Crisis del coronavirus

El sábado, palabras mayores

Ourense. 27/04/2020. Entrevista a Armando Lastra.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Armando, en su domicilio de la avenida de Marín, en la ciudad. //Foto: Xesús Fariñas
Ganas de respirar, temor al virus y responsabilidad por cumplir con las normas se mezclan en los ourensanos de más de 65 años, que cuentan los días para una salida a la calle limitada y con restricciones que se producirá este fin de semana

Será su "Día D". Si no hay cambios de última hora, este sábado 2 de mayo se abrirán las puertas de casa para los mayores. La calle espera. Con restricciones de tiempo y espacio, pero un paso clave en esta desescalada que empezó con los niños y que debería acabar con un regreso progresivo a la normalidad. A la nueva normalidad. Entre las cuatro paredes, los mayores esperan su turno en una mezcla de ganas, responsabilidad y, también, temor. Saben que son un grupo de riesgo. El principal. Alguno a tenido una pérdida cercana estas semanas y duele. Pero confían en que todo salga bien. La opción de ver más cerca a sus nietos o de oxigenarse anima a cualquiera. 

"Soy una persona que tiene que caminar para estar bien y llevo semanas sin poder hacerlo salvo por casa. Pero tenemos que hacerlo y cumplir para salir de esta pandemia. Tenemos que colaborar todos y arrimar el hombro. Incluso tenemos citas médicas para el lunes y a ver si podemos ir. Pero es buena noticia, normal, poder salir y pasear un tiempo. Eso sí, siempre con la distancia y con mascarillas", señala Ana, de 71 años y vecina de  Calvelle, en Pereiro de Aguiar.

Vive con su marido. 52 años de casados les contemplan. Ambos, con ganas de acercarse un poco más a los pequeños de la familia, algo que el confinamiento les ha impedido en las últimas semanas. "Tengo una bisnieta de 18 meses y solo la puede ver estando yo en mi balcón y ella abajo. La pequeña me dice 'ven, ven', pero yo no puedo. Los mayores tenemos que tener esa responsabilidad. Ahora bien, ¡qué ganas tengo de achucharla! Le estoy guardando los abrazos para dárselos cuando esto pase", afirma Ana con emoción en la voz. A un nieto, de 15 años, y que vive en Ourense capital lleva más tiempo sin verlo. Desde que empezó todo. "Video

A otro nieto de 15 años lleva más tiempo sin verlo. Vive en Ourense capital. Las videollamadas, las mejores aliadas para mantener el contacto. "Bendita tecnología", recalca Ana.

mtp9101Ana y su marido, en el balcón de su residencia en Calvelle, en Pereiro de Aguiar. 

Menos tensión

Unos medios que también utilizan Armando e Isabel, vecinos de la capital, con nietos repartidos entre su mismo barrio, Pereiro de Aguiar y Murcia. Él mira con optimismo hacia una libertad limitada que, a falta de concretar tiempos y formas, puede sentar bien a los mayores. "Yo creo que el confinamiento nos está llevando a extremos que, a veces, rozan la locura. Formas de comportarse... nos podemos agresivos de forma completamente ilógica. Yo personalmente opino que sí debemos salir. Son muchos días y muchas horas de esos días encerrados. Debemos tener las casas más limpias del mundo ya", ironiza Armando de 74 años.

"A mi bisnieta de 18 meses le estoy guardando todos los abrazos para dárselos cuando esto acabe", apunta ana, de 71 años

"Debemos salir ya, son muchos días de confinamiento y muchas horas al día", señala armando, vecino de 74 años

"Un paseo se da de buena gana. lo mejor es que ya vamos restando días y no sumando", afirma conchita a sus 90 años

Sabe que cuando la puerta se abra, las precauciones tienen que ser totales. Sentido común. Un trabajo de aprendizaje que debe dar sus frutos desde el sábado. "Por la edad somos personas de riesgo, y mi mujer tiene una enfermedad respiratoria que la mantuvo ingresada tres veces el pasado año, nada que ver con el coronavirus. La mayoría de los abuelos estamos esperando el momento de ver a los nietos. Sabemos que no podemos abrazarlos. Y los niños lo saben, están responsabilizados", apunta Armando desde su vivienda en la Avenida de Marín.

Al otro lado del río, Conchita Rodríguez que, a sus 90 años, vio como el virus cortaba de raíz sus paseos matinales y vespertinos. "Un poco de salida no viene mal. Yo trato de mantenerme activa subiendo y bajando escaleras. Es que a mis años, si no me muevo un poco, me quedo estancada. A ver si se puede ya. Un paseo se da de buena gana para respirar. Vivo en una casa que tiene buenas vistas y todo se hace un poco más llevadero. De ánimo lo llevo bien, soy bastante positiva. Ya vamos restando más que sumando", matiza con un argumento lleno de optimismo.

En esa línea está Ramón Diz, de 69 años, vecino del Couto. "A ver si no se echan para atrás los que mandan", bromea. "Es necesario. Una hora o hasta media hora, pero poder despejarse. Ahora solo bajo a la compra y hasta vas con tensión. Necesitamos algo más. Me da igual que haga sol o hasta que llueva. Creo que nos vendrá bien a todos, a la cabeza y al cuerpo, que sé de amigos que han acusado mucho este encierro. Se oxidaron, podíamos decir", apunta.

Compromiso

Alguna reserva más tiene Tito Piñeiro, a punto de cumplir los 64 años y ligeramente desmoralizado por las imágenes de padres, madres y niños apelotonados en las grandes ciudades. "Tengo una hija en Madrid y otra en Barcelona. Y me preocupa sobre todo la de Madrid, donde la situación es muy complicada. Tiene tres niños pequeños y el domingo decidió no salir con ellos porque se esperaba que fuese un desastre y no hubiera responsabilidad. Tras ver las imágenes de como fue, tenía razón".

Pese a todo Piñeiro confía en que los mayores tomen nota y se comporten a la altura de las circunstancias. "Yo estoy seguro de que los mayores vamos a salir con responsabilidad y todo irá bien".

Es el deseo de todos. Sobran ganas y mentalización por hacerlo bien. Un poco de gasolina para un motor que no quiere parar. Los mayores miran el calendario esperando algo tan barato como importarte: oxígeno.

“Salir es fundamental para el bienestar del cuerpo y la mente"

Los argumentos personales para apoyar una salida controlada de los mayores, se complementan con las razones de josequirogasalud. Mental y física. La apertura de la puerta es la apertura a un bienestar necesario llegados a ciertas edades. Así lo ve José Quiroga, médico jubilado de 73 años. Está a ambos lados. Habla como mayor y como experto en medicina. "Es absolutamente fundamental. Como soy traumatólogo tengo que decir que la movilidad es fundamental. Los mayores tenemos una enorme tendencia a perder masa muscular si estamos mucho tiempo quietos. La vida de cama-sillón dando tres pasitos mal contados es absolutamente destructiva. La masa muscular se pierde y se nota a simple viste. Es muy difícil recuperarla. Además, como no hay gasto, la dieta puede tener menos proteínas y el músculo se destruye", señala Quiroga.

"Vamos a recuperar y valorar más aquellas cosas que habíamos perdido este tiempo" 

Y como el rendimiento del cuerpo va estrechamente ligado a la cabeza (y viceversa) el tiempo de libertad  supondrá un antes y un después para los mayores. "Entre cuatro paredes, la cabeza ... Como uno no tenga aficiones como leer y se dedique a ver todo el rato la televisión puede quedar como un 'zombie'. Nos vamos a encontrar todos muchos mejor. Ver aquel arbolito de mi calle que llevo sin ver 40 días, será fenomenal. Dar un paseo con la mujer, algo maravilloso. Vamos a recuperar y a valorar esas cosas que habíamos perdido durante este tiempo", afirma José Quiroga.

En su caso personal, ya se imagina como puede ser su sábado. "Estoy muy contento. Primero porque vamos llegando hasta aquí, que muchos se han quedado por el camino. Y ya no digo la suerte de los que puedan ver a un nieto, aunque sea de acera a acera. A mi no me caerá esa breva. ¿El primer día de salida? Tengo que ver las restricciones y los detalles, pero tanto mi mujer como yo somos aficionados a la marcha nórdica. Si nos dejan, aunque sea por nuestro entorno, cogeremos los bastones e iremos a mover todas las articulaciones", destaca este médico jubilado.

Buena noticia
Luis Quintas, por su parte, ha tenido que dejar aparcadas sus reivindicaciones como presidente de la plataforma de retornados de Ourense por causas de fuerza mayor. La guerra es otra ahora mismo. Y entre batalla y batalla, también ve con buenos ojos un respiro. "Lo veo como una buena noticia. Y espero que nosotros seamos responsables y luisquintasestemos a la altura. Que no nos den la mano y cojamos el brazo. Que parece que si abren un bar ahora, habría colas. Tenemos que tener en mente que no estamos en unas circunstancias normales", recuerda con la experiencia que das sus 72 años.

"Es una buena noticia, pero seamos responsables. que no nos den la mano y cojamos el brazo"

El cuidado lo lleva en el cuerpo. Habla con conocimiento de causa. "Hay miedo. Si nos pega... tenemos más peligro que una persona joven. Soy asmático, tengo problemas de respiración y debo que tener cuidado. Pero echo de menos desplazarme. No está resultando nada cómodo. Y vas con miedo porque te puede caer una multa. Iba el otro día en coche al supermercado y la Policía Local me mandó dar la vuelta porque tenía otro establecimiento más cercano. Un tipo especial", sentencia Quintas desde su vivienda en San Cibrao, acompañado de su esposa y un hijo.

Más hacia el centro, está María Neira, de 78 años. Vive sola tras enviudar y tiene dos nietos a los que ansía ver. Pero están a una hora de distancia por carretera, en Vigo, y sabe que tendrá que esperar, más allá de las videollamadas.

"¿SI TENGO MÁS GANAS DE SALIR QUE MIEDO? no nos podemos quedar sentados perdiendo vida"

"Por circunstancias de la vida he tenido que vivir momentos duros. Supongo que como otra mucha gente de mi quinta. marianeiraEsta crisis es muy fastidiada, pero la he sabido llevar. Ahora, que nos permitan salir un rato al día es una bendición. Si te digo la verdad, tal y como estaban las cosas, lo veía aún más lejano", confiesa la ourensana.
"¿Si tengo más ganas que miedo? Sí. Creo que estamos aprendiendo. Salir voy a salir, pero lo haré con mi mascarilla, mis guantes y toda la precaución del mundo. Si no salgo, seguramente no me contagie. Pero pierdo otras muchas cosas. No nos podemos quedar sentados perdiendo vida", destaca.

Ahí encuentra el aval de más profesionales de la sanidad. Desde la psicología, se considera necesario empezar a retomar con cautela antiguas rutinas. "Hay mayores asfixiados por una situación que tiene perjuicios psicológicos y físicos. Son personas que pueden tener artrosis o artritis y necesitan movimiento de forma habitual. Muchos no tienen un patio o un jardín donde poder hacerlo. Desde el punto de vista mental, la necesidad del contacto, de ver a sus vecinos, es muy importante. Con las medidas de seguridad adecuadas, es necesario flexibilizar su confinamiento", opina la psicóloga Carmen Espinosa.

Ya está cerca. Cuestión de días para satisfacer una demanda de, cada vez, más personas.

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