Emigración

Un ourensano recién llegado a Devon: "En el hotel hay de todo menos ingleses"

Adán Iglesias, el pasado fin de semana, en Exeter.
photo_camera Adán Iglesias, el pasado fin de semana, en Exeter.
"Se hace duro dejar a la novia, amigos, familia, hobbies... Me he ido solo, a mitad del monte, literal"

Todavía hay quien se atreve a dar el paso de emprender una nueva aventura en Reino Unido. Es el caso del joven Adán Iglesias Barros, de 31 años, de la ciudad, y que la pasada semana aterrizaba en las islas británicas para mejorar su inglés en una pequeña población del condado de Devon, Okehampton. Aterrizó con trabajo.

"Después de estar años en una empresa en la que no podía ahorrar, necesitaba irme con un poco de seguridad a Inglaterra. Encontré una página en la que pagas 700 euros y te busca trabajo en hoteles rurales. Al tener más de 25 años cobro 8,21 la hora, vivo en el hotel, y me cobran por manutención en horas de servicio y vivienda 40 libras a la semana", relata en sus primeros días en esta población del suroeste inglés, de algo más de 8.000 habitantes.

"La intención es aprender inglés y ahorrar mientras bastante dinero". Este joven vive en una habitación para él solo y con baño propio, en una casa de trabajadores . ¿Tomar la decisión? "Lo hice después de haber buscado otras opciones en España en mi sector para mejorar. Me descartaron en bastantes por el inglés", explica este ingeniero de telecomunicaiones. Ante eso, decidió emprender rumbo a Inglaterra sin importarle la aprobación del Brexit.

"Se hace duro dejar a la novia, amigos, familia, hobbies... Me he ido solo, a mitad del monte, literal. Estoy en taxi a 6 libras del pueblo. En el trabajo estamos todos con prisa y se hace complicado coger la rutina cuando te explica rápido y en otro idioma. Me van explicando mis propios compañeros", añade Adán Iglesias. 

No tiene academias cerca y al acabar el trabajo –de 10 o 12 horas diarias– le dan ganas de "refugiarse en la habitación y hablar con alguien de confianza". Principalmente, comparte espacio con los trabajadores, casi todos españoles o de otras nacionalidades, "todos menos ingleses", que siguen siendo una clara minoría en la hostelería. Básicamente, aquí "se vive para trabajar" y la gente quiere hacer "el máximo de horas posibles".

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