Ramón Conde, uno de los escultores más reconocidos dentro de la plástica gallega, habla sobre su proceso creativo y su más reciente muestra en Zaragoza.
El escultor Ramón Conde, nacido en Ourense en 1951, es uno de los artistas plásticos contemporáneos más importantes de Galicia, cuenta con más de 30 años de trayectoria y sus esculturas monumentales ocupan las calles de Vigo y Ourense.
El escultor Ramón Conde, nacido en Ourense en 1951, es uno de los artistas plásticos contemporáneos más importantes de Galicia, cuenta con más de 30 años de trayectoria y sus esculturas monumentales ocupan las calles de Vigo y Ourense.
Su primera exposición la presentó en 1971, cuando no tenía más de 20 años, sin siquiera imaginar que su obra estaría representada en museos de Madrid, Galicia y Suramérica.
Actualmente reside en Santiago, y tiene su estudio en O Milladoiro, en las cercanías de la ciudad del Apóstol.
¿Cómo inició su camino en el mundo de la escultura?
Era pintor y el paso a la escultura fue de forma anecdótica esperando a un escultor en su estudio. Vi el barro y me puse a jugar con él. Recuerdo que hice una cabeza que podríamos llamarle estilo Isla de Pascua, me sorprendió el resultado y le perdí el miedo, así empezó todo.
¿Qué es lo más satisfactorio de su labor?
La sensación de descubrir algo nuevo. Ocurre pocas veces pero al terminar una obra tienes una sensación de orgullo íntimo y cierta sorpresa de lo que salió. No es el resultado de la voluntad ni de la intención y sólo a veces ocurre. Del curioso dilema de si en la creación hay más inspiración que trabajo, creo que es falso. Ambas cosas son imprescindibles.
¿Cuáles son sus materiales favoritos?
Creo que el barro es básico, tiene incovenientes que nuevos materiales como las plastilinas tratan de evitar. La cera tampoco me disgusta, de hecho es con lo que más trabajo en este momento. Durante años realicé mi trabajo a medio camino entre la talla y el modelado a base de trabajar con resinas y en cierto sentido lo sigo haciendo con los bronces.
¿Cómo ha sido la respuesta del público de Zaragoza hacia su exposición en la galería Zeus y que obras se incluyen en la misma?
Para mí fue una sorpresa. Siempre que expongo en lugares donde no me conocen tengo curiosidad por ver la reacción. En este caso quizá por la labor previa del galerista en la inauguración hubo muchos artistas y gente de la cultura y la acogida fue muy buena. Al exponer por primera vez suelo hacer una muestra amplia. Quiero que sea evidente la evolución del discurso y que tenga una coherencia. La verdad es que realizo una obra muy centrada en un mundo muy personal con una evolución muy sutil, por lo que considero necesario mostrar esas claves evolutivas.
¿En qué se basa para crear su obra?
La inspiración de mi obra se basa en mí para definirnos a todos, parte de mis impresiones emocionales ante el vivir cotidiano. Parto de ser un individuo similar a cualquiera que viva en la misma sociedad y tengo la pretensión de que nuestras reacciones profundas son semejantes.
Temas como la soledad y el poder son referentes en el mensaje de su obra, ¿a qué se debe?
Son dos términos que siento muy próximos, quizás por vivenciarlos muy íntimamente en la infancia y que por consiguiente marcaron mi vida. El arte permite en cierto sentido sacar estos sentimientos. Puede que esto sea una de las motivaciones más fuertes de los artistas, esa posibilidad de objetivar aquello que nos hiere o nos arrebata.
¿Se considera una persona más libre al expresarse a través del arte?
Todo lo que permita racionalizar sentimientos y conocernos nos hace más libres. Desde hace tiempo se emplean en psicología los test proyectivos y se usa el arte para estudiar la infancia, lo que representa una buena prueba de que vale como herramienta de autoconocimiento.
Actualmente reside en Santiago, y tiene su estudio en O Milladoiro, en las cercanías de la ciudad del Apóstol.
¿Cómo inició su camino en el mundo de la escultura?
Era pintor y el paso a la escultura fue de forma anecdótica esperando a un escultor en su estudio. Vi el barro y me puse a jugar con él. Recuerdo que hice una cabeza que podríamos llamarle estilo Isla de Pascua, me sorprendió el resultado y le perdí el miedo, así empezó todo.
¿Qué es lo más satisfactorio de su labor?
La sensación de descubrir algo nuevo. Ocurre pocas veces pero al terminar una obra tienes una sensación de orgullo íntimo y cierta sorpresa de lo que salió. No es el resultado de la voluntad ni de la intención y sólo a veces ocurre. Del curioso dilema de si en la creación hay más inspiración que trabajo, creo que es falso. Ambas cosas son imprescindibles.
¿Cuáles son sus materiales favoritos?
Creo que el barro es básico, tiene incovenientes que nuevos materiales como las plastilinas tratan de evitar. La cera tampoco me disgusta, de hecho es con lo que más trabajo en este momento. Durante años realicé mi trabajo a medio camino entre la talla y el modelado a base de trabajar con resinas y en cierto sentido lo sigo haciendo con los bronces.
¿Cómo ha sido la respuesta del público de Zaragoza hacia su exposición en la galería Zeus y que obras se incluyen en la misma?
Para mí fue una sorpresa. Siempre que expongo en lugares donde no me conocen tengo curiosidad por ver la reacción. En este caso quizá por la labor previa del galerista en la inauguración hubo muchos artistas y gente de la cultura y la acogida fue muy buena. Al exponer por primera vez suelo hacer una muestra amplia. Quiero que sea evidente la evolución del discurso y que tenga una coherencia. La verdad es que realizo una obra muy centrada en un mundo muy personal con una evolución muy sutil, por lo que considero necesario mostrar esas claves evolutivas.
¿En qué se basa para crear su obra?
La inspiración de mi obra se basa en mí para definirnos a todos, parte de mis impresiones emocionales ante el vivir cotidiano. Parto de ser un individuo similar a cualquiera que viva en la misma sociedad y tengo la pretensión de que nuestras reacciones profundas son semejantes.
Temas como la soledad y el poder son referentes en el mensaje de su obra, ¿a qué se debe?
Son dos términos que siento muy próximos, quizás por vivenciarlos muy íntimamente en la infancia y que por consiguiente marcaron mi vida. El arte permite en cierto sentido sacar estos sentimientos. Puede que esto sea una de las motivaciones más fuertes de los artistas, esa posibilidad de objetivar aquello que nos hiere o nos arrebata.
¿Se considera una persona más libre al expresarse a través del arte?
Todo lo que permita racionalizar sentimientos y conocernos nos hace más libres. Desde hace tiempo se emplean en psicología los test proyectivos y se usa el arte para estudiar la infancia, lo que representa una buena prueba de que vale como herramienta de autoconocimiento.
