“Os políticos non aprenden nada”

Loureses, en Os Blancos, es una planicie entre una sinfonía de parcelas y un rosario de casas salpicadas a ambos lados de la carretera; al final de una recta, la capilla de San Antonio, un peto de ánimas y un cruceiro. De Loureses es Manuel Mandianes, quien como antrópologo ha dedicado a su pueblo muchos de sus reconocidos estudios. De fondo se escuchan trinos de pájaros y el cacareo de alguna gallina. Un ritmo, lento, silencioso, casi apagado, en contraste con la luz del sol que a media mañana lo inunda todo. Manuel surge tras un gran roble, su figura menuda, recién afeitado, contrasta con la corteza del árbol centenario. El entorno ajardinado junto a la capilla invita al reposo, como en su momento, a las romerías. ¿Confinamiento? “Eu lles escribía aos meus amigos ciscados polo mundo adiante, mandáballes fotografías e todos envidiaban non estar en Loureses”. Manuel, desde 1982, reside en Barcelona, aunque antes estuvo casi una década en Estrasburgo, donde estudió Teología y Antropología. Recién llegado de Atenas, donde -dice- ir con frecuencia, el confinamiento le hubiera tocado en la capital catalana. “En Barcelona vinlle as orellas ao lobo e dixen, vou para Loureses”. Tranquilidad En el lugar residen medio centenar de personas, “a maioría deles xa retirados, os mozos veñen dormir e saen a traballar”. Como en tantos entornos rurales, la alimentación es ambulante; por la misma carretera pasan unos 30.000 kilos de pienso diario que nutren las granjas de la zona. “Gando agora hai moito máis que antes, o que pasa é que está estabulado, granxas de polos, pitas, cerdos, vacas”. Por el silencio que se respira cuesta creer tanta actividad, pero las fincas de la contorna se ven trabajadas, en su mayoría -como dice- por personas que las atienden los fines de semana. “Cando había escola en Loureses, eramos 50 rapaces; hoxe, no centro escolar dos Blancos, para todo o concello, uns 25 pobos, son 18 nenos, nenos dos Blancos e de Calvos”. No hace falta ser un demógrafo experto para calcular la dimensión del problema. Manuel ha madrugado para ver el amanecer, “ás 7.10 naceu o sol”. Es un lujo que una persona sensible como él se permite a diario, también las puestas de sol, imágenes que después de revisar los correos, regala a sus amigos. Él le llama repartir belleza. Esta crisis nos hará -ya lo ha hecho- repensar muchas cosas, nuestra fragilidad como humanos, la finitud de una vida que puede llegar en cualquier momento, pero también, a replantear la arquitectura y el urbanismo. Considerar si los hacinamientos en las grandes urbes es algo inevitable, y cómo el rural, visto desde un enclave como Loureses, plantea otras posibilidades de cara al futuro. “As persoas cun traballo liberal, ou que podan teletraballar si van considerar emigrar ao rural, pero eso no supón unha masa de poboación, desde o punto de vista estadístico vai supor pouca cousa”. El aislamiento se ha mostrado una herramienta eficaz para frenar una pandemia que no ha incidido de la misma manera en todos los países, entre otros Grecia, donde ha estado Manuel, con un sistema sanitario muy achicado. Pero la medida, en muchos no es posible, “como ti vas aillar á xente nunha fabela, é imposible; se non saen morren, e se saen, atrapan o virus”, comenta. ¿Castigo de Dios? “Ja, ja. Deus non ten nada que ver na pandemia, débese á natureza do mundo; o mundo é limitado, determinado por unha serie de circunstancias. Deus puido crear o mundo, concreto, débil, vulnerábel, porque senón crearía outro deus. O feito de ter fe aos crentes lles pode axudar”. Como teólogo que ha recalado en muchos países del tercer mundo, en los que, a pesar de la pobreza, no se dejaban -dice- dominar por ella, una vida “catastrófica” donde reinaba la alegría, incluso la fiesta, a modo de contraste. .videoWrapper { position: relative; padding-bottom: 56.25%; /* 16:9 */ padding-top: 25px; height: 0; } .videoWrapper iframe { position: absolute; top: 0; left: 0; width: 100%; height: 100%; padding-top: 10px; } Virus mediático La historia está llena de pandemias, el coronavirus, a posteriori nos ha refrescado la memoria. En comparanza con otras pandemias la del covid la tilda de mediática, por los tiempos en los que ha surgido -era de la inmediatez y globalización-. “Na gripe do 18 morreron 50 millóns de persoas, nesta aínda non se chegou a 200.000; respetando a dor infinita de todas as persoas que non poideron despedir aos seus seres queridos. O sida matou moita máis xente que o coronavirus, e ademais de ser terrible era unha enfermidade vergoñenta. Nunca sabremos canta xente morreu en África do sida ou do sars, porque os gobernos o ocultan, onde morre máis xente é considerado símbolo dun mal goberno”. En las sociedades modernas la religión ha perdido mucho peso específico, en favor de la medicina y la ciencia, aunque esta, durante la pandemia ha mostrado dudas. “Amigos científicos do CSIC, durante a pandemia formularon fortes crisis de identidade; perderon a fe na ciencia vista como un deus”. Como creyente y “científico social” Manuel le ha dado muchas vueltas a los argumentos de la fe en relación a la sociedad contemporánea. Uno de sus estudios más sorprendentes discurre sobre el mundo del fútbol, “O fútbol é a relixión dos que non cren”, comenta. ¿Aprender? “Depende da formación. Respetar as normas, porque o outro é un inimigo para min, pero eu para el tamén o son. a nivel político, os políticos non aprenden nada; os grandes estadistas si, facían política a longo plazo; os nosos políticos só ven a inmediatez”. Al partir, miro la última puesta de sol de Mandianes en el móvil, una maravilla. Pues eso.