Terrazas, venta ambulante, coches o expositores dificultan el verdadero uso peatonal de la calle

El Paseo que se ha vuelto ‘impaseable’

La continua presencia de coches y furgonetas, sobre todo en el segundo tramo de la calle dificulta el tránsito.
Una calle peatonal que no es tal, al menos en la práctica. Numerosos obstáculos en la calzada dificultan cada día el paseo, precisamente para lo que fue concebida la calle del Paseo de la ciudad, la más transitada y, por ello, la más atractiva para las terrazas de bares, la petición de ayudas varias, la instalación de certámenes diversos o la venta ambulante.
Lo que en principio podría ser un privilegio de vivir en una ciudad pequeña, tener todo al alcance de la mano, puede convertirse en una incomodidad mal administrado. Es lo que sucede en la calle del Paseo de Ourense porque vecinos, organismos oficiales, asociaciones de todo tipo , todos quieren estar presentes en la calle más céntrica y transitada, convirtiéndola al final en un lugar desordenado, incómodo, intransitable, en la que la actividad desplegada puede causar el efecto contrario al buscado.

El despliegue más espectacular se produce con la llegada del buen tiempo. En poco más de 600 metros de largo, por 25 de ancho, la calle del Paseo puede albergar un día laborable -fue el caso de la última semana- los siguientes obstáculos para los peatones y paseantes:

Una furgoneta de propaganda del Ejército.

Un autobús de gran tamaño que recoge donaciones de sangre.

Dos obras de construcción de edificios con muros de cierre, maquinaria pesada y material de obra que invaden parte de la calle.

Casetas de la feria de artesanía, que otro día pueden ser de la feria del libro o de cualquier otra actividad.

Cinco terrazas desplegadas o apiladas, y en ciertos casos arrimadas a los bancos públicos, impidiendo su uso por los transeúntes.

Cinco o seis tenderetes de venta ambulante, desplegados en el suelo.

Una exposición.

A esto hay que añadir numerosas jardineras convertidas en ceniceros la mayoría de las veces, y soportes publicitarios de quita y pon, que impiden el paso y obstaculizan la vista. Si a todo eso sumamos, sobre todo por las tardes, numerosos niños y adultos, la calle acaba siendo un lugar más que incómodo.

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