EN OURENSE

Otra noche de incivismo en el botellón de la praza do Trigo

La puerta de la Catedral quedó como un estercolero tras la presencia de cientos de jóvenes en la calle

La movida nocturna ourensana volvió, un fin de semana más, a estar presidida por el problema del botellón, que concentró de nuevo a cientos de jóvenes en la praza do Trigo del Casco Vello y sus alrededores, en una noche de desenfreno etílico que volvió a provocar las quejas de los vecinos. En una noche muy concurrida, en la que se entremezclaron los asistentes al Entroido de Verán con el primer fin de semana de movida universitaria y de previa del inicio de curso escolar, la zona histórica de la ciudad estuvo especialmente animada.

Y no solo en los bares, sino también en la plazas, como la del Trigo, en este caso con cientos de jóvenes que se sirvieron el alcohol por su cuenta y a quienes ni siquiera ahuyentó la presencia de la Policía Local, con hasta cuatro patrullas a la vez vigilando la zona en distintos momentos de la noche para evitar actos vandálicos.

Sin embargo, los vecinos de la zona volvieron a mostrar su descontento por la situación, tanto los de esta plaza como la de los alrededores, ya que en la Magdalena volvieron a criticar que se utilice como "meadero público".


Cánticos


En algunos momentos de la noche los decibelios subieron más de la cuenta, con cánticos conjuntos de un lado a otro de la calle. Y la peor cara se vivió después, con una dantesca imagen de cientos de bolsas de basura, botellas vacías y todo tipo de porquería arrojadas en el firme. Hasta en las puertas de la mismísima Catedral se podían ver los restos del desenfreno etílico.

Bien es cierto que los servicios de limpieza pasaron por la zona antes del amanecer, y que a primera hora apenas quedaban restos de la fiesta callejera, aunque todavía eran visibles restos de cristales y vasos de plástico en algunas esquinas.


Presencia policial


Este periódico pudo comprobar in situ que la presencia policial consiguió disuadir a algunos jóvenes menores de edad, que se marcharon de la zona ante la posibilidad de ser identificados; si bien, otros cientos de jóvenes ni se inmutaron, ante la seguridad de que no serían multados, hasta que sea aprobada la ordenanza, que aún tardará, debido a las negociaciones y procesos administrativos que acarrea.

Mientras tanto, y según confiesan los hosteleros de la zona, la fiesta callejera va a más, y se teme que el invierno y la lluvia, animen a todavía más gente a colapsar los soportales de la plaza.


Muchos jóvenes, en grupos, sentados en el suelo, los portales y en torno a la fuente


El buen tiempo  invitó a cientos de jóvenes ourensanos a salir a la calle a beber, aprovechando la permisividad que la ciudad ofrece en este sentido, años después del inicio de quejas y protestas vecinales. 

Este periódico pudo comprobar los distintos perfiles de los usuarios del botellón en la praza do Trigo. En su mayoría, jóvenes menores de 30 años, apostados alrededor de la fuente central y sentados a lo largo de los soportales, en muchos casos impidiendo el paso de los viandantes. 

Era visible en muchos casos la sorpresa e incredulidad de los usuarios de las terrazas de esta zona ante el bullicio generado por estos jóvenes, lo que obligaba a los que disfrutaban de una consumición en los locales hosteleros a hablar a gritos para poder entenderse. 

Las imágenes más dantescas de la noche de botellón la ofrecieron aquellos que se aposentaron a beber sus copas en los portales de la plaza y su entorno y, por supuesto, los que se dedicaron a hacer sus necesidades en la vía pública, en algunos casos a las puertas de algunos comercios. 

Pese a que a partir de las 3 de la mañana empezó a despejarse la zona, los últimos grupos del botellón no se marcharon hasta pasadas las 5, como atestiguaron a este periódico algunos vecinos con fotos y vídeos. 

En esta ocasión y, al contrario que el fin de semana pasado, no hubo que lamentar incidentes con los hosteleros por la apropiación de terrazas para hacer botellón, si bien los consultados aseguraron que estuvieron toda la noche vigilando y avisando a los jóvenes. Pero, si no hay solución, parece que los problemas amenazan con seguir, consolidándose este emplazamiento, fin de semana tras fin de semana, como zona de botellón.

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