ECOAGRO

Productos agrarios con DNI

08-01-10 campos de patata
photo_camera Una máquina recogiendo la cosecha de patatas en la comarca de A Limia

Las organizaciones agrarias reclaman un mayor control sobre el origen de los productos

En un mercado comunitario con las fronteras totalmente abiertas para la comercialización de los productos de los países miembros, no se pueden poner barreras al paso de los mismos de unos estados a otros. A pesar de ello, en los últimos tiempos están ganando peso movimientos renacionalizadores en algunos países comunitarios donde los agricultores y ganaderos, no solo llaman al consumo de sus propios productos, caso de Francia, sino que también optan por la destrucción de cargamentos de frutas y hortalizas, vinos o carne de porcino. Tampoco se pueden poner barreras a las importaciones de productos agrarios procedentes de terceros países, especialmente de frutas y hortalizas, siempre que las mismas se hallen, en volumen y precios en el marco de los acuerdos suscritos por la Unión Europea. Sin embargo, lo que sí se puede y debe hacer por parte de las diferentes administraciones con competencias en la materia, muy especialmente las comunidades autónomas cuan do esos productos ya se hallen los lineales de los grupos de la distribución, es que los mismos cumplan con las nomas más elementales sobre el etiquetado pasar indicar, cuando la normativa lo exija, su calidad y procedencia para que el consumidor pueda hacer su compra con toda la información.

Desde las organizaciones agrarias solamente se reclama que figure el origen en los envases o en los productos sin envasar y que, en los caso donde no esté regulada esa exigencia, que la administración proceda a su modificación para que el consumidor sepa lo que está adquiriendo cuando hace la compra. En el sector agrario, esta situación se plantea muy especialmente con una serie de productos donde hay una clara presencia de las importaciones y que, en algunos casos, pueden poner en peligro la supervivencia de las explotaciones nacionales.

Actualmente, una de las actividades más afectadas es la producción de miel, tras una cosecha a la baja consecuencia unas malas condiciones climatológicas y zoosanitarias y que está dando lugar a unas importaciones masivas de más de 30.000 toneladas y de las que más de 17.000 corresponden a China cuya calidad fue denunciada en campañas anteriores por el uso de productos zoo y fitosanitarios prohibidos en la Unión Europea. El sector fracasó en su intento ante las autoridades españolas para hacer uso de la libertad que ofrece la reglamentación comunitaria a hora de regular qué debe figurar en el etiquetado sobre el origen de producto. Agricultura decidió que bastaba con que en el etiquetado figurase unicamente que se trataba de una miel extra comunitaria, si era totalmente importada de un tercer país y señalando do que era una miel comunitaria y extra comunitaria si la misma era de mezcla.

Frente a estas exigencias mínimas para informar sobre el origen de la materia prima, en el mercado de la gran distribución, no en el de los pequeños productores comarcales, dominan las mieles de mezcla, sin que, en muchos casos ni siquiera se indique a grandes rasgos de donde procede. El resultado es que la producción se viene abajo, no solo por razones climatológicas o por cuestiones de sanidad, sino por los precios bajos y la falta de control sobre su procedencia.

En los últimos meses, el mismo problema se ha concretado en el mercado de la patata de importación, mayoritariamente francesa, pero donde también se suman patatas procedentes del norte de Africa y que afecta en estas fechas muy especialmente a la producción de temprana de Andalucía, Levante o Galicia. Los franceses que destruyen cargamentos de porcino, de vino o de frutas y hortalizas, se han convertido en los principales exportadores de patata hacia España con más de 500.000 toneladas de patata vieja denominada como de conservación por haber estado un tiempo en cámara a entre cinco y siete grados. Esta patata, con una imagen más limpia y mejor visibilidad que la española, fundamentalmente también por tener un precio inferior, ha desplazado a la nacional temprana, a pesar de tener una calidad muy superior.

En el caso de la patata, las importaciones masivas, antes de Holanda y ahora desde Francia, están suponiendo un duro golpe para las superficies de cultivo que mantienen una grave línea de caída, desde las más de 300.000 hectáreas a finales de los años ochenta, a solamente las 72.000 hectáreas de la campaña actual. De los más de cinco millones de toneladas de patata que se producían en aquellas fechas, en la actualidades el volumen se ha reducido a solamente unan m media de 2,32 millones de toneladas frente a una demanda en los hogares estimada en 1,3 millones de toneladas, junto a una cifra algo más baja en el conjunto de la restauración .Hoy la patata es un cultivo en grave recesión y, probablemente lo sería menos si el consumidor supiera cada momento lo que está comprando, origen y calidad, al margen de una discreta diferencia de precios. Es importante que fuera siempre obligatorio que figurase en la etiqueta el origen en productos tan socorridos como las legumbres o en envasados de las conservas vegetales. A fuerza de presionar, la gran distribución ha logrado que la industria elabore una oferta solo pensada en el envase de ahorro en base a importaciones baratas de productos como espárragos, alcachofas, champiñones, pimientos, lentejas, garbanzos etcétera. Esta política se ha traducido en la reducción drástica de superficies de cultivo en todo tipo de leguminosas o en el espárrago navarro y que grandes industrias del sector lo estén cultivando o comprando en países como Perú, China o Marruecos.

En azúcar España es un país deficitario por la falta de cuota, lo que obliga a la industria a comprar en el exterior materia prima para refinar en España o, en el caso de Acor, que comercialice también en este mercado excedentes obtenidos en Francia por su socio Tereos.

En el caso de los productos ganaderos, las principales importaciones corresponden al cordero francés de un tamaño similar al tradicionalmente consumido en España frente a los corderos más grandes que se importaban antaño desde Australia o Nueva Zelanda. El consumidor debe saber exactamente la procedencia de esas canales, cosa que no sucede siempre. Finalmente se puede hablar del origen de la leche que se comercializa como tal en España, así como del conjunto de los productos lácteos. A diferencia del queso, donde sí es posible hablar de mezcla, aunque la industria no pone el porcentaje de mezcla, en la leche no existe ninguna información sin que haya llegado a cuajar, con carácter generalizado, que en los envase se informe si se trata o no de leche española, frente a la francesa o portuguesa.

Te puede interesar