Tiempos difíciles para el campo en Ourense

Una información elaborada por C. Caneiro, P. Palomanes, J. Cruz y S, Pinal. La falta de agua este verano fue un problema, tanto para los domicilios como para los pequeños negocios y para las grandes empresas. También fue un problema para los animales y para el monte, lo que favoreció la reproducción de incendios forestales. Pero la falta de agua también afectó al campo, poniendo en jaque a muchas familias ourensanas que viven de lo que brota de la tierra. La sequía, que parece que viene para quedarse, ha perjudicado enormemente a las producciones ourensanas, que sobreviven por el mimo y cuidado de sus agricultores. Y es que sus cosechas este año tendrán más mérito que en años de lluvias. El clima que protagonizó los meses de julio y agosto han causado desaliento y preocupación en el rural, donde los productores luchan para mantener a flote sus productos, pues son muchos los que viven de la venta de estos en el mercado. Las lluvias de inicios de semana han favorecido a la producción de uva, en un momento en el que las denominaciones ourensanas se encuentran en plena vendimia, así como a la castaña o el pimiento y la patata. Tras un verano de altas temperaturas y escasas precipitaciones, todos los productores coinciden en lo mismo: “Que chova, que chova moito tempo, iso si, que sexan choivas que non causen danos”, pues de la naturaleza es de lo que depende que pimientos, castaños o cereales vayan adelante, eso que el ser humano no es capaz de controlar. Seis productores explican cómo han vivido uno de los veranos más complicados desde hace tiempo en el campo, qué medidas tomaron para paliar la sequía y las previsiones que tienen para los próximos años. Repasan la evolución del pimiento, la castaña, la uva, la colza -la menos afectada-, la patata y la miel, cada uno de ellos desde su rincón rural ourensano, una tierra en la que gran parte de la población vive del campo. Pimiento | “Se continuamos así, vivir do campo vai ser algo inviable” Benjamín Prado en Oímbra. (MARTIÑO PINAL) Benjamín Prado es el único productor de pimiento de Oímbra con sello de calidad Indicación Xeográfica Protexida Pemento de Oímbra. Con unas 25-28 mil plantas, este agricultor está preocupado por los años futuros: “Ata o de agora aquí traballaron xeracións e xeracións que viviron toda a vida do campo, agora comeza a ser inviable porque botamos o produto e vendémolo a prezos menos competitivos que o que fan é que precisemos extensións grandísimas para as que non hai auga, polo que gastamos o triple de recursos e imos obter a mitad de ingresos, perxudicando aos pequenos agricultores”. Una cadena de la que Benjamín ve difícil salir, “porque ninguén di nada, calamos e listo”. Con la sequía de este verano y las altas temperaturas, Prado prefiere no calcular cuantos kilogramos de pimientos obtendrá al final de la cosecha porque “é un ano malo e aínda non rematamos”. Debido a las condiciones climáticas, “este ano tivemos que regar un pouco máis do normal, e secaron os pozos, polo que se a cousa continúa así, vivir do campo vai ser inviable”, lamenta el productor de pimiento, quien no es partidario del modelo de A Limia: “Grandes extensións con motores día e noite… Acaban secando os ríos”, señala. “Se os pequenos agricultores temos que implantar ese modelo, acabaremos adicándonos a outra cousa porque non é rendible, non poderemos vivir do campo”. Algo que también preocupa a Benjamín Prado es el uso excesivo de los fitosanitarios. El productor puede presumir de que sus pimientos son ecológicos. “Ao final os fitosanitarios tamén se engloban no proceso de poñer grandes extensións e facer, por todos os medios, que saian ao mercado”, anota. “Debería ser máis importante a calidade”, reflexiona angustiado por la difícil situación que le espera al campo en los futuros años. Castaña | “Sen auga non vale de nada instalar sistemas de regadío” Juan Barreira en Berrande. (XESÚS FARIÑAS) Juan Barreira es productor de castañas en Berrande (Vilardevós), lugar donde tiene una buena extensión de castaños y desde donde tiene claro que la única solución al problema existente actualmente en el campo a día de hoy es que llueva. “Foi un ano malo, tanto para nós, con castiñeiros, como para toda a agricultura. Faltou moita auga e é o principal recurso e o máis importante para que as colleitas vaian adiante”, explica el agricultor. Preocupado por la situación actual, Barreira señala que “a árbore xa viña debilitada pola praga da avispilla, xa fai anos que está a sufrir esta eiva, e se agora se suma que cada vez hai menos auga… A situación é complicada e a esperanza é o único que nos queda”. La castaña, como todos los productos de campo, necesitan agua para crecer, “se non hai humidade non hai castaña”, anota Barreira, preocupado también por la “polvoreta, que está criando moito e as castañas van saír algo bichadas”. Por el momento, el productor aún no estima cómo será su producción, pero lo que tiene claro es que será menor que otros años. “Aínda quedan 15 ou 20 días para que se vexa claramente cal é a situación, cando o ourizo comece a abrir veremos que pasa, agora, polo momento, cruzar os dedos para que continúe chovendo, que é ideal para os castiñeiros”, asegura, mientras observa el estado de sus castaños en el rural ourensano. ¿Y sobre el futuro? “Non vai valer instalar sistemas de regadío nin nada, teoricamente está ben, pero se non hai auga para os domicilios, menos haberá para o campo. Nada vale, a solución real e viable é o que vén de arriba, o que non depende do ser humano”, destaca Juan Barreira, quien lamenta lo que está sucediendo: “É unha pena, anos e anos de traballo e o final todo depende do clima, esperemos que a cousa non empeore”, concluye. Miel | “El futuro lo veo muy complicado porque habrá mucha mortandad” Daniel Caiña Gallardo. Daniel Caiña Gallardo compagina su trabajo de bombero con la apicultura, comenzando a finales de 2017 con unas pocas colmenas para autoconsumo y contando ya en estos momentos con 118, ubicadas en los montes de Boborás. “Empezamos a vender en 2018 y además de miel también ofrecemos licor de miel, con almendras, avellanas, nueces y miel con propóleo, un producto que es antibiótico y antibacteriano”, señala. El mercado de la marca Alborada está en Galicia y también en las principales ciudades como Madrid y Barcelona, en tiendas convencionales y gourmet, “en donde la miel de aquí tiene muchísima aceptación”, indica. “La sequía ha provocado una reducción muy importante de la producción y el modo de hacerle frente es situando las colmenas en donde haya manantiales, pozas o minas de agua para que las abejas puedan hidratarse y ventilar la colmena”, explica Caiña. La falta de agua de este año obligó a este apicultor a realizar un traslado a un lugar en el que hay dos minas y un regato, en una zona de la alta montaña de Boborás, en donde abundan los castiñeiros y carrascos. “El futuro de la apicultura lo veo complicado porque va a requerir mucha dedicación. Creo habrá mucha mortandad y será necesario suministrar agua a las abejas, por lo que va a ser muy complicado”, apunta Daniel Caíña, que dedica a la producción de miel entre tres y cuatro horas al día. Uva | “Hay racimos pequeños, de poco mosto y la planta apenas crece” Borja Prada, en la viña “O Foio”. (J. C.) El productor de uva Borja Prada estima que la sequía y las elevadas temperaturas de los últimos meses son consecuencia del cambio climático. “Los años secos fueron 2003, 2011, 2017 y 2022, o sea que se van acortando los plazos. Galicia es un clima atlántico y estas son condiciones mediterráneas muy secas, de Almería o Argelia”. A consecuencia de estos registros extremos, los racimos “son pequeños, con muy poco mosto y las plantas tienen poco crecimiento”, todo ello a causa de la sequía. “Luego está el otro tema, que es el de las temperaturas tan altas, pues multiplicaron el efecto de la sequía y provocaron que la uva perdiese mucha calidad y acidez, dejándolas desequilibradas”. El grado sí aumentó, pero no tanto como podría pensarse, pues la sequía paraliza la fotosíntesis de la planta y su actividad fisiológica. “La planta no es capaz de sintetizar azúcares. Puede haber concentración, porque la uva va perdiendo el agua y parece que tuviese más del poco azúcar que acumula. Es como si estuviese madurando, pero no es así”. Un aspecto que sí mejoró es el sanitario. “Yo nunca había visto un año tan sano. Aquí solo tenemos el problema de hongos, aún no hay de insectos, y al no haber agua en primavera no hubo problemas ni de oidio, ni de mildiu ni de black rot”, comentó. Ya en cuanto a la cantidad, en general, esta es muy escasa. La falta de agua hizo que la uva apenas tenga mosto. Patata | “O rendemento de patacas por hectárea está baixando nas fincas” Óscar Joga Cota con sus primeras patatas. (P.P) Óscar Joga Cota es un agricultor de Paredes, en Xinzo de Limia, que este año sembró ocho hectáreas de patata -el grueso de la recogida se prevé en la comarca a partir del día 20, aunque él empezará estos trabajos en octubre-. Asegura que la sequía afectará a la producción del tubérculo, pero no a su calidad. “Temos unha calidade suprema, pero está baixando o rendemento por hectárea por mor da sequía”, señala. No obstante, las precipitaciones de los últimos días han hecho que el terreno haya mejorado y se haya “asentado”, en palabras del agricultor. “Estas chuvias van a facer que a pel da pataca, ao ter o terreo algo máis de humidade, vaisenos curar mellor”, asegura. Sin embargo, la situación de sequía se ha prolongado durante todo el verano limiano, y esto hace prever una merma considerable. “A pataca, con calores extremos, para de medrar e de facer o seu crecemento natural. As tuberizacións son menores, ao igual que o crecemento”, puntualiza el agricultor. En un año normal, el rendimiento por hectárea sería de 50 toneladas de patata, sin embargo este año la producción -dependiendo de la variedad plantada- rondará un rendimiento de 30 toneladas por hectáreas. “É un pouco o que estamos falando os produtores”, explica. “No meu caso, un ano normal recollería 400 toneladas, e ao mellor este ano quédome nas 200 e pico ou 300”, añade. Colza | “A seca non lle afectou moito á colza este ano, resiste ben” Moncho Gil, en una de sus fincas de A Limia. Moncho Gil, joven agricultor de A Limia, ha sido de los pioneros en apostar firmemente por la rotación de cultivos en la comarca, una opción que mejora las propiedades de la tierra de siembra. Gil apuesta por la patata, el cereal y, desde hace cinco años, por la colza, de la que suele sembrar unas 10 hectáreas en total. Esta planta se emplea, principalmente, en la fabricación de aceite y, en los últimos tiempos, está resultando muy rentable para los agricultores. Además, resiste y se adapta a las variaciones climáticas con poco problema. “Este ano, a verdade, moito non lle afectou a seca á colza, aínda que estas chuvias dos últimos días viñeron moi ben para sementar, vamos, mellor imposible”, explica el agricultor. “Se se planta con todo moi seco si que se pode ver mermada a colleita”, añade. El ciclo de la colza se cumple en nueve meses -se suele cosechar en la comarca unos 15 días antes que el cereal-. “Este ano resistiu moi ben á sequía; home, a auga é necesaria e ao mellor algo pudo afectar, pero non tanto como á pataca. O que lle pode afectar máis á colza son as xeadas, especialmente cando é a floración”, remarca Gil. La rentabilidad también ha sido buena en el caso de la colza: “Este ano pagouse ben. Foi a quinta tempada que eu cultivei colza e foi a mellor nese senso”, explica. “É unha boa alternativa e ademais estase notando porque estase sementando moita”, añade Moncho.