Queda inaugurado este pantano

Ya no hay vivas al clero y el ejército Las pretéritas inauguraciones tenían razón de ser: grandes obras públicas, casi siempre carreteras o embalses, bloques de viviendas sociales de pésimos acabados que se ponían al servicio de “los productores y sus familias”. Prendía el clásico “queda inaugurado este pantano”, que se atribuía al general. Había corte de cinta, un cura bendiciendo con el hisopo, una banda de música para amenizar y “una copa de vino español” para que los expropiados por el embalse no se quedasen fuera del festín. Los fotógrafos daban fe y las crónicas del día siguiente resumían que los actos finalizaron “con vivas al clero, el ejército y las instituciones”. Hoy las inauguraciones han perdido ese carácter bizarro, pero están en la agenda diaria de nuestros dirigentes. Pero, como no hay pantanos o viviendas sociales que poner en servicio, hay que buscar sucedáneos. Fuera de la llegada del AVE y la apertura del archivo y la biblioteca de San Francisco (para lo que hubo que esperar dos décadas), pocos fastos hay en Ourense. Es una pena porque las inauguraciones eran una forma de ir de domingo, con ropa de estrena pero en la provincia hace ya mucho tiempo que se viste de diario. Ahora es moda el vaquero roto en vez del pantalón planchado con la raya e inmortalizar el postureo en vez de demostrar con hechos que se hace algo. Es por vanidad El nivel decayó mucho, pero el ego político nunca cedió. A medida que la tecnología permite propagar la actividad institucional, no informar de ella, cundió la creencia de que una foto es un voto garantizado, pero las urnas no engordan con esas engañifas, solo la vanidad de los presumidos. Las agendas públicas no hay por dónde cogerlas, casi nunca hay nada interesante. No es nuevo, insisto. Aquí ya se han subido unos concejales a una rotonda para inaugurar un césped artificial y se bendijeron los alicatados de unos baños públicos cuando se habían cambiado los azulejos. De ahí a sacarse fotos con cajas de mascarillas cuando la pandemia solo medió un poco más de vanalidad en los cargos. Ahora estamos en la siguiente fase, la de convocar a una amplia comitiva para inaugurar un surtidor de agua caliente y esperar que haya aplausos como en Guadalix de la Sierra, el pueblo de Bienvenido Mister Marshall. Una veintena de personas rodeando a una conselleira entre edecanes, enemigos y periodistas (en qué se ha quedado nuestro trabajo, por cierto) arracimando la fuentecita. El chorro que manaba del surtidor tuvo un repentino problema prostático porque a la vuelta de dos días solo goteaba. Un mal presagio. Solo por discutir A todos estos a los que les encanta inaugurar les va a pillar con bastón o andador la puesta de largo de la estación del AVE, a juzgar por los retrasos que acumula la adjudicación de las obras. Esas y otras muchas que están en el currículum ourensano sin que nadie diga más que lo políticamente correcto. Y en ese proceso de infelicidad permanente que nos persigue el PSOE ha dicho algo esta semana. Cuentan los socialistas que si vuelven al gobierno de la ciudad recuperarán el viejo proyecto de la estación, aquel tan pintón de Norman Foster en vez del de Hacendado que se prevé ejecutar ahora. Esto también es muy ourensano: diez años después del cambiazo de proyecto aún andamos discutiendo sobre el modelo de terminal que queremos. Subsidiar o exigir Creo que se quiere inaugurar la entrega de cheques de cien euros que se tirarán desde el balcón de la Consistorial como los caramelos de los Reyes Magos. Aunque suene cruel, a una provincia tan subsidiada, que nos compren con el limosneo no debiera parecernos mal. El alivio expresado por muchos comerciantes con la paguiña significa que estamos aún peor de lo imaginado. Las genuflexas palabras de alguno de sus dirigentes deberían herir en el amor propio del sector. Más que para pedir el cheque el gremio podría levantar la mano para exigir que no se caiga el casco histórico, que haya un plan de urbanismo comercial, que se agilicen los trámites para las aperturas, que se haga de la actividad una marca, que se motive a sus profesionales para el cambio tecnológico, que exijan que la ciudad sea competitiva… Pero cansa más que coger el cheque. El portafotos Rafael Rodríguez Villarino. Rafael Rodríguez Villarino es secretario provincial del PSOE, diputado provincial y concejal en el Concello de Ourense. A esta institución llegó en el 2019 como candidato a la alcaldía de la capital tras un azaroso proceso de sustitución tras la renuncia del nominado Vázquez Barquero. Todo muy socialista por otra parte. Dirigió el grupo con más concejales de la corporación, con nueve ediles, perfectamente divididos y desorganizados desde el minuto uno. Había llegado Villarino del Amoeiro de sus amores, donde había sido alcalde, pero el aterrizaje en la ciudad fue convulso. No cuajó su liderazgo y su estrategia no encontró ni el respeto ni el respaldo de cargos ni militantes. En días pasados La Región adelantó que encabezaría la candidatura del PSOE por San Cibrao das Viñas, que no es cosa menor, que diría Rajoy. Sin embargo, ha trascendido que ha llamado a varias puertas (municipios) para buscar acomodo en sus candidaturas y no ha tenido mucho apoyo. Ahora enfoca un nuevo rumbo, legítimo por otra parte. Sospecho que más orientado a conseguir ser diputado provincial (y ver si sonase la flauta de un relevo en el gobierno actual) que preocuparse por el futuro de San Cibrao, donde le queda mucha piedra que picar. "First Dates" para el empleo Decía una información de este periódico que el 66% de los graduados en la Universidad de Vigo están ya trabajando. Falta, de todos modos, el ajuste fino sobre la empleabilidad local a la luz de las titulaciones que se imparten en el campus de Ourense, pero el trazo grueso deja motivos para el optimismo. La mayoría de las noticias que surgen en la provincia nos dejan tirados en el divan esperando por la receta del antidepresivo. Debe ser un problema de autoestima general o de inutilidad gobernante, difícil tarea la de discernir entre ambas causas. De ahí que asuntos como el citado, ahuyenten fantasmas. En días pasados también se celebró en el campus una feria en la que empresas y estudiantes se sentaron a ambos lados de la mesa para conocerse, tirando por tierra esa vieja dialéctica del explotador y el explotado. Bienvenidos los propósitos, que buena falta hacen, porque es abismal la diferencia entre el talento que retenemos y el que dejamos ir.