CRÓNICA

San Lázaro, fuego y azúcar

Una vez al año, el Parque de San Lázaro se convierte en el centro de la vida social de Ourense. Las "Madamitas" pusieron el ruido y las rosquillas, el sabor.

Sencillez y tradición. Dos elementos que describen perfectamente la celebración del San Lázaro en la ciudad de Ourense. Una fiesta que, sin haber cambiado casi ninguna de sus características con el paso de los años, sigue consolidada como uno de los eventos populares y familiares más exitosos.

Se calcula que el Parque de San Lázaro es el centro geográfico de la ciudad, pero durante estas fiestas se convierte también en el centro de la vida social. Las "Madamitas", auténticas protagonistas del domingo previo a Ramos acaparan la atención, rodeadas del frecuente ejército de puestos de rosquillas, pan y dulces que, parece, este año no logran convencer a tantos compradores como en otras ocasiones.

"Las ventas van un poquito flojas, debe ser cosas de la crisis", dice Pablo Duarte, cuyo puesto de dulces visita Ourense procedente de Porriño desde hace más de 15 años. Las mismas percepciones muestra Eliecer López, también de Porriño, que asegura que las ventas "baixaron a causa da crise e tamén porque hai máis competencia que antes". Incluso Rosa Covelo, cuyo puesto procede de Ponteareas, asegura que "estas festas están decaendo porque a xente é cada vez máis relixiosa".

Efectivamente, la religión juega una parte muy importante en la celebración que honra a uno de los santos más venerados de la ciudad. La parroquia de Santo Domingo albergó la tradicional misa que recuerda el evangélico "¡levántate y anda!", a la que siguió una procesión que recorrió las calles del centro urbano, donde el alcalde, Agustín Fernández, y la corporación municipal acompañaron la imagen del resucitado.

Pero la parte más vistosa y "sonora" de la fiesta son, cómo no, las "Madamitas". La Banda Municipal amenizó el ambiente hasta que, de repente, se hizo el silencio en el Parque de San Lázaro. Cerca de 2.000 personas esperando que las cuatro figuras comenzasen a dar vueltas y, para sorpresa de todos, a cobrar vida antes de estallar. Remaron los barqueros, movió la batuta el director de orquesta, regatearon los futbolistas bajo la asustada mirada de los más pequeños, reyes auténticos de la fiesta. San Lázaro demuestra que si de niño no lloraste con las "Madamitas", no te has criado en Ourense.

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