El papel de los feligreses, clave para conservar el patrimonio

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Numerosos voluntarios cuidan de los templos de la provincia: "Sen nós, estarían abandonados"

La conservación del patrimonio religioso de la provincia supone un importante reto para la Diócesis de Ourense, que anualmente destina gran parte de su presupuesto a mantener en pie iglesias, capillas y casas rectorales. La despoblación y el descenso del número de párrocos afecta negativamente a la situación, ya que cada vez son más los templos que pierden uso semanal. En este contexto, el papel de los feligreses se vuelve de gran importancia: son ellos los que dedican parte de su tiempo a cuidar y mantener las iglesias de sus parroquias –limpiar, colocar flores, cuidar las figuras, recoger el dinero de las colectas–.

El número de Bienes de Interés Cultural (BIC) de la Diócesis de Ourense es alto, con 40 templos declarados y más de 100 en proceso de serlo –el monasterio de Oseira o Santa Cristina de Ribas de Sil forman parte del patrimonio de la provincia, entre muchos otros–. Cada año, desde el obispado se anima a los ourensanos a participar de forma activa en la conservación de los monumentos a través de la "equis" de la declaración de la renta. "No podríamos sostenerlo sin los contribuyentes", recuerda Raúl Alfonso González, delegado episcopal de Economía. 


Los protectores


Juan Suárez, Rosa Pérez y María Dolores Sotelo colaboran desde hace años en la conservación de los templos de sus parroquias, una tarea que conlleva "responsabilidad", pero también alegría. "Eu cando vou a igrexa encóntrome bastante ben, a verdade, disfrútoo", apunta Suárez, de la parroquia de Moreiras, en Xinzo de Limia, que es voluntario desde hace más de 20 años. "Non somos moitos veciños xa, cada vez quedamos menos, por iso hai que axudar", explica Rosa Pérez, de la parroquia de Santa María de Laroá. 

Los feligreses adornan el tiemplo para la celebración de las misas, así como para las fiestas patronales. "Cuando hay entierros también colocas las flores, la alfombra, la vela... Lo preparas todo para todas las ocasiones", explica María Dolores Sotelo, de San Salvador de Faramontaos. "Sin gente que cuide las iglesias, estarían abandonadas", asegura.


La despoblación pone en duda el futuro: "A xente nova márchase das aldeas á cidade"


La despoblación del rural ourensano pone en duda el futuro de templos y casas rectorales, ya que pocos son los jóvenes que se acercan a la Iglesia. El relevo generacional de los feligreses que actualmente colaboran en la conservación del patrimonio religioso está en duda por el momento. 

"Aquí non queda xente case, e dos novos... Teño unha sobriña política que cando pode toca o órgano nas actuacións da coral que temos, e tamén prepara o nacemento no Nadal, pero non son moitos os que se interesan pola vida en comunidade da Igrexa", explica Rosa Pérez. "Como mínimo, marchan a Xinzo, senón máis lonxe, e é lóxico... Aquí non temos case servizos, póñennos todo moi difícil,  e para o que ten nenos pequenos non é cómodo, van ao cole en bus, pero se fan actividades polas tardes xa nada", asegura. Juan Suárez y María Dolores Sotelo comparten la misma opinión, y ven con pena cómo los jóvenes abandonan el rural para dejar casas vacías y pueblos sin apenas niños. "Cada vez queda menos xente na aldea", explica Juan Suárez. 

La mayoría de los vecinos que queda intenta colaborar con la parroquia de alguna forma, especialmente en la época de las fiestas. "A xente ten colaborado bastante para reformar, fai pouco fixemos unha inversión de 18.000 euros en renovar a igrexa, poñerlle tellado novo, armarios grandes na sacristía... ", cuenta Suárez. "Cuando arreglamos la iglesia el pueblo también se animó, y ahora la tenemos muy bonita, con bancos de madera, vidrieras nuevas, lámparas... Tenemos una cuenta en la que vamos juntando del dinero de las donaciones, y con eso pagamos la luz, por ejemplo", asegura María Dolores Sotelo. El trabajo de colaboración permite realizar obras en las iglesias, como la reciente intervención en el tejado del templo de San Salvador, donde había goteras.


Los testimonios


María Dolores Sotelo: "Me gusta ayudar desde siempre, hacer el bien, colaborar"

María Dolores Sotelo colabora desde hace varios años en el mantenimiento de la parroquia de San Salvador de Faramontaos. "Los días de misa subo antes para abrir el templo, sobre todo por la gente mayor que ya va entrando. Coloco las flores, pongo las velas, limpio...", explica. Los vecinos suelen llamarla cuando no recuerdan cuándo es la próxima misa, y Sotelo mantiene informado al pueblo: "A mí me gusta ayudar desde siempre, hacer el bien, colaborar. Si hace falta echar una mano, yo la echo".

Rosa Pérez: "Polo menos vou unha vez por semana para coidar a igrexa"

Desde hace cuatro años, Rosa Pérez destina parte de su tiempo a conservar el templo de Santa María de Laroá. "Sempre tivemos sacristáns, pero cando xa eran moi maiores alguén tiña que facerse cargo e apunteime eu", cuenta. Para la feligresa, colaborar es reconfortante –"quedo ben conmigo mesma"–, y aunque últimamente utiliza muletas, realiza las tareas en la compañía de su marido. "Polo menos vou unha vez por semana para cambiar flores, manteis, pasar a mopa, quitar o polvo...", explica.

Juan Suárez: "Eu estou contento de axudar e de facer por manter o templo"

El abuelo y el padre de Juan Suárez ya participaban activamente en la conservación del templo de Moreiras, en Xinzo de Limia. "Estiven no estranxeiro, e cando volvín estaba meu pai niso, e cando faltou pensei, pois teño que axudar eu", explica Suárez, que acude al templo dos o tres veces por semana para adecentar el interior. "Limpo o atrio, encendo as velas, reviso as flores... A nosa labor é moi importante, e eu estou contento de axudar e de facer por manter o templo", apunta.n

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