PLAZA DE ABASTOS DE OURENSE

‘Estos quesos los ha comido hasta Fidel Castro'

Los productos de Ángel Rodríguez se han vendido por toda España.

Las privaciones que atacan a muchos ciudadanos ni siquiera pisan el felpudo de las puertas donde viven sus dirigentes, sea cual sea el modelo de gobierno. La web del gobierno cubano cuelga discursos de sus líderes, a cuya lectura nadie obliga, pero es una tentación que se puede practicar de cuando en vez. "Les voy a decir una cosa: sin carne, sin leche, sin huevos, sin pollos, ¿para qué vale la instrucción revolucionaria?" Así arengaba a los suyos el 12 de diciembre de 1961 Fidel Castro. Más de medio siglo después las carencias de productos básicos son un hecho y la revolución (o sus réplicas) sigue bajo la batuta de su hermano Raúl. El alma mater del gobierno de la isla ha caído en tentaciones prohibidas para sus subordinados y hasta se ha chupado los dedos con el cremoso queso que le envió Ángel Rodríguez Ferreiro (63 años), un industrial quesero que tiene un puesto en la plaza de abastos de Ourense.

"Estos quesos los ha comido hasta Fidel Castro", proclama el placero como demostración de que la redondez del queso le hace ignorar las ondulaciones del terreno o la extensión marina y llega a cualquier lugar del orbe. Hará un par de años y por mediación de Emilio González (Milucho), el presidente de los empresarios del mercado, viajó a la Cuba de Fidel Castro el cremoso queso artesano, "de los desparramados", como dice Ángel. Se desconocen posibles efectos de clímax en la ingesta. Pero no solo Cuba ha sido el destino de estas piezas ya que hará una semana se han enviado docenas de quesos a un hotel de Canarias que hizo una comida gallega y, lógicamente, pidió materia prima a los orígenes. Ángel, tus quesos se han vendido por toda España, se le pregunta. "Pues sí", responde sin dudarlo, para recordar que muchos visitantes que llegan a la plaza y recalan en su puesto acaban llevándole alguno, "sobre todo gente del País Vasco o Cataluña".



CLIENTELA

Pero un quesero, ni siquiera Ángel, es incapaz de vivir de lo que compran los turistas o los antojos de Fidel Castro. Necesita muchos clientes que paguen entre 5 y 11,50 euros el kilo según sea el tipo de queso que adquieran. Confiesa que "desde hace unos treinta años sigo teniendo algún cliente fiel", lo que no impide que otros más jóvenes también se acerquen a su punto de venta. Este placero lleva 45 años en un negocio que ya tenían sus padres y al que ha dado otra dimensión porque también gestiona una charcutería y carnicería que atiende su esposa, Olga Blanco.

Se surte de los quesos que elaboran en Arzúa, Melide o Sobrado y él les da pasaporte para los hogares ourensanos o de otras procedencias.

"No me puedo quejar aunque el año pasado y lo que llevamos de este son malos, malísimos", responde Ángel Rodríguez cuando se le pregunta por cómo van las ventas. Aún así es feliz en la plaza, lugar que casi le vio nacer y que, lamentablemente, ha cambiado poco en su fisionomía. Implora una reforma "por lo menos para que sea más cómoda" y denuncia que "este desastre es culpa de los políticos, y puedes decirlo". Dicho queda.

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