“Respetemos a los locos de los gatos para un mundo mejor”

Vecinos y amigos de Marián la recordaron ayer con flores.
photo_camera Vecinos y amigos de Marián la recordaron ayer con flores. (FOTO: M. PINAL)

Este sábado se cumplió un año de la muerte de Marián Blanco, quien dio su vida por el cuidado de los gatos callejeros que rondan el río Barbaña, y un grupo de vecinos la recordó con flores y lágrimas

Hoy y siempre te vamos a recordar, Marián, una parte de ti va a vivir dentro de nosotros para hacernos mejores personas, que no caiga nunca en el olvido tu trabajo y bondad”, fueron las palabras con las que Montse Reza recordó ayer a la que fue su amiga, antes de arrojar, junto a otros vecinos de la ciudad, ramos de flores en el lugar donde esta ourensana perdió la vida hace un año, el mismo en el que tantas otras veces dio todo lo que tenía por sus gatos.

Los felinos que rondan las inmediaciones del río Barbaña no se hicieron presentes en el emotivo acto de homenaje, quizás fue su forma de mostrar su dolor por la falta de una persona que “se alimentaba del bienestar de su propia bondad”, ya que el otro alimento, el físico, lo reservaba para sus amados animales. Y fue así, haciendo lo que más le gustaba, como murió, tras un paso en falso que la arrojó al río del que nunca pudo salir.

Las personas que la conocieron destacan que “luchar por el bienestar de sus gatos era una motivación de vida”, y “su trabajo siempre fue incesable, no lo dejó ni un solo día, ni con lluvia, frío, viento, temporales, olas de calor, enfermedad o covid”. Su legado será la empatía por todos los seres vivos, la misma que sienten otras tantas personas que cada día dedican parte de su tiempo libre a ayudar, para que los gatos no noten la falta de una de sus principales cuidadoras.

LOS FELINOS, BIEN CUIDADOS

“Ahora suelo venir al mismo sitio al que venía Marián, le llevo de comer todas las veces que puedo”, afirmó Chelo González, quien también dedica su vida al cuidado de los mininos callejeros, al igual que hace Puri Rodríguez, para quien la fallecida “trabajaba y se privaba de sus cosas para llevar a sus gatos al veterinario, darles de comer, y vivió para lo que le gustaba, no todos pueden decir eso”. Ella perdió su vida, pero salvó las de los más necesitados. “Los gatos solo tienen nuestra ayuda, no pueden ponerse a pedir en una iglesia”, aseguró Rodríguez.

A Marián “lo que la llenaba de satisfacción era ver a sus animales bien, olvidaba que no tenía dinero, sus problemas de salud y todos sus males, la satisfacía por completo ayudar a los animales, porque hay poca gente que las entiende”. No todo el mundo entiende a los gatos ni a las personas que se sacrifican por cuidarlos, tantas veces retratados como locos y personas dementes, aunque, como dijo Reza, “respetemos a los locos y a las locas de los gatos, y empecemos a construir un mundo mejor desde ya”.

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