Paisajes de aquí y allá... y de un tenaz hermano

Ahora que, como se dice, se ponen en valor, tantos paisajes, que los municipios impulsan como haber de su patrimonio, ninguno carece de algo para enseñar. Donde antes cierto abandono, ahora con las ayudas del plan Feder para Europa se han rehabilitado caminos, se han puenteado pasos, se han escalonado y abarandillado los itinerarios allí donde fuera preciso. Las maderas sufrirán el deterioro de los años porque notamos mucho abandono en su conservación o porque los concellos no tienen medios que distraen para, concedamos, su más apremiante día a día. Es de loar este esfuerzo por potenciar el turismo pedrestre -contemplativo algunas veces, donde ya hay que reservar turno en los meses de julio o agosto, llámese por acá, en A Mariña, As Catedrais o O Fuciño do Porco, según reza en carteles. Al Fuciño do Porco me voy a referir, en este litoral del Cantábrico, donde todo tan prodigioso. Un hermano que te dice las cosas sin tapujos más que recriminarme, me llama la atención sobre que yo, en lugar de potenciar las cosas de Ourense, lo hago sobre las lucenses mariñanas. Quizás tenga sus razones, porque poco viajero solo le interesa su espacio, que ha reducido a unos paseos matinales reiterativos donde hace pis siempre en el mismo carballo, le deja la prensa deportiva que ha leído a un lejano pariente, regresa, se para con poca o ninguna gente; a los amigos o conocidos, de pocas palabras porque dice que no está para aguantar rollos ni que aguanten los suyos. Total que diríase de él que retirado del mundo, cuando no es así para quien se declara, y lo es, presidente de un foro de colegas, de otro de amigos de café; todos aceptan a éste, que parece no ceñirse a lo descrito, porque trashumante semanal por parajes provinciales celebrados, correligionario de cafés, y que si lo trajeres a alguna tertulia, enseguida se haría con su mando o dirección, y no es que tenga excepcionales cualidades sino que posee, como ninguno, la de la más tenacidad que constancia, palabra que ha sobrepasado con nota, y gracias a la cual deben su existencia unas cuantas colectividades de amigos y colegas. Pues bien este hermano no carece de sentido común y da pocas alternativas a alguna que no sea la suya. O sea que es cual roca inamovible e inasequible, lo que se dice, al desaliento. Habrá que hacerle caso, aunque me conceda por una vez licencia para escribir de las delicias de esta costa cantábrica lucense, y por tanto gallega, de la que como sobrantes talaría yo, no sé si él, todos los eucaliptos, porque hay que sumergirse en un bosque para saber lo poco que aportan, a no ser a esas comunidades de montes que los explotan y las tierras que legarán a descendientes exhaustas, cuasi desiertas, por un enriquecimiento de ahora, cuando la plaga sigue extendiéndose. O Fuciño do Porco, a lo que iba, es cual peninsulilla que conforma la entrada de la Ría de Viveiro con el opuesto monte Faro, aunque más abierta entre el faro da Roncadoira y al isla Coelleira , que hace como corredor por donde discurre una pista térrea bien compactada de más de un kilómetro entre la floresta austral, para abrirse cuando se divisa la mar y el entrante do Fuciño y la pequeña ínsula Gavieira (de gavilán). Por allá hace unas décadas moraba por las yerbas que se caen en la ladera, rebaño de cabras cuyo pastor retorcía el hocico al paso de los que por allí vagábamos. Era cual reducto comparable al de morador de instalaciones de las minas de Silvarosa, que ha acotado como propiedad allá donde a modo de minero o peón ejerció. Pues, afortunadamente, desaparecido el tal opositor o pretendido cerrador del paso por donde un sendero cuasi aéreo te dejaba, colgando en el abrupto acantilado por el que tenías que superar los miedos al abismo; hoy parece una escalera al cielo, al modo de las que acostumbrados nos tienen los chinos con su escalas imposibles. Ahora podemos superar nuestros vértigos poniéndolos a prueba en la pasarela a casi doscientos metros por encima del rio Paiva, en el Portugal vecino, y más de medio kilómetro de longitud tambaleante. Un paso para atrevidos o desinhibidos, pero espectacular a la que hay que visitar y pasar, tal como Daniel Bouzo me insinúa al remitírmela por whatsapp.