EN OURENSE

San Rosendo, más allá de los ancianos

<p></p>
photo_camera Miembros del coro de la residencia para personas con discapacidad psíquica de Valverde de Allariz.

La labor de la Fundación San Rosendo está ligada a Benigno Moure, que desde 1972 desarrolló iniciativas que trascienden la prestación de servicios a personas mayores. Presta atención a personas alcohólicas o con discapacidad

La figura del sacerdote Benigno Moure (Arnoia, 1932) es clave para entender el servicio que la Fundación San Rosendo presta en la actualidad a colectivos desfavorecidos como personas mayores, con diversidad funcional o con adicción al alcohol, acogidos en 70 residencias a lo largo de Galicia.

Los orígenes de la entidad se remontan a 1972, año en el que el exobispo de Ourense Temiño Sáez nombra a Benigno Moure Delegado Episcopal y director de Cáritas Diocesana de Ourense. Desde aquel entonces, su cometido se centró en dar solución a las necesidades más acuciantes de la sociedad ourensana. La primera que detectó fue la falta de guarderías que cuidaran de niños ourensanos mientras sus padres trabajaban. Surgía así la guardería A Casiña en el patio del Obispado. La implicación de Moure con este colectivo fue más allá creando las Colonias Infantiles que permitieron a niños y familias disfrutar de vacaciones estivales en la costa.

En 1973, Cáritas Diocesana puso en marcha la Escuela Especial, situada por aquel entonces en el patio del Obispado, para niños mendigos y de etnia gitana no escolarizados. Meses más tarde, llegó el Club de los Sordomudos.

Una de las iniciativas más deseadas por el equipo de Benigno Moure fue la construcción de 40 viviendas sociales en As Lagoas en 1974. Desde la institución, afirman que muchos ourensanos acudieron a las oficinas de Cáritas para solicitar uno de estos pisos. En este mismo barrio, en 1977 comenzó a funcionar la guardería de A Casiña con 100 plazas para hijos de mujeres trabajadoras. Moure también ayudó a mujeres maltratadas.

Para el actual presidente de la entidad, José Luis Gavela, la clave del éxito de la Fundación San Rosendo fue la visión de ir por delante de lo establecido. Precisamente, Benigno Moure descubrió en 1976, coincidiendo con su participación en el Concilio gallego, la despoblación que se registra en la provincia en la actualidad. Fue a raíz de impartir cursos de la Obra Social del Ministerio de Trabajo a cerca de 4.000 ourensanos que emigraron a Suiza y Alemania.

Pero hablar de Fundación San Rosendo, constituida como tal en 1992, no solo es centrarse en las residencias para personas mayores sino también en centros que prestan servicio a personas con discapacidad. La primera residencia con este cometido se localiza en el Pazo de Santa Catalina de Cornoces, en Amoeiro, cedido en 1978 por las Hijas de la Caridad.

Cuatro años más tarde entró en funcionamiento la residencia Valverde de Allariz. En la actualidad, 47 varones permanecen en este centro. Presentan una discapacidad psíquica y, en su mayoría, llevan asociado un trastorno psiquiátrico como la esquizofrenia. La edad de los usuarios es heterogénea. El más joven tiene 21 años y, el mayor, 67 años. El director y psicólogo del centro, José Carlos de Prado, destaca la labor de la Fundación San Rosendo con este colectivo una vez que terminan su etapa escolar. "Unha vez que a Consellería de Educación xa non pode atendelos realmente atópanse con un vacío. Este centro da acubillo a toda esta xente que, hai 40 anos permanecía a cargo dos pais, moitas veces moi maiores e que non podían atendelos como realmente require a súa enfermidade".

Las líneas de actuación están encaminadas a que este colectivo adquiera habilidades sociales y de manejo de estrés, trabajando la memoria, la atención y otras cuestiones de tipo cognitivo. Para ello, cuentan con talleres de ergoterapia (manualidades), en los que los usuarios realizan cestas, cuadros y máscaras. También, organizan actividades encaminadas a mejorar su orientación espacio temporal. "O obxectivo é que lembren as festas tradicionais, lemos a prensa diaria e facemos actividades relacionadas co cálculo como restas, sumas, divisións ou raíces cadradas", indica. En el ámbito de la estimulación sensorial, cuentan con un coro en el que ensayan diferentes canciones coordinados por el trabajador Antonio Varela, que también es músico de profesión con el grupo "En mala hora".

Para la consecución de estos objetivos, José Carlos de Prado destaca la importancia del apoyo familiar: "É fundamental coordinarse ca familia. Tamén é importante que o colectivo que temos aquí poida saír nas fins de semana ou nas vacacións para que non perdan o contacto cos seus pais ou irmáns". Un contacto para desconectar de la rutina de la residencia. "Están aquí durante moitos anos. A estancia dos nosos usuarios non é curta, senón a medio-longo prazo. Por exemplo, hai xente que entrou hai 20 anos e seguen aquí", matiza. En este centro, trabaja un equipo multidisciplinar de 26 personas.

La asistencia al usuario alcohólico siempre ha sido una prioridad para Benigno Moure. Una realidad en aumento en la sociedad ourensana que le llevó a la creación en 1986 de la Unidad Terapéutica Sagrada Familia, emplazada en Santa Cruz de Arrabaldo. Se trata de un centro especializado que trata a personas con adicción al alcohol, que pueden llevar asociadas patologías físicas, problemas de personalidad, depresión o consumo de otras sustancias como hachís y cocaína. "La experiencia está siendo muy positiva. Me siento muy arropado y protegido", indica uno de los usuarios que prefiere mantenerse en el anonimato.

Este empresario que combinaba el consumo de alcohol y cocaína decidió ingresar a sus 52 años en el centro por petición de su familia. "Mi mujer y hermanos me presionaban pero tú nunca ves lo que ellos ven". Su adicción viene de atrás. "A lo mejor pasaban ocho o diez años sin consumir pero luego volvías. Mi adicción me trajo problemas laborales y familiares", recuerda. Lleva cuatro meses en la Unidad Terapéutica Sagrada Familia. "Soy de los más veteranos. Llevo cuatro meses y se me pasaron volando. Es cierto que al principio vienes asustado. Contamos con cantidad de actividades", puntualiza.

Su compañero, que prefiere no decir su nombre, reconoce la dificultad para dar el paso de ponerse a tratamiento. "Sabía que tiña un problema pero non o quería recoñecer", indica. Comenzó a consumir alcohol de joven, "como calquera de festa pero nos últimos anos disparouse o consumo, dun xeito desmesurado". Este transportista de 35 años afirma que su adicción pasó factura a su familia. "A miña familia é moi unida e estábano pasando moi mal por min". Por eso, aconseja ponerse en manos de profesionales. "Recomendo este centro. Eu levo mes e medio. Non é viable intentar saír só. Eu intenteino pero foi un fracaso".

Después de una entrevista motivacional, los usuarios comienzan de forma voluntaria un programa de internamiento en el que se trabaja la desintoxicación, la rehabilitación, la deshabituación y la reinserción a lo largo de seis meses.

El tratamiento cuesta 790 euros e incluye una salida al balneario de Laias una vez a la semana a partir del tercer mes. En este periodo, el apoyo familiar es crucial. "A familia é importante para poder manter a súa abstinencia. Dende primeiro día poden recibir chamadas e dende a primera fin de semana, visitas, co cual nós tamén podemos manter contacto con eles e xeramos alianza ca familia", indica María Fernández Álvarez, directora y psicóloga de la Unidad Terapéutica Sagrada Familia. 

Te puede interesar