Los sanitarios ourensanos solo notifican el 10% de los casos de violencia que sufren

Entrada de ambulancias en las Urgencias del Complexo Hospitalario de Ourense. ÓSCAR PINAL
photo_camera Entrada de ambulancias en las Urgencias del Complexo Hospitalario de Ourense. ÓSCAR PINAL
Los trabajadores del Sergas comunicaron una media mensual de dos agresiones físicas y verbales durante el pasado año 

Los sanitarios ourensanos, aplaudidos durante el confinamiento, sufren violencia casi a diario por parte de pacientes y familiares, pero solo notifican menos del 10% de las agresiones que padecen.  Así lo asegura José Manuel Bendaña, secretario del Colegio de Médicos de Ourense y  miembro del Observatorio Nacional de Agresiones a Médicos, que lamenta que “la mayoría de los ataques no se  comunican a los colegios profesionales ni a la empresa ni se denuncian en los juzgados. El problema que tenemos es que la gente no acude a nosotros. Estoy convencido de que todos los días hay algún episodio violento”, afirma.

 El año pasado, se comunicaron 23 agresiones -una media de dos mensuales- a médicos, enfermeras y trabajadores no sanitarios de los hospitales y centros de salud del área de Ourense, Verín y Valdeorras, frente a las 41 registradas en 2021, lo que supone un descenso del 43%, según la Consellería de Sanidade. Unas cifras que hay que coger con pinzas porque “solo son la punta del iceberg de los casos de violencia. La mayoría evita acudir a los juzgados, porque allí te lo tumban salvo que sea una agresión física o una amenaza muy grave con testigos”, se queja Bendaña, que critica que hayan despenalizado la antiguas faltas y el resto de la violencia verbal ya no sea delito.

De hecho, la violencia verbal supera a la física, aunque hay agresiones múltiples que combinan los dos tipos. “Te pueden insultar, amenazar y pegar”, dice Bendaña. De las 23 agresiones del año pasado, 20 fueron verbales -un 42% menos que en 2021-, y dos físicas, la mitad que el año anterior. La violencia verbal incluye amenazas, insultos, coacciones y vejaciones. “Los sanitarios están dando lo mejor que pueden, muchas veces en condiciones muy precarias de sobrecarga de trabajo, y encima se encuentran a un energúmeno que les agrede”, indica.

 Aunque las agresiones comunicadas al Sergas han disminuido, las registradas en el Colegio de Médicos de la ciudad, que representa a 1.728 facultativos, han pasado de dos en 2021 a cinco en 2022. “El número de agresiones registradas es ridículo y está muy alejado de las cifras reales. Han subido las comunicaciones debido a la labor de difusión de la tolerancia cero frente a la violencia”, opina el secretario de la institución. De estas cinco agresiones, dos incluyeron lesiones físicas. “Todas llegaron a los juzgados, pero ninguna víctima pidió la baja laboral. Todas fueron presenciales, en horario laboral y en el ámbito público”, señala.

 En cuanto a los espacios con más riesgo de violencia, los hospitales y las urgencias hospitalarias son los lugares donde se produjeron más agresiones, 16, frente a las siete ocurridas en los centros de salud. “El protocolo es primero ponerse a salvo, algo que es difícil si te pilla en un domicilio o en una consulta con una sola puerta. Hay que pedir apoyo a los compañeros y a las fuerzas de seguridad, y comunicarlo a la empresa y al colegio”, pide Bendaña.

Por profesiones, el año pasado se comunicaron siete agresiones a enfermeras (un 75% menos que en 2021); cinco, a médicos (un 25% menos); y diez, a personal no sanitario (un 30% más), el único colectivo que comunicó más violencia.

En las cinco agresiones registradas en el Colegio de Médicos, que da apoyo jurídico y se persona como acusación, las víctimas fueron cuatro hombres y una mujer, y como hecho novedoso, cuatro de los agresores eran mujeres. Las causas de los ataques fueron “discrepancias con la atención médica, en todos los casos; el mal funcionamiento del centro, en un caso; y el covid, en otro caso”, explica Bendaña. Además, es relevante que solo una de las cinco víctimas dijo haber recibido asesoría y apoyo de la empresa, en este caso, el Sergas.

Desde el Observatorio Nacional de Agresiones a Médicos, que ofrece cursos de prevención para manejar situaciones difíciles, piden una legislación específica que los proteja.  “Te dan un par de bofetadas, te llaman de todo y  sigues trabajando. Es violencia social porque afecta al médico y a la asistencia sanitaria”, opina Bendaña, que dice que la violencia que no se denuncia no existe. 

“Cuatro de los cinco agresores a médicos fueron mujeres”

El perfil del agresor ha cambiado. Según José Manuel Bendaña, miembro del Observatorio Nacional de Agresiones a Médicos, es novedoso que en 2022 “cuatro de los cinco agresores a facultativos eran mujeres”, asegura. Una paciente programada -que tenía cita-, una no programada y dos acompañantes son las agresoras en cuatro de los casos. El quinto fue protagonizado por un hombre, un paciente no programado y el único que causó daños materiales. 

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