El gobierno bipartito había recibido el visto bueno de la Xunta para desarrollar un plan que quería responder, casi cinco años después, a la declaración de As Burgas y su entorno como Bien de Interés Cultural
El tortuoso camino protagonizado por el entorno de As Burgas tuvo su primer punto de inflexión el 20 de enero de 2012, cuando la Corporación municipal aprobó por unanimidad en un pleno extraordinario el plan especial que regularía la ordenación urbanística en esta zona. El gobierno bipartito había recibido siete días antes el visto bueno de la Xunta para desarrollar un plan que quería responder, casi cinco años después, a la declaración de As Burgas y su entorno como Bien de Interés Cultural. "Una decisión política" y reivindicada en su momento por el BNG –en 2007, el gobierno autonómico estaba en manos de Touriño y Quintana–, que buscaba dotar de mayor protección a la zona y evitar, principalmente, la construcción de un hotel balneario en la parcela de Xardín As Burgas.
A partir de ahí se abre un nuevo escenario. En octubre del 2012, el Concello desvela sus planes, que pasaban por erigirse como único propietario de la parcela, a cambio de indemnizar a sus respectivos dueños. Pero unos meses más tarde, la corporación decidió –de nuevo por unanimidad– cambiar la fórmula. De compensación se pasó a expropiación.
Se inicia ahí otro capítulo que, tras varios vericuetos y un cambio en la alcaldía, desembocó el 30 de diciembre del 2015 con la junta de gobierno dando luz verde a la expropiación de As Burgas. En total, 5.162 metros cuadrados que fueron expropiados a cinco propietarios por un justiprecio establecido en 1,6 millones de euros. Seis meses después, el Concello ocupó formalmente los terrenos, aunque la inseguridad jurídica derivada de los pleitos de los expropietarios ahuyentaron a posibles inversores.
