RIBEIRA SACRA

Un sueño con sabor a licor café

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photo_camera María Ángeles Robles y Diego Soto, en un bucólico rincón de la Ribeira Sacra.

Diego  Soto y María Ángeles Ramos, de 33 y 31 años, respectivamente, dejaron hace cuatro años Andalucía y se trasladaron a Parada de Sil, donde programan conciertos en Santa Cristina y gestionan una fábrica de licor café.

Diego Soto nació en Ponferrada, sus padres y abuelos eran de Trives y su carrera profesional como periodista le llevó hasta Granada, donde conoció a María Angeles Ramos, que era de Almería. La llegada de la crisis económica apretó a la pareja, a él lo despidieron del periódico y ella atravesaba también problemas laborales, lo que les obligó a "a tomarnos un impasse para replantearnos la vida", explica Diego. En ese momento se le vino a la cabeza el sueño de su padre, montar una fábrica de licor café, "que también era mi sueño, aunque cuando estaba en la redacción del periódico nunca pensé que mi vida iba a cambiar así". Era cuestión de "seguir las señales", reconoce Diego y se pudieron a buscar un lugar para crear la fábrica. Y así llegaron hasta la Ribeira Sacra, a Parada de Sil, y "fue algo así como un flechazo".

Diseñaron el proyecto de la fábrica de café y solicitaron una subvención del programa Leader,, unos trámites burocráticos y administrativos y las obras posteriores que se prolongarían por espacio de tres años. Entre tanto, la pareja consiguió autorización del Obispado para estudiar la base documental del monasterio de Santa Cristina y simultáneamente "empezamos a tejer un proyecto musical -Diego estuvo seis años programando un festival en Huelva- y así nació Ecos da Pedra". 

Organizan ciclos de conciertos en el monasterio, a los que acude gente con vinculación musical, con nivel de Conservatorio y algún trabajo publicado y que encajan en la 'World Music', música del mundo". Llegar hasta un lugar recóndito como Santa Cristina no asusta a nadie y para 2017 ya tienen contratados 27 grupos. Cuentan con el apoyo del Concello y la Diputación "y de la gente a la que le gusta ver y escuchar cosas distintas", afirma Diego, quien remarca que "en estos tres años la respuesta fue espectacular" y hace unos días se trajo desde Santiago a 40 programadores musicales hasta Parada de Sil. "Es el gran salto que dimos este año y esperamos hacer cosas más grandes el año que viene".

Mientras tanto, la fábrica de licor café, "el gran sueño de mi padre", es una realidad desde principios de año. Se ubica en una casa abandonada de Teimende, que fue rehabilitada. Están comercializando las primeras 6.900 botellas y en todo el proceso de elaboración los únicos empleados son ellos. Tienen distribuidores en Ourense y en Madrid y venden mucho por internet y "estamos muy contentos por cómo van las cosas". 

El licor café no tiene nada especial -explica Diego-, lo que le digo a la gente que viene aquí es que 'esta feito como en casa' y eso es literal". La fórmula del licor también es familiar, "es la receta de la tía Matilde, una tía abuela, de la familia de Trives, y mi padre me lo enseñó a hacer desde muy pequeño como lo hacía ella". El café que usan es natural y procede de una región del noroeste de Brasil que se llama Icatú, de la que tomaron el nombre para su licor café. El aguardiente,  de tres años , lo compran en O Barco. "Es el mismo aguardiente que compraba mi padre cuando hacía licor café y lo hacemos igual que él, aunque en vez de una pota de 16 libros nosotros usamos dos toneladas".

De cara al futuro, Diego y Marian se marcan los objetivos de crecer con el ciclo de conciertos, consolidar la fabricación del licor café y comercializar licor de hierbas. "Hemos comprado dos depósitos para sacar al mercado hierbas a mediados de 2017". 

Diego está convencido de que el rural puede ser rentable. "Hay recursos, solo hacen falta ideas, trabajarlas y ser constante. Nadie te regala nada y es un proceso muy duro, pero al final las cosas salen", afirma Diego . La pareja se ve con la vida con la vida consolidada en Parada de Sil y Diego recuerda como sus amigos no creían que pudiera sacar sus proyectos adelante, "pero ahora ven que se pueden hacer cosas en el rural. Hay un montón de gente con ideas buenas y la Ribeira Sacra tiene espacios en los que se puede pensar, pues en la ciudad yo no podía pensar".

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