Propietarios de manos muertas

Solo hay un camino a seguir en esta vida, habites donde habites. Antes había dos: al cielo, gozando de los placeres de la molicie que se perpetuaban, o al infierno, pero ambos extremos han quedado también muy devaluados desde que nos hemos vuelto aconfesionales. Nadie vive pensando en la felicidad eterna, como tampoco en expiar las culpas ensartado como un moruno vuelta y vuelta en las llamas que alimenta el diablo mientras nos pincha con su tridente. Una señal de tráfico en una de las aldeas que está en riesgo de desaparición tiene bien claro por dónde hay que ir en caso de óbito. No se prevén atascos en un sitio que pocos habitantes tiene, por lo tanto no muchos pueden morir. Pero si los hubiese, hay que ser organizados. Y, por lo que se ve, solo hay que indicar el deambular de los coches en el caso de funeral. Mejor sería que la señal de tráfico indicase el sentido obligatorio “en caso de parto”, pero sospecho que nacimientos, ni de ganado. Recuerden que tenemos potencial A nosotros nos pasa con la tierra lo mismo que con el termalismo: muchos recursos, pero estamos rodeados de manos muertas. Este concepto lo manejó la Iglesia para identificar aquellas propiedades que pertenecían a Dios y por lo tanto no se podían tocar por ser un bien sagrado. Así está el rural como está, dejado de la mano de Dios. Lleno de tierras fértiles esperando por quien las trabaje para dar lo mejor que tiene, un rico y abundante alimento. El periódico publicó esta semana unas cuantas noticias sobre el rural, punzantes como dagas, advirtiendo que las aldeas mueren y que, a salvo de románticos colonos, la tierra está en un barbecho eterno. El sector primario, exceptuando honrosas excepciones, es como nuestro termalismo, insisto: mucho potencial, poca realidad. Como el chaval que da patadas al balón, que parece que va para figura y no pasa de las divisiones inferiores. Decenas de manantiales sin explotar por toda la provincia, pero presidimos organismos intergalácticos que se rinden ante nuestras inertes capacidades. Llenamos las vitrinas institucionales con placas de alpaca como recuerdo de asistencia a congresos y foros, que se ennegrecen con el paso del tiempo. La Región recuperó el discurso del medio rural como el argumento de “Salvad al soldado Ryan”, enumerando sitios con menos de diez vecinos, observando que las aldeas modelo de la Xunta no tapan el agujero porque los cultivos dependen de manos muertas. No lo arregla ni Dios. El panadero Los altos costes de la energía y la despoblación obligan a algunos panaderos a replantearse el reparto de una barra de pan en remotos parajes ourensanos, como leímos aquí. Están quedando como el útimo mohicano pero al menos aguantan. Fueron bastante más flojos los bancos, que dejaron en la estacada a miles de clientes sin surcursal, diciéndoles que si quieres la pasta te espero en Internet. Se quedó la escuela sin alumnos, la Guardia Civil se reagrupó, o como se diga. Es decir, cerró el cuartel. El médico, ya ni te digo, la farmacia para qué contar. Al cura, el pobre, cualquier día le da un parrús por decir siete misas la mañana del domingo en siete parroquias diferentes. Pero los ourensanos somos gente inteligente y sabemos que cuando una puerta se cierra. una ventana de oportunidad se abre. De ahí que las inversiones programadas sean residencias de ancianos y el velatorio que ocupa la vieja escuela. A fin de cuentas sabemos que niños no volveremos a ser, pero que palmamos, eso fijo. Hasta los jabalíes Más de 1.200 aldeas de la provincia no superan la decena de vecinos, decía una informacion aquí, un día antes de que un titular a cuatro columnas informase de que los jabalíes campan al anochecer por la ciudad como una plaga urbana. Hasta estos animales se mudan con su prole al parque de San Lázaro, quien sabe si desorientados, buscando alimento ya que no lo encuentran en su hábitat natural o abducidos por los progresos de la ciudad de Jácome, que es mucho de atraer a cerdos salvajes, con perdón. Impagable el papelón de la Policía Local pastoreando a los bichos mientras decenas de móviles los graban en la faena. Se tienen el sueldo bien ganado y las horas extras que les despacha el concejal a discreción. No siempre se ven agentes resolviendo problemas puntuales de tráfico o a las puertas del cole para garantizar la seguridad de los chavales. Por la noche, entre intervenir en las reyertas del fin de semana y ahuyentar a los jabalíes de lunes a viernes, la profesión se está poniendo difícil. Hay ejemplos De los pocos ejemplos de fe en el rural, sin duda Grupo Cuevas, que año tras año en sus balances demuestra con cifras la compra a proveedores locales o las aperturas de centros de alimentación cerca de donde se necesitan. Su compromiso por la castaña está reviviendo el sector. Aceites Abril incrementa la producción de especies autóctonas. En las cuatro denominaciones de orígen del vino se están haciendo auténticos perfumes. Qué decir de Coren, pionera en el cooperativismo y en la explotación de sus recursos ganaderos. Y otras muchas firmas más, claro, que luchan contra las manos muertas. El portafotos Nuria Iglesias Nuria Iglesias preside la Asociación de Jóvenes Empresarios de Ourense, un animoso grupo que ya supera el centenar de socios que tienen más valor en una provincia con graves carencias de espíritu emprendedor. Esta semana dieron a conocer algunos números sobre su colectivo: emplean a más de medio millar de personas, facturan 36 millones de euros y exportan sus productos a una docena de países. Despliegan actividades en colegios y otros centros para explicar que no está prohibido ser empresario, mal que le pese a la ministra Belarra. Nuria transmite tesón y fe en lo que hace y aún cree que a la provincia se le puede dar la vuelta como a un calcetín, rejuvenecerla al menos en calidad, si no se puede en cantidad. De sus palabras se desprende que no tiene interés en aprovechar la pequeña plataforma para ambiciones personales mayores, tentación siempre presente en colectivos similares, hasta convertir las organizaciones en correas de transmisión política. El trabajo de los jóvenes empresarios merece una consideración y su respeto será mayor en la medida en la que la organización madure y crezca para ahuyentar una eventual imagen de club de exalumnos de colegio mayor. Ánimo, Nuria.