Rodrigo Cortés: "Amo las palabras. Desde pequeño, siento una extraña sensibilidad hacia ellas"

Rodrigo Cortés.
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El autor ourensano publica "Verbolario", un sorprendente diccionario alternativo que es para él un “acto de amor por la palabra y por el libro"

Después de siete años y más de 2.500 definiciones, el escritor y cineasta ourensano Rodrigo Cortés publica "Verbolario", un sorprendente diccionario alternativo que es para él un “acto de amor por la palabra y por el libro",  y que “se ve tanto con los ojos como con las yemas de los dedos”.

Como explica en una entrevista a su paso por Zaragoza, esta recopilación de palabras publicadas día a día en ABC acompañadas de su “significado oculto” guarda espacio “para lo poético, para lo filosófico, para lo directamente humorístico, para lo irreverente y, sobre todo, para lo divertido”.

Dice su "Verbolario" que la inspiración es un “sí en un páramo de noes”. ¿Cómo la ha encontrado a lo largo de más de dos mil días?

Si esperas a la inspiración en general en el mundo de la creación estás muerto. Muy pocas veces hay destellos creadores que uno robe del ambiente y se apropie. La mayoría de las veces tiene más que ver con el pico y la pala. Muchas veces, lo que hago es ponerme la radio o leer un artículo, y voy a estar oyendo voces que de forma intuitiva me parece que tienen potencial o una sonoridad especial. No busco que sean lemas definitivos, me vale tanto “demografía” como “silla”. Y cuando tengo 20 o 30 me siento a enredar con ellas, a ver qué me inspiran o en qué parte del cerebro me rebotan.

"Verbolario" es una exhibición de “ingenio”, palabra que usted define como “facultad cultivada por quien carece de habilidades concretas”. Después de películas como "Buried" o libros como "Los años extraordinarios", no parece su caso.

¡Sí, ese soy yo! Y por eso aquí caben más de 2.000 tonterías que tienen como mayor mérito que no sirven absolutamente para nada. Las cosas que de verdad me importan no sirven para nada. Y probablemente, el mayor alcance del Réquiem de Mozart o la Novena de Beethoven, con las que obviamente no me comparo, no es solo que carecen de significado, sino que no sirven para nada, solo para mejorar el mundo.

El libro está lleno de ironía, “figura retórica que estimula la demanda de aclaraciones”. ¿Se está perdiendo la capacidad de captarla?

No, solo hay gente muy concreta y muy específica que está perdiendo la capacidad de querer captarla. La ironía de forma literal define una cosa con su contraria, que es lo que hace "Verbolario" principalmente, tratar de acceder al significado secreto u oculto de las cosas que es casi siempre el contrario.

Y su libro también va cargado de sátira: “Realismo envuelto en papel de lija”. ¿Tenemos ahora la piel un poco más fina?

Insisto en que no. Son solo determinados representantes de la exposición más pública, en medios de comunicación o un puñado de personajes que se consideran élite, que dedican el día a dar lecciones que nadie les ha pedido y a las que nadie atiende en realidad. La gente no solo se maneja bien con la ironía, sino que la usa de forma constante y el humor es parte consustancial de la vida de cualquiera.

Dice de escribir que es “sembrar un campo yermo con la esperanza de que alguien lo riegue”. ¿Qué le ha aportado la escritura?

Es una forma inevitable e irrenunciable de expresión que es importante para mí desde casi la infancia. Amo el lenguaje, amo las palabras. Desde pequeño sentí una extraña sensibilidad hacia ellas. En lo personal, no hay cámara sin pluma ni pluma sin cámara, no sabría expresarme sin recurrir a ambas y a la vez no las confundo.

Ahora, las 2.500 palabras ya tienen una residencia fija, este libro. ¿Qué le ha parecido el resultado?

Recibí la propuesta de editar el libro hace unos años, pero me parecía que necesitaba acumular un corpus robusto antes de merecer ser libro. Después de 7 años y más de 2.500 definiciones me parecía que era el momento, pero que solo tenía sentido en la forma de una edición muy especial. Por eso esta edición recrea casi los diccionarios escolares, o los herbarios, con ese formato pequeño, encuadernación holandesa en pasta, el forro de tela por el que uno pasea las yemas... De hecho, es un libro que se ve tanto con los ojos como con las yemas. Estoy muy feliz de ver que eso ha llegado a buen término y haberme sentido tan apoyado por la editorial, porque ha hecho falta mucha gente dedicando mucho amor. 

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