TRIBUNALES

El Supremo delibera el caso del crimen del chófer de Verín

Ourense. 10-02-14. Sucesos. Xuizo na audiencia provincial contra os catro acusados de asesinar a un chófer de autobús en Verín.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera El sicario explica como fue la reyerta con el chófer.

Los cuatros condenados recurrieron las penas de entre 17 y 22 años de cárcel 

 

Los magistrados de la sala Penal del Tribunal Supremo deliberan y votan hoy, para posteriormente dictar sentencia, los recursos planteados por los cuatro condenados por el asesinato del chófer de Verín Bernardino Pousa Rodríguez el 11 de septiembre de 2011. Finalmente, no fue aceptada la petición de la defensa de uno de los acusados, Alberto Vázquez, para celebrar una vista oral en el alto tribunal. El ponente de la sentencia será Juan Ramón Berdugo Gómez de la Torre.

Esta es la última oportunidad de revocar el fallo de la Audiencia, que en virtud de un veredicto con jurado los condenó a penas entre los 17 y 22 años de prisión, sentencia que confirmó el TSXG.

La esposa de la víctima, Dolores Álvarez, y su hija, Ángeles Pousa, fueron condenadas a 20 años por un delito de asesinato, con el agravante de parentesco, como supuestas inductoras del crimen.

El novio de la hija, Alberto Váquez, que contrató a un sicario portugués -autor material de los hechos- fue penado con 17 años de prisión, al entender que concurre una atenuante, al confesar los hechos; mientras que al autor del crimen, Ilidio Magalhaes, alias "Cobra", le impuso 22 años y seis meses.

Los acusados, según acordó el jurado, se pusieron de acuerdo para dar muerte al conductor de Verín, después de que éste hubiese anunciado su intención de pedir el divorcio y supuestas desavenencias en el reparto de bienes.

El sicario abordó al chófer por la espalda, le practicó un corte en el cuello y lo golpeó a continuación, según la sentencia de la Audiencia. La muerte de Bernardino Pousa le costó a su esposa 5.000 euros, cantidad que Alberto Vázquez entregó a Ilidio el mismo día de la fatal agresión.

Por su parte, las defensas de los acusados se centran en sus recursos en la falta de pruebas para condenar a la familia. El sicario reconoció que acudió al garaje en donde apareció el cadáver del chófer, pero que sólo le dio un susto, dejándolo con vida. El letrado que representa a Dolores Vázquez calificó la investigación de la Guardia Civil de "un castillo de naipes".

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