importante".

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