Ourense

Ourensanas en el caos de Chile: “No es fácil encontrar dónde comprar comida"

Julia Abelaira –izquierda–y Emma Lorenzo –derecha–en Chile, junto a su compañera de piso, Cristina García, con los Andes al fondo.
photo_camera Julia Abelaira –izquierda–y Emma Lorenzo –derecha–en Chile, junto a su compañera de piso, Cristina García, con los Andes al fondo.
El país está en estado de emergencia, hay toque de queda y van 15 muertos: "Hay gente desaparecida y poca información"

Dos ourensanas viven en primera persona el conflicto que estos días se suceden en Chile, donde se eleva a 15 la cifra de muertos, tras recrudecerse la violencia después de que el Gobierno que preside Sebastián Piñera elevase a nivel de "guerra" la situación y declararse el estado de emergencia, algo que no sucedía desde la dictadura. La Embajada de España recomienda "viajar con precaución y evitar aglomeraciones".

En Chile, el alumno aventajado de las políticas neoliberales de éxito y uno de los ejemplos del Cono Sur, estas dos ourensanas se toparon con el estallido de una sociedad desigual que ha dicho basta. La última subida del billete de metro ha sido el desencadenante, algunas familias se dejan un tercio del sueldo solo para poder ir a trabajar. 

Julia Abelaira y Emma Lorenzo Casas, dos ourensanas de 20 años, aunque la última cumple mañana los 21 –"igual lo celebro con toque de queda..."–, estudian Física en la Universidad de Santiago de Compostela y desde agosto están de intercambio en la Pontificia Universidad Católica. Ahora llevan días sin asistir a clase, al suspenderse la actividad. "Nunca nos sentimos inseguras, la experiencia estaba, y está, siendo increíble", dice Lorenzo.

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"Aunque hubiera clase, al no poder ir en metro, porque solo hay una línea abierta, tardaríamos dos horas y media andando, está a 12 kilómetros de casa", especifica Abelaira. Viven al lado de la estación de Tobalaba, la que tiene mayor flujo de pasajeros de toda la ciudad, y parada de la línea principal de la urbe. 

Los padres de Julia llegaron el sábado por la mañana de visita y se han visto afectados. No pueden salir de casa la mitad del día y ni siquiera visitar el centro de la urbe. "Pasean por las zonas más alejadas del meollo del asunto, vieron las tanquetas en acción y respiraron un poco de gas, en todos lados hay jaleo". 

El Ejército custodia las paradas de metro, circula por las calles, incluso con carros de combate, mientras centenares de miles de personas se manifiestan, también de forma vandálica, como muestra del descontento social. Lo que empezó siendo una protesta por la subida del billete de metro, se ha generalizado. 


“Revolución social"


Están viviendo algo "histórico, una revolución social." Emma explica que "hay militares en la boca de los metros con fusiles, gas lacrimógento en todas partes, tanquetas con agua, muchas concentraciones de gente, mucha represión... Hay gente que sale a la calle con cacerolas también durante el toque de queda. Vemos mucho apoyo, los coches pitan, la gente aplaude... Vemos que esta movilización social tiene gran apoyo", añade Julia. Sin embargo, sostiene que "la gente rechaza los actos de violencia que se han producido". Y es que se han quemado estaciones de metro, edificios, hay saqueos de supermercados... Esa es la parte más dañina."Están todos los supermercados cerrados, estamos buscando dónde podemos comprar algo, y encontramos un mercado donde comprar huevos y pan... La cosa está difícil", apunta Lorenzo. 

Lo que sí notan es la desinformación que se está dando, ya que muchos medios han cerrado y "están controlando las emisiones, no se habla de muertos, hay gente desaparecida, más de 1.500 detenidos...!". 

Con el protocolo de toque de queda desde las seis de la tarde, viven con angustia. "Si te dan el alto y no te paras, podrían hasta dispararte". 


El estallido las pilló volviendo de la universidad


Cuando subió el  pasaje del metro, un movimiento estudiantil empezó a convocar "evasiones" en el metro, es decir, que todo el mundo entrase sin pagar. El día 18, las protestas se transformaron y pasó a ser una revuelta social . "El 18 a la tarde ya cortaron el metro, era imposible. Volviendo de clase tuvimos que quedarnos a mitad de camino, la cosa estaba fatal.  Había barricadas en las calles centrales, cortes de tráfico y todo el mundo iba caminando", explica Lorenzo. Ese día no eran conscientes de lo que sucedía. "Por la noche ya vimos que se había declarado estado de emergencia. Los militares tomaron el poder, pero suceden cosas que no se entienden muy bien. Da la impresión de que se quiere encubrir la verdadera protesta, que no es por la subida del pasaje del metro, sino todo lo que hay detrás",  como la privatización de sanidad, educación o pensiones. 

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