PENITENCIARIA

Los reclusos de la cárcel de Pereiro, los únicos de Galicia que tienen piscina

PEREIRO DE AGUIAR. CENTRO PENITENCIARIO DE OURENSE. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera El patio interior del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar.

El Gobierno reabrió las instalaciones, cerradas en 2012 para ahorrar

Las personas que cumplen condena en la cárcel de Pereiro de Aguiar pueden disfrutar este verano de una piscina al aire libre. Instituciones Penitenciarias decidió reabrir las dos que hay en el centro, que permanecían cerradas desde 2012 por decisión del Ministerio del Interior para reducir gastos a causa de la crisis económica.

Una de las piscinas está en el módulo de mujeres -sola la utilizan las reclusas- y tiene 25 metros cúbicos.

La otra es un poco más grande, 40 metros cúbicos, y está situada en las instalaciones que utiliza la comunidad terapéutica.

El centro penitenciario ourensano es el único que ofrece este servicio en Galicia. En el resto del territorio Nacional, Instituciones Penitenciarias reabrió otras 25 piscinas para uso de los reclusos en las cárceles en diferentes provincias. La más grande es la de Topas (Salamanca) con 765 metros cúbicos de agua.

En la prisión de Pereiro declinaron hacer público la puesta en funcionamiento de las dos piscinas, que, según pudo saber este periódico, no abrieron al mismo tiempo por falta de socorrista.

La primera en ser utilizada fue la del módulo de mujeres, mientras que la de la comunidad terapéutica reabrió hace unas semanas para ser utilizada por reclusos que participan en los distintos programas de reinserción y los que están a punto de finalizar la condena.


Deterioradas


Las dos piscinas fueron remozadas dado que se habían deteriorado con el pasado del tiempo. Los trabajos los realizó una empresa especializada por encargo de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, cuyos técnicos encargaron con anterioridad un informe a los responsables del centro penitenciario sobre el estado que presentaban cada una de las instalaciones.

La medida fue bien acogida entre la comunidad reclusa. Sin embargo, según pudo saber este periódico, cogió por sorpresa a los funcionarios y directivos del penal, que tuvieron que reestructurar servicios de vigilancia para controlar a los bañistas en la piscina y en su entorno. 

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