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Los placeros de Ourense: “Cada día hay intentos de robo y destrozos"

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Numerosos puestos ya han sido forzados por el grupo de okupas de la zona; el último, el domingo

Los destrozos y los robos aumentan en el entorno de la Plaza de Abastos, mientras los comerciantes reclaman acción municipal y vigilancia para echar al grupo de okupas que se asienta en la zona desde hace año y medio. El último intento de robo se produjo el domingo pasado, cuanto los ladrones destrozaron el techo de uno de los puestos para entrar en el local y adueñarse de la caja. 

"Los autores de los robos, que han captado las cámaras de la Plaza, siguen merodeando en los alrededores, semanas después de presentar la denuncia", asegura Emilio González, "Milucho", presidente de la Asociación de Comerciantes de la Plaza de Abastos. Uno de los puestos del rianxo reforzó sus puertas en los últimos días, después de ser víctima de numerosos robos. "Non é polo diñeiro que se poden levar, é polo destrozo que che causan no teu lugar de traballo", apunta una placera. 

La sensación generalizada entre el colectivo de comerciantes es de "total indefensión" frente a una situación que se repite desde hace más de año y medio. "Hemos pedido por escrito a la Policía Local y a la Nacional que sea contundente en este tema y no suceda como ha pasado hasta la fecha, donde nos han venido dando largas", explican los placeros. El vallado del recinto –previo a las obras del edificio– todavía permite el paso de personas a los puestos okupados. Según el gobierno local, la cuestión está en los juzgados, y la policía está a la espera de una orden para poder echar a los okupas. "Parece que tienen más derechos que los trabajadores. Lo peor es para los del rianxo, que llegan de madrugada para vender sus productos y tienen que encontrarse con este grupo que delinque y amenaza al personal", apunta Emilio González. Además de robos y destrozos, los placeros aseguran que los okupas muestran actitud violenta ante trabajadores y clientes. El alumbrado público de la zona falla a menudo, lo que incrementa el problema. "Puede pasarle a cualquier persona que venga, a nuestras madres y abuelas", asegura González. 

Desde hace meses, los vecinos ya no aparcan sus coches en las inmediaciones de la plaza, por miedo a sufrir robos.

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