Sara Rivera: “O secreto dos 104? Hai que sudar moito para chegar!”

Sara Rivera, vecina de la ciudad, celebra los 104 años tras pasar el coronavirus ingresada. Una de sus pasiones es cantar porque vivió en su juventud con la soprano Josefina Huguet.

Ni el coronavirus con 103 años ni el problema en la vesícula que la mantuvieron ingresada en el CHUO vencieron a Sara Rivera Fariñas, que ayer cumplió los 104 rodeada de familiares y amigos en un bar de Mariñamansa. Aquí la conocen bien: regentó durante años el mítico Casa Bugallo en el que Sara era el rostro amable tras las comidas que se despachaban en el restaurante. “Trabajó mucho, muchísimo”, puntualiza su hija Mari. Aunque este año no estuvo tan bien de salud, Sara no quiso perderse la fiesta de cumpleaños. Siempre quedaba con las amigas y con el cura en una cafetería del barrio. Ayer se sumó su familia a la fiesta de una de las vecinas más longevas de la ciudad. 

Sara Rivera nació en A Rúa, pero vivió en Barcelona durante su juventud. “Tuvo muchos novios y era muy bailarina”, cuenta la familia. Sara se anima a cantar, otra de sus pasiones, para salir en las noticias de Telemiño. “O secreto dos 104? A ti cho vou dicir! Hai que sudar moito para chegar a eles!”, contesta la centenaria.

Vivía con una diva

A pesar de los achaques de salud, Sara no ha perdido el humor. Recuerda perfectamente la época de juventud en la que vivía en Cataluña con una “famosa”. Habla de Josefina Huguet i Salat, una soprano española que en 1890 empieza a salir en las portadas de las revistas, tras debutar en el Teatro de la Scala de Milán. De hecho, Huguet grabó en 1902 “La Voce del padrone”, los primeros discos de ópera comerciales registrados por una soprano española. A sus dos hijos, seis nietos y ocho bisnietos, Sara siempre les cuenta la historia de su conocidísima compañera de piso. “Non era unha artista, era unha diva!”, puntualiza la centenaria.

Sara regresó de Barcelona por motivos familiares y, ya en Ourense, conoció a su marido y padre de sus hijos, Rosa y José. “Cuando eran mayores los niños es cuando quiso poner el bar para que ellos pudieran estudiar”, recuerda su hija Mari.

Hasta hace unos meses, Sara era una centenaria totalmente independiente. Los achaques de salud la hicieron dejar su hogar y ahora vive felizmente en una residencia de mayores de la ciudad. Eso sí, agradece la “escapada” de ayer para celebrar los 104 años con familia y amigas, como hacía antaño.

“Tiene mucha energía. Hace tres semanas se casó una nieta y fue a la boda. Estuvo hasta las 12 de la noche bailando como una chica más. Las protagonistas eran la novia y la abuela”, recuerda la familia, emocionada.

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