Vertedero de Zaldibar

Ourensanos en el País Vasco: "Muchos se marcharon a Galicia" por la contaminación

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photo_camera Vista del vertedero desde Ermua. Varios focos permanecieron activos durante los útlimos días.
La comunidad gallega de Eibar y Ermua viven con incerteza la crisis provocada por el vertedero

Miedo, enfado e incertidumbre. Así viven los vecinos de Eibar y Ermua desde el pasado 6 de febrero debido al derrumbe del vertedero de Zaldibar sobre la autopista AP-8 y la carretera N-634. Un desastre medioambiental que un a dos provincias, Vizcaya y Guipúzcoa, y en el que dos trabajadores, aún sin aparecer, quedaron sepultados. 

La comunidad ourensana tiene una fuerte presencia en en Eibar y Ermua, las zonas más afectadas, debido a los numerosos emigrantes de nuestra provincia que se establecieron en el País Vasco. Durante las últimas semanas "la situación fue alarmante", señala el presidente de la Casa Cultural de Galicia "As Burgas" de Eibar, Juan Flores. Para este salmantino, casado con una vecina de Xunqueira de Espadanedo, "se han ocultado muchas cosas y si no hubiera víctimas no nos habríamos enterado". 

Una opinión que comparte Óscar Álvarez: "Tienen mucho miedo. La situación allí es irrespirable". Aunque Óscar lleva casi un año residiendo en Xinzo de Limia, vivió durante años en Ermua, lo que le hace estar muy pendiente de esta crisis: "En establecimientos se están quedando sin suministros de agua. Dicen que el agua es potable, pero la gente ya no se fía". 

Alarma

Después de que las autoridades aseguraran durante una semana que la zona se encontraba fuera de peligro, un análisis detectó la elevada presencia de furano y dioxinas en el aire hasta 50 veces más alta de lo normal. Todo ello unido al hallazgo de amianto -material cancerígeno-, en el vertedero, desató la alarma. Desde el gobierno  vasco recomendaron no practicar actividades en el exterior, así como cerrar las ventanas de las casas.

Flores, que vive en la zona de Eibar más alejada del vertedero, señala que en los últimos días se empezó a notar el olor, "sobre todo por la noche". "No huele como cuando ahumas los chorizos, sino a un olor de aceites y grasas, muy químico y desagradable", señala.

Preocupado se muestra también Miguel Ángel Capelo, ourensano residente en Zaldibar. "Hasta hace unos días no te dejaban comprar las hortalizas de los caseríos ni beber el agua de los manantiales". Y, aunque reconoce que estos días se viven "con un poco más de calma", permanece la incertidumbre y el cabreo. "No sabíamos nada. ¿Cómo permitieron que esto estuviese así?", se pregunta Capelo, en alusión a la cercanía del vertedero al núcleo de Ermua y a los colegios. "De chiripa el derrumbe no se lleva por delante un autobús".

Visión optimista

Ante el alarmismo y la incertidumbre, hay quien mantiene la calma, como Juan Piñeiro, vecino de Ermua con raíces ourensanas. Piñeiro afirma que está viviendo estas últimas semanas con "normalidad" y "sin dramatismos". Ubicado a unos "500 metros del vertedero", constata que todo siguen igual. "Los chavales hacen vida normal, salen a la calle, ves a gente en las terrazas...". 

Óscar Álvarez, por su parte, afirma que "una amiga tiene un bar y pasó de vender 300 pinchos al día a 50. La gente va del trabajo a casa y el fin de semana se escapan". Una opinión que confirma Flores: "se nota menos gente en la calle", incluso "hay muchos que se marcharon a Galicia por precaución".

Los momentos clave del derrumbe del vertedero de Zaldibar

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