Ourense, única ciudad gallega que no despierta de la pesadilla del espray

Las pintadas se han instalado en Ourense como un mal endémico sin solución a la vista. No hay fachada, papelera, cartel o farola por pintar. Y lo que es peor: el patrimonio no solo no se libra de los garabatos, sino que algunos conviven desde hace años con monumentos como la Catedral, el Museo Arqueolóxico o el antiguo Pazo Episcopal. La inacción del Concello de Ourense ante este tipo de vandalismo choca con las iniciativas que llevan a cabo en el resto de ciudades gallegas. Las pintadas proliferan en todas, pero solo Ourense se mantiene impasible: la Policía Local apenas levantó cuatro actas de intervención de material para pintadas en todo el 2021. En el resto de Galicia A Coruña inauguró el año pasado una Oficina Virtual del Grafiti en la que cualquier ciudadano puede denunciar estos actos. En seis meses, el concello limpió más de 1.000 pintadas. El de Santiago va más allá y facilita la vida a los comerciantes del Casco Viejo: bajo demanda, limpian gratis las fachadas afectadas por grafitis. Es propiedad privada, pero el ayuntamiento entiende que con esta acción se mejora la imagen de su zona antigua. Pontevedra es el paradigma de la limpieza: aquí funcionan las acciones educativas que pone en marcha el Concello para evitar el vandalismo. Con todo, no se libran de las pintadas. Recientemente identificaron a seis personas por hacer grafitis, que se enfrentan a sanciones de hasta 600 euros, pero el Concello de Pontevedra va más allá: valoran denunciar los hechos por la vía penal. En Lugo tienen un servicio similar que funciona desde 2002: a través de un formulario, los lucenses pueden solicitar, gratis, que el ayuntamiento les limpie la fachada. En Vigo pusieron en marcha en febrero de 2021 un plan especial para atajar este tipo de vandalismo, con una inversión de 135.000 euros para reforzar vigilancia y limpieza. En Ferrol detectaron últimamente la proliferación de garabatos: el concello dispone de una máquina limpia grafitis. Fuera de Galicia, Vitoria creó un grupo de investigación con criminólogos y grafólogos para cazar a los autores de 6.000 pintadas. En Ourense ni siquiera están cuantificadas. En "aumento" Luis Manuel Cuña, delegado de Patrimonio del Obispado, da “gracias a Dios” porque las pintadas no van mucho más allá de las puertas metálicas de la Catedral. Pero desde 2015, uno de los muros del templo convive con el mismo grafiti. “Es siempre un daño que en muchos casos es irreparable, indicativo de incivismo y falta de cultura”, denuncia Cuña. En el Arquivo Histórico, ahora con nueva sede, no se olvidan de aquella pintada del 2018 en color fucsia intenso: 2.000 euros costó la “broma”. El Casco Histórico, Bien de Interés Cultural, no tiene un rincón sin garabato. El Museo Arqueolóxico, en plenas obras de rehabilitación, sufrió el pasado año varias pintadas. Siguen ahí. Carlos Fernández, presidente de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal), insiste en que “los actos vandálicos sobre el patrimonio se han incrementado”. Desde Ecourense, la empresa responsable de la limpieza del Concello de Ourense, trasladan un “ligero” aumento de pintadas, especialmente en parques. La iniciativa que sí recuperará el Concello es la limpieza de esculturas que impulsó el edil de Medio Ambiente, Jorge Pumar. La "justificación" Sobre las actuaciones para erradicar las pintadas, el alcalde Pérez Jácome justificó hace unos días que “estamos intentando frenar el vandalismo, pero teníamos un presupuesto de 4 millones para mantenimiento y PSOE y BNG votaron en contra”. El alcalde obvia, sin embargo, que ese dinero sí estaba disponible pero fue incapaz de ejecutar la partida económica.