Religión

El Sínodo inició su último curso ante más de mil fieles ourensanos

Laicos y eclesiásticos están preocupados por la despoblación del rural y el poco interés de los jóvenes por la Iglesia

Las campanas de la catedral sonaron con fuerza este sábado. No fue una jornada normal para la Diócesis de Ourense y para muchos fieles de toda la provincia. El templo más importante de la ciudad acogió la apertura de la Asamblea Sinodal, la última del Sínodo que da inicio al curso 2019/2020.

En los alrededores de la catedral, antes de las once de la mañana, miembros de los grupos  sinodales de las parroquias provinciales se dirigían a ella para tomar asiento. Una vez dentro del templo, los bancos fueron los primeros sitios en ocuparse, seguidos de las 600 sillas que se habilitaron para dar cabida a los asistentes. Para ellos se instalaron dos pantallas en las naves laterales para mayor comodidad. Las primeras filas junto al altar, se reservaron para las autoridades y para aquellos sinodales convocados por el obispo Leonardo Lemos. 

En tres autobuses, dispuestos por la diócesis, llegaron más de 130 miembros parroquiales de Celanova. "Con este período do Sínodo participamos todos e sentimos que nos teñen en conta, como si fósemos representantes de todos", comentó Montse Campos. Durante esta celebración, que comenzó en 2016, los feligreses se reunieron en sus grupos sinodales para poner en común propuestas de mejora en la Iglesia. Odulia Delle, otra parroquiana celanovesa, señaló la oportunidad que suponen estos grupos para "xuntar a todas as parroquias".

Estas reuniones anuales sirvieron para poner en común preocupaciones generales de la diócesis ante la despoblación o la falta de interés de los jóvenes por la religión. "Só fai falla ir a unha misa para ver a xente que vai, faltan persoas novas e digo de máis de 40 anos, necesitamos que os xóvenes se interesen pola relixión. O outro problema é que se van ás cidades e nos pobos só queda xente maior", explicó Marta Andrade, una feligresa llegada desde Padrenda en Ribadavia. Con ella coincidió Montse Méndez: "Yo soy de la parroquia de Santiago de As Caldas y nuestros problemas no son tan notables como en el rural, pero se aprecia que la gente disminuye y los jóvenes no se interesan. Por eso hay que inculcarlos desde niños".

Junto a los problemas de captación de nuevos fieles, la despoblación y el envejecimiento preocupan a los miembros sinodales. "No rural cada vez queda menos xente e estes anos de traballo teñen que servir para atraer a máis xuventude", apuntó Roberto Uceda. Otra de las soluciones que proponen es la unión de parroquias en una, para congregar a los vecinos en un punto.

"Co tempo teremos que ir todos a unha parroquia ben situada para que así haxa xente", afirmó Hortensia Velo. Fieles como María Jesús V. han visto que su parroquia cambia de lugar: "Yo pertenezco a San Esteban de Untes pero, como hay poca gente, nos hemos integrado en la parroquia de  Santiago de As Caldas, aunque sigue habiendo misa en Untes".

 Tras la llegada de la comitiva a la Catedral de San Martiño, pasadas las once de la mañana, los fieles asistieron a la apertura de la Asamblea Sinodal.



El obispo: “Fueron tres años de ilusión y esperanza"

Dentro del templo, el obispo de la diócesis, Leonardo Lemos, pronunció la homilía en la que agradeció el trabajo de los sinodales con sus aportaciones. "Se han elaborado numerosas proposiciones para buscar una mayor eficacia evangelizadora", señaló. Además, quiso insistir en que el camino continúa: "Inicia un nuevo recorrido que requiere un cultivo de la oración personal y comunitaria". 

Antes del inicio de la asamblea, desde la iglesia de Santa Eufemia arrancó la procesión encabezada por las imágenes de San Martiño y de la Santa María Nai, acompañadas por la Real Banda Xuvenil de Gaitas da Deputación, hacia la Catedral. Tras la figuras de los santos, caminaron los sinodales llamados por el obispo Leonardo Lemos para participar en la asamblea. 

Te puede interesar