La prostitución: sexo a través de webcam y pago con tarjeta

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photo_camera El club de alterne Molin Rouge, situado en una margen de la N-532, en el cruce de Mandín (Verín).
"Siempre habrá contacto físico porque hay clientes que ignoran los riesgos", explica una prostituta

Los 30 clubes de alterne que abren a diario en la provincia permanecen cerrados a cal y canto, igual que la mayoría de negocios, en cumplimiento con el decreto de la situación de alarma para evitar la propagación del coronavirus. "Las pérdidas que tenemos son cuantiosas, como en cualquier otro establecimiento", asegura la gerente del club Tosca, situado en la rúa Ervedelo de la ciudad.

Tampoco se puede ejercer el oficio más viejo del mundo en la vía pública, parques o viviendas particulares, pero el negocio se resiste a desaparecer o simplemente parar de forma temporal. "Nos queda internet y ofrecer los servicios a través de webcam o en ultimo extremo por teléfono, contratar lo que se denomina una linea caliente", asegura una joven que lleva casi cinco años prestando sus servicios en la comarca de Monterrei y prefiere no facilitar su identidad.

Esta fórmula, según dice , le funciona para salir adelante con el dinero que tiene ahorrado. "No hay problema porque el cliente paga con tarjeta de crédito, no me expongo a ningún riesgo", comenta.

Y no es la única. La misma salida la escogieron varias compañeras con las que trabaja habitualmente. "El único problema es captar clientes, pero muchas ya los tenemos fijos, los conocemos de tiempo atrás y sabemos que son fiables, lo que buscan", puntualiza.

La práctica totalidad de los clubes de alterne dio a las trabajadoras de baja, fueron despedidas temporalmente. "No sabes cuándo va acabar esto, pero informé a todas las empleadas en una reunión que las  readmitiría al día siguiente de que nos permitan abrir  de nuevo las puertas", explica la gerente del Tosca.

Este mismo compromiso lo adquirieron los responsables de la mayoría del resto de clubes de la provincia.


Pisos de citas


Las fuerzas de seguridad vigilan constantemente el cierre de los bares de alterne, pero no pueden hacer lo mismo para impedir la prostitución y con ella la propagación del virus en pisos o casas de citas que funcionan de forma ilegal a modo de club. En este caso, los agentes controlan los movimientos de personas, los potenciales clientes, a los que tras identificarlos,  obligan a regresar bajo la amenaza de ser multados a permanecer en sus domicilios. "Los contactos físicos se redujeron, pero siempre los habrá pese a la situación que estamos viviendo", afirma una prostituta, identificada como M.D.A., de 35 años, puntualizando que lleva más de 10 años en el oficio. Remarca que, además, sabe de lo que habla. Me encontré con clientes que ignoran el riesgo, se niegan a utilizar preservativo y cualquier otra medida de seguridad para evitar contagios como el VIH u otras enfermedades de trasmisión sexual. ¿Crees que le importa el coronavirus?, se pregunta, recalcando que "si le exiges que tomen medidas, se marchan y buscan a otra".

Y, según su argumento, este tipo de hombres suelen encontrar mujeres, aunque, según relata M.D.A., no son jóvenes. "Son mujeres -aclara- con años de profesión que lo único que buscar es llevar dinero a casa".


El contacto virtual a través de las redes sociales


El temor a ser contagiado por coronavirus y las actuales medidas para evitar su propagación acabó con la prostitución en el casco viejo de la ciudad. Comerciantes y vecinos aseguran que en la última semana no se ven mujeres ofreciendo sus servicios en plena vía pública. Esta situación es nueva, dado que en el barrio aun quedan tres  del medio centenar de bares de alterne que había a mediados del siglo pasado.

El miedo al virus también acabo con el "ligoteo", sobre todo de homosexuales, en zonas al aire libre, como las inmediaciones de la presa de Velle y la pasarela en la desembocadura del río Loña en el cauce del Miño. Ambas zonas eran punto de encuentro entre hombres para intimidar y buscar la posibilidad de mantener relaciones sexuales, pero el virus puso punto final a los encuentros.  Lo mismo sucede en el resto de zonas, fijadas en las comarcas de Monterrei, A Limia, Carballiño y Pereiro de Aguiar.
El "ligoteo" continua pero ahora se hace a través del teléfono o ordenador, utilizando aplicaciones como Recon, Grindr y Bumble, entre otras.  Y resulta efectivo, pero para mantener sexo de forma virtual o entablar una relación de amistad para quedar hasta que no finalice la propagación del virus.

A estas zonas también se suele ejercer la prostitución masculina, pero la actual situación de alarma acabó con el oficio de lo que en el ambiente homosexual se conoce como "chaperos". En este caso, al igual que en la prostitución femenina, recurren a internet para captar clientes a través de webcam y teléfono. 

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