Las iglesias van retomando su actividad normal a medida que avanza el verano. Ayer comenzaron a celebrarse en Ourense las primeras comuniones de una decena de niños que, junto a sus familias, conmemoraron el evento religioso dentro de los límites que marca la nueva normalidad.
Luis Rodríguez, párroco de San Pío X, ofició la ceremonia de Óscar, Águeda y Cristian, tres niños que, junto a los 31 invitados presentes, acudieron a la iglesia ourensana en un día que supuso el primer contacto de esta parroquia con la aplicación del protocolo en acontecimientos religiosos de gran envergadura.
"Fue un acto sencillo. Instamos a los papás a no venir con mucha gente", explica Rodríguez, que achaca la reservada asistencia a que "mucha gente se marcha a los pueblos durante el fin de semana", y añade que "se guardó un estricto control de mascarilla y los protocolos", salvo "en el núcleo familiar de los pequeños, para que estuviesen más tranquilos".
El párroco se mostró "sorprendido" por la entereza de los niños, que, en su opinión, "han sido el sector de la población que menos problemas ha dado durante el confinamiento", y destacó que incluso "participaron con algo sencillo en la ceremonia, a través de un micrófono habilitado sólo para ellos en una esquina del altar".
A vueltas con el protocolo
Con el aforo limitado, el templo religioso cuenta con una capacidad de 190 personas, que el sacerdote espera no superar en las próximas semanas, imponiendo un tope de asistencia de 20 personas por niño, ya que continuarán con estas celebraciones hasta el 23 de agosto, fecha en la cual pasarán a oficiar las comuniones más grandes, en las que habrá hasta siete u ocho infantes al mismo tiempo.
"Aunque nos digan que es un 75 por ciento de aforo, en nuestra iglesia eso son más de cien personas, e incompatible con la distancia de seguridad, ya que no se respetaría por falta de espacio", reflexiona, al tiempo que recordaba que la situación del resto de iglesias de la zona "puede ser más complicada que aquí debido al tamaño".
