crónica

“Somos un mundo aparte"

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photo_camera Un vecino pasea por la Canella Cega, tras dejar edificios abandonados de la rúa do Vilar.
Los vecinos y comerciantes del sur del Casco Vello de la ciudad denuncian el estado de abandono de esta zona emblemática. Reclaman a las administraciones más atención: "Lo que hay detrás de la Praza Maior no importa"

El sur del Casco Vello va perdiendo la poca vida que queda en él. Los vecinos denuncian el estado en el que se encuentra esta zona que antaño era un punto inevitable para las compras de ourensanos llegados de toda la provincia. "Por estas rúas sempre houbo moita actividade, dispoñía de comercios de todo tipo nos que vendían para xente de moitos sitios que se acercaban á cidade", rememora Ana González, que se crió entre estas calles.

Ahora quedan los recuerdos de lo que fue. "Algo miran por la zona, que han restaurado algunos edificios, pero al final no hay nada", afirma Lola Rodríguez, una de las vecinas que resalta que "no hay interés". Mientras algunas edificaciones rejuvenecen, otras perecen a la venta o a la espera de un cambio de cara. "Yo viví las mejores épocas del Casco Vello, pero también las más duras hasta llegar al estado de abandono que tiene ahora", cuenta Ángel Gómez, un residente que regenta la tapería O Tarao, uno de los pocos establecimientos que permanecen abiertos en la rúa Liberdade. Anteriormente, el local estuvo a cargo de sus padres, hasta que el decidió coger el timón. Gómez ve con "pena" en lo que se está convirtiendo todo este espacio: "Hay una dejadez terrible en estas calles, a pesar de que es el segundo Casco Vello con más habitantes de Galicia", señala.

Pena, ese es el sentimiento que despierta entre aquellos viven entre estas calles. "É unha pena ver no que están quedando todas estas rúas", destaca Rosa Pérez, que mantiene su negocio en la rúa Vilar, Mercería Rosy,  desde hace más de 30 años. Sobre esta calle, considera que quedan "catro que resistimos" y también que es difícil comenzar aquí un negocio de cero: "Aquí o que pecha xa non volve abrir", afirma. La última baja, Los DesPerfectos, echó el cierre a principios de enero. 

"É unha pena ver no que están quedando todas estas rúas que tiveron tanta vida", cuenta Rosa Pérez

A la aventura se lanzó hace tres años María Ferro, al alquilar Lencerías As Burgas en la rúa Cervantes: "El modo en el que estaba el Casco Vello cuando empecé no era bueno, pero es que ahora es mucho peor", comenta. Su andadura no comenzó de cero, por lo que mantiene la clientela de la anterior propietaria: "Ella se jubiló el 31 de diciembre y yo ya abrí el 2 de enero, si cerrase más tiempo seguro me hubiese quedado sin muchas clientas", afirma.

Tanto ella como Pérez, Gómez y Carlos Rodríguez, dueño de la juguetería A Bufarda en la rúa Colón, consideran que son necesarias actividades para dinamizar la zona: "Lo que hay detrás de la Praza Maior no importa, todas las actividades se quedan allí o en el Paseo o en la Alameda", opina Ferro. Para Pérez forman parte de un "mundo aparte" y sugiere actividades en lugares como la plaza Da Trinidade o en Saco e Arce. En Colón son los propietarios los que trabajan desde su iniciativa propia para mantener vivo el comercio de la zona: "Facemos moitas cousas pero porque nós decidimos traballalo dende a asociación", explica.

Carlos Rodríguez achaca también la falta de comercio al mal estado de los desagües, por ejemplo: "Ninguén vai coller un local que ao chover un pouco de máis xa se inundan", cuenta. Con él coincide Gómez y explica que el agua de la zona alta se acumula en sus calles: "Los desagües ya no pueden con todo y los días que llueve algo más de lo normal se llena todo de agua". Pero esta es solo una de las quejas, los problemas de limpieza y mantenimiento le siguen de cerca.

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