Reflexiones sobre las guerras

Soldados españoles en una posición durante la guerra de África.
photo_camera Soldados españoles en una posición durante la guerra de África.
Sí, todos pierden, pero un poco menos los vencedores que siempre obtienen botín, a no ser que les suceda lo que a Pirro


Decía un conferenciante, general en la reserva, que en la guerra pierden todos, que sí, pero no se puede discutir que las guerras habidas sirvieron para formar reinos, imperios… que los avasalladores y arrasadores conquistadores que en el mundo ha habido, ampliaban su territorio, robaban, violaban, asesinaban, incrementaban su patrimonio. Entonces ¿qué perdían? La guerra o esas que dijo, 15.000 casi, que en el mundo hubo, yo pienso que muchas más desde que el primate descendió del árbol, hace más de 4 millones de años, cuando ya se peleaba con sus congéneres, pero que, con el fenómeno neolítico del sedentarismo, se multiplicaron los conflictos. Entonces, no se pueden contabilizar las guerras sino ateniéndonos a un mero, y por ende, falible cálculo.

Retrotrayéndonos a nuestro espacio peninsular la guerra fue un permanente estado y ya cuando la historia se asienta; por acá, y por allá combatían (los hallazgos de Atapuerca nos dan luz sobre ello) las tribus por las mujeres, el territorio o el ganado. En la era de la romanización, asentada la famosa pax romana o augustea, después de dos siglos de cruentas luchas, hubo guerrillas, y los bagaudas hicieron o desestabilizaron, más que la cultura latina, el imperio; luego la era de las invasiones de los germanos de Centroeuropa, los ocho siglos sin tregua cuando los musulmanes se hicieron con la península despreciando los fríos cantábricos donde los montañeses se hicieron fuertes e iniciaron la llamada reconquista y otros guerreros del oriente hispano, lo mismo. En fin, que también los llamados reinos cristianos se las tenían entre sí y el mismo Cid estuvo como a modo de condottiero (mercenario) al servicio del rey moro de Zaragoza. Se le exaltó por siglos como el paradigma de la cristiandad en la Reconquista. Esa España guerrera siempre ávida en guerras, continuaría en los más recientes tiempos con guerras de Sucesión, Independencia, carlistas, etc. En estas guerras perdimos todos y en la última Civil, ya ni te cuento, cuando el país cabalgaba hacia la modernidad y los mílicos conjurados, nostálgicos de una monarquía falaz, inoperante y hasta criminal, apoyados por la Iglesia, el capital, las oligarquías… provocaban el gran conflicto apropiándose del concepto de nacionales y llamando a los republicanos, rebeldes. Les funcionó a esos inoperantes militarotes africanistas que precisaron de tres años de guerra para hacer del país tierra quemada que esa era el modus operandi del invicto Caudillo, por la gracia de Dios y por España, que se decía.

Pero volviendo al conferenciante que nos dijo que el 23-F fue una chapuza; cierto que sí, por su resultado, pero no obra de unos cuantos guardias civiles engañados (no sus mandos). Detrás había un Armada, un Miláns del Bosch que se había levantado en Valencia, otras fuerzas de las cercanías de Madrid, más otras muchas que estuvieron agazapados por todas las Capitanías del país. Se hallarían después, listas de prohombres, considerados de izquierdas, a eliminar en cada provincia. Así que la chapuza, obra de unos conspirados a los que la indecisión real iba desanimando, hasta que el rey apareció horas más tarde como salvator patriae, cuando sospechoso su silencio. El conferenciante haría referencia a otros aspectos, como bajo la influencia de heredadas raíces de un abuelo, el general Fidel Dávila que tomaría el mando de los ejércitos rebeldes del Norte en las llamadas conquistas de las Vascongadas, Cantabria y Asturias, luego ministro de la guerra de Franco y jefe de su estado mayor. En fin, creo que no se puede calificar al ejército español como una ONG cuando desplegado en misiones de paz por el mundo, bajo el paraguas de la ONU, aunque él prefiera verlos combatiendo en Irak o Afganistán como es bien sabido que estuvieron y bajas por decenas tuvieron, ni a la UME, como superflua porque ya en el ejército otras unidades tal función ejercían.

En cuanto a la autoridad real, como cierta nostalgia de aquellos monarcas, salvo el felón Fernando VII, cuando evocó que el rey hogaño solo nominal jefe de los ejércitos como queriendo indicar que debería ejercer como jefe de ellos. Un despropósito que esperaba aclarara su colega de armas, también en el retiro o reserva, el coronel Willy, allí presente, cuando intervino con una pregunta; yo no dudo del sentido de la democracia que Willy tiene, a tenor de sus palabras y hechos que hacen de él un exmilitar atípico, como si de una incongruencia con un progenitor que capitán general fue en la dictadura.

Más perlas habrían de sacarse de la conferencia a la que acudí creyendo que iban a hablar de las guerras modernas, de drones y de gran tecnología pero en las que los muertos en el campo de batalla siguen sumándose como siempre por millares, y recordando que en la Segunda Guerra Mundial murieron casi 20 millones de combatientes y casi el doble de civiles, que, como siempre unos hacen la guerra y mueren pero causan más muertes, digamos colateralmente, siguiendo la doctrina guerrera de siempre: golpea al entorno de tu enemigo y lograrás la victoria. De ahí los masivos bombardeos sobre las ciudades alemanas en la II Guerra hasta coventrizar (llamado así por la bombardeada y arrasada hasta los cimientos ciudad inglesa de Coventry) todas las poblaciones. Un ejemplo reciente lo tenemos en la guerra de Siria, con Alepo, esa monumental ciudad, patrimonio mundial, sin viso de casa alguna en pie sino que todas a escombros reducidas, murallas incluidas.

Bella matribus detestata (las guerras, odiadas por las madres), sí, pero hechas por hombres que en muchos casos las provocan para obtener mando, riqueza, territorio… Sí, todos pierden, pero un poco menos los vencedores que siempre obtienen botín de guerra, a no ser que les suceda lo que a Pirro, el rey del Epiro vencedor de los romanos, cuando contempló que sus bajas, a pesar de la victoria, eran mayores que las del vencido.

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