El suelo rústico ourensano es el de menor valor en la España peninsular

Una finca en Allariz. (OSCAR PINAL)
photo_camera Una finca en Allariz. (OSCAR PINAL)

Es al mismo tiempo la que mayor cantidad de fincas tiene, lo que muestra una fragmentación

El suelo rústico de la provincia es el de menor valor de la España peninsular, y sólo Ceuta y Melilla en el país tienen precios más bajos, según los datos del Catastro Inmobiliario del Ministerio de Hacienda, que tasa en 533.959 euros los 3,6 millones de fincas provinciales, cantidad que supone también la cifra más alta del territorio nacional. El presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), Benito Iglesias, destaca que esta situación muestra la “gran asignatura pendiente de Ourense desde hace décadas: la concentración parcelaria”, para conseguir revalorizar los activos rústicos de la provincia y dotarlos de interés. “Lo que da valor a las fincas rústicas, tanto para propietarios como para el posible comprador o los futuros herederos o inversores, es que las fincas tengan buenos accesos y que sean de un tamaño grande para poder trabajarlas”, manifestó.  

La provincia también presenta una alta cantidad de parcelas por cada propietario, ya que la cifra de dueños asciende a 406.947, lo que arroja una media de 9 fincas por cada uno. “Lo que tenemos aquí es que cada propietario tiene hasta 10 fincas, todas muy pequeñas, en distintos sitios, y su valor se devalúa”, agregó Iglesias.

Herencias

El titular de Fegein señala también que “en Ourense, la mayor parte de las transmisiones han sido por herencia, sucesión o donación, y muy pocas por compraventa, porque no tienen valor”. La gran cantidad de terrenos que se transmiten por herencia se traduce en muchos propietarios que apenas conocen sus dominios, por lo que generalmente no los explotan. “Hay cantidad de propiedades rústicas de las que no se sabe ni quienes son los propietarios, y ellos no saben ni donde las tienen ubicadas”, agregó Iglesias, y señaló que esto supone un problema para el cuidado de las mismas, ya que estos terrenos no suelen ni ser desbrozados.

En la provincia cambiaron de dueño en los cuatro primeros meses de 2022 un total de 1.041 fincas rústicas, y de estas casi la mitad (48%) lo hicieron por herencia. Las compraventas alcanzaron un 30% de todos estos movimientos, de los que el 20% se enmarcan en la categoría de “otros”, que suele reflejar concentraciones o divisiones horizontales. El 2% restante corresponde a permutas o donaciones.

La concentración de los terrenos, añadió Iglesias, es fundamental para atraer inversores con potenciales negocios agroganaderos, un hecho fundamental para fijar población en el rural, algo que solo se puede conseguir “si hay empleo”. “El reto de alimentar a una población europea y los cambios en los hábitos de consumo de la sociedad hacía una alimentación más sana son el potencial de inversión en el sector agroalimentario gallego, lo que fijaría población con empleos estables y de calidad en una Galicia vaciada y con políticos sin visión lo cual aún agrava más el problema.Por eso mismo la concentración parcelaria es totalmente imprescindible en la práctica totalidad de nuestra provincia para su viabilidad económica y desarrollo social y demográfico”, manifestó.

Iglesias liga el poco valor de las fincas, que según los datos del Catastro cada una tiene un valor medio de 148 euros, con su poca explotación, puesto que “es un despropósito todo, lo que nos conduce a que un porcentaje muy alto de las fincas esté abandonado”. 

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