Los efectos del confinamiento también afectan a los animales, en concreto a los gatos callejeros. La falta de movimiento de las personas por las calles provocó que sus colonias creciesen sin que las protectoras pudiesen controlar su crecimiento. Ahora, en su época de celo, la protectora municipal Progape recibe muchos más gatos de lo habitual en estas fechas, por lo que se encuentran "saturados".
Los alimentadores de las colonias que habitan en la ciudad redujeron al máximo las visitas a estos gatos y no controlaron el estado de los mismos: "No hacían guardias con las jaulas para recogerlos, la gente tampoco andaba por la calle y no podían avisarnos de que vieran a un gata parida o a los gatitos", cuenta Area Cid, presidenta de Progape, quien afirma que el control en esos meses fue "difícil". El número de crías aumentó con las nuevas camadas, a los que se le suman "algún particular que los abandona en la colonia".
En una época de llegada masiva de gatos, el confinamiento retrasó su atención, sobrecargando Progape con estos felinos: "En estas fechas siempre estamos hasta arriba, pero con el desconfinamiento esto fue un bum", comenta Cid. La protectora atiende a "cerca de 80" gatos, tanto lactantes como adultos, de los cuales "un 70% está en casas de acogida". Durante el estado de alarma, más voluntarios se ofrecieron para acogerlos y, una vez que se recuperó el ritmo laboral, los devolvieron: "Algunos gatos pasan de estar en una casa a encontrarse ahora en una jaula", señala.
Con una media de ocho a diez gatos nuevos por semana, por lo que las adopciones no cubren el número de estos animales que entra: "No hay jaulas ni casas de acogida para todos y las adopciones, menores en verano, no hacen frente a todos los gatos que llegan", afirma Cid. La edad de estos mininos también condiciona las adopciones, ya que se decantan por los más pequeños: "Si tenemos a uno de dos meses lo prefieren antes que uno de cuatro", explica.