El balance criminalístico del Ministerio de Interior refleja que los delitos de lesiones y riñas tumultuarias aumentaron un 68% durante el primer semestre de 2022. En un recorrido por la noche ourensana, o hablando con los vecinos que residen en zonas de ocio nocturno, las cifras no sorprenden. A principios de año las peleas de bandas en la ciudad -muchas asociadas al tráfico de drogas- se sucedieron y se hicieron visibles. También las agresiones o la desobediencia a los agentes.
La racha sigue: en la madrugada del viernes un grupo de jóvenes se batió en la calle Arturo Pérez Serantes cerca de las 6,30 horas de la mañana. El bullicio despertó a los vecinos que, alertados, se asomaron a mirar. La trifulca continuó y fue necesaria la intervención de las fuerzas del orden.
Además, la semana pasada también hubo otra riña en la calle Cabeza de Manzaneda, a primera hora de la mañana, por la que fue necesario llamar a la policía.
Desde la asociación O Cimborrio, que representa a los residentes del Casco Vello norte, señalan que “las peleas están relacionadas con la droga. Ocurren en sitios en los que se vende y consume droga”, dicen. “Alrededor de este universo se genera violencia. Además, son ruidosas. Solo con los gritos ya nos despiertan y más en las calles del Casco Vello que hacen de embudo”, explican.
