El paraíso natural al otro lado

photo_camera Crías de elefante marino antártico en la bahía de San Andrés, en Georgia del Sur. En 2009.
Pueblos indígenas del Amazonas, de Etiopía, o de Papúa Nueva Guinea; ecosistemas inalterados desde Ecuador al círculo polar ártico. El trabajo de Sebastião Salgado -en 30 países- refleja una arcadia primigenia.

Un gran ecologista, un periodista incansable, un documentalista mítico. Tras la mirada antropológica y grandiosa del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado recogido en estas 38 fotografías que muestra en Ourense la Fundación la Caixa,  se esconde un proyecto titánico como todos los que salen de su factoría. Un trabajo solo al alcance de las grandes producciones cinematográficas aunque el documentalista nos las haga llegar en forma de un proyecto fotográfico de exquisito acabado en sofisticado blanco y negro marca de la casa.

Nadie en su sano juicio, menos en tiempos de un consumismo exagerado al que no hay dique de resistencia posible, pretende volver a los orígenes, al Génesis, a la búsqueda de esos escenarios más o menos vírgenes donde el pulso de la civilización aún resiste atrincherado. Pero este antiguo economista ha demostrado a lo largo de medio siglo de carrera como gran documentalista que está llamado a la búsqueda de proyectos fotográficos que trasciendan; tras la serie de “Trabajadores”, “Éxodos”, con un mismo motor donde las fronteras se diluyen, llega el broche final con este “Génesis”, donde lo mismo una recóndita tribu –los Waurás- del Mato Grosso pescan en un lago en una mañana de niebla, generando un potente claroscuro, que un grupo de mujeres de la aldea Towary Tpy, del estado también brasileño de Pará, escenifican con naturalidad un momento de maquillaje corporal. Pero también hay escenas cargadas de épica naturalista, como las de elefantes marinos y pingüinos reales en la bahía de Saint Andrews, en Georgia del Sur, o una gran colonia de albatros en las Islas Malvinas, o un primerísimo plano de la garra de una iguana plasmada en el Archipiélago de las Galápagos, en Ecuador.

Imágenes únicas, de marchamo ecológico y antropológico, donde la presencia humana rompe precisamente esa virginidad que el documentalista trata de evitar, pero que en un proyecto -si se me permite- “mesiánico” y trascendente como el suyo trata de plasmar. Su presencia en estos lugares -el mal menor o el fin justifica los medios de Montesquieu- para concienciar al mundo de que la fantástica maquinaria que nos ha permitido vivir y extenuar el planeta es finita. En “Génesis”, conjunto de fotografías expuestas al aire libre –algo propicio para estos tiempos pandémicos- trabajo (que sigue completando a lo largo de 15 años) y que lleva recorriendo la geografía estatal de la mano de la Fundación la Caixa desde hace ya varios años, el fotógrafo ha recorrido la nada despreciable cantidad de 30 países, para encontrar el nexo de unión de estas imágenes con voluntad de recrear el estado originario, la arcadia perdida, los pequeños lugares del planeta donde aún hay vida natural a pesar de la mano del hombre. No es poco el camino ni pequeño el mensaje, pues eso. 

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