OPERACIÓN ZAMBURIÑA

La Pucha, en la cuerda floja una década después

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photo_camera Josefa Pérez, en el año 2001.

Una de las confidentes del grupo de drogas de la Policía de Ourense era Josefa Pérez, alias "Pucha", aunque ella lo negó ante el juez. Su estrecha relación con los agentes investigados es clave en la operación Zamburiña. 

Josefa Pérez (58 años) y sus muchos alias, Fina, Pucha, la Rubia, Pequeña, aunque también aludan a ella como "colega", "la amiga o "la señora", vuelven a infiltrarse entre las páginas de un macro-sumario por tráfico de drogas .

En esta ocasión, con un doble papel: el de confidente policial, algo que ella negó ante el juez instructor, y el de lideresa de la trama de traficantes de droga que desmanteló la operación Zamburiña.

Asuntos Internos cree esta mujer, que roza los 1,50 metros de altura, fue la principal baza con la que contaron los cuatro policías imputados para provocar entregas de droga con las que realizar operaciones exitosas, con trascendencia mediática y notoriedad en el ámbito profesional. Y, sobre todo, rápidas. Una relación policía-confidente en la que creen ver "una simbiosis de intereses". Se trata de información a cambio de protección y garantías de trabajo sin competencia en el mercado ilícito, llegando -sostienen los investigadores- a advertirla de las informaciones e informadores que la delataban.

El grupo de investigación de Asuntos Internos sostiene que los encausados introdujeron los datos de Josefa Pérez en las bases de datos informáticas policiales, aquellas que recogen todas las investigaciones desarrolladas por Policía Judicial en toda España, para tener constancia si otros grupos estaban investigándola. Los aludidos circunscriben el trato con la Rubia, constatado en conversaciones intervenidas, a palabras vanas para ganarse su confianza.

Lo cierto es que la relación de Pucha con la Policía de Ourense no es algo nuevo. En el Grupo operativo de estupefacientes de la Comisaría de As Lagoas siempre estuvo considerada como una de las principales vendedoras de droga de la ciudad.

Hace años, capitaneó el mercado de la heroína y cocaína en el casco antiguo, el barrio que la vio nacer cerca de la Trinidad. Ella misma, según confesó por carta a este diario en el año 2002, decía que la dejaban trabajar “a cambio de dinero”.

Pese a considerarla como un mujer clave en el narcotráfico ourensano y otras lides sin demostrar, en los últimos 20 años sólo le constan dos condenas por drogas: una de cuatro años y otra de seis en relación a la llamada operación Galo II, desarrollada en julio de 2001 con 20 detenidos (17 se sentaron en el banquillo y 11 fueron condenados). En ese momento, la policía la situó en la cúspide de una organización a mediana escala junto a su entonces novio Basilio Janeiro. Y pese a todo, en diciembre de 2012 en declaraciones a La Región, no guardaba rencor : “Hasta la fecha, la policía siempre me trató de maravilla”.

Última condena: seis años

Desde entonces, no había vuelto a pisar un calabozo, aunque sí la cárcel, ya que fue condenada por la Audiencia a seis años en relación a la operación Galo. Esa trama casi le cuesta la vida cuando uno de los imputados, José Manuel Carnero, el 29 de noviembre de 2012, intentó atacar con una katana a Josefa y a su entonces pareja cuando caminaban por la avenida de Buenos Aires. Basilio Janeiro sacó una navaja y mató al adversario en plena calle.

La mujer teñida de "rubio chillón", tal como la define Asuntos Internos, fue entonces testigo en primera línea de la peligrosidad de ciertas amistades.

Aquellos que la conocen o la han tratado dicen que es una mujerdiscreta, que habla lo justo, por carta se explaya más, que maneja dinero y es muy precavida (la casa de Punxín estaba dotada de muchas medidas de seguridad).

En la Policía, los más veteranos la definen como una mujer “astuta”, “peligrosa” y “manipuladora” a la que es mejor tener de cara.

Hasta en las instancias judiciales dejó pegada como mujer fuerte: mientras que Tronquito y Josito, detenidos en la Zamburiña, lloraron ante el juez al ver lo que se les venía encima (prisión provisional), ella se mantuvo incólume. Al fin y al cabo, tal como dijo hace tiempo, "tengo claro que de la cárcel se sale".

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