REPORTAJE

Toda la vida pensando en verde

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photo_camera Parte de la huerta e invernadero que forman parte de la explotacion ecológica de Tanquián.

La alemana Emmely Föhring abrió en 1992 la agricultura ecológica en Galicia, a partir de Tonquián, una pequeña aldea situada en el municipio de Ferreira de Pantón, en la provincia de Lugo y a escasa media hora de Ourense.

En 1992, cuando en España la palabra ecología sonaba a ciencia ficción, la alemana Emmely Föhring compró una finca en Tanquián, una pequeña aldea del concello lucense de Ferreira de Pantón, en plana la Ribeira Sacra, y empezó a plantar una huerta en la que los pesticidas tenían prohibido el acceso. “En Alemania en aquel entonces había un incipiente movimiento verde, pero no fue eso lo que me empujó, sino mi sueño: desde niña siempre supe que no veía la sociedad como los demás, y tenía clarísimo que quería hacer algo como esto, cambiar el mundo”.

Cuesta volver la vista atrás más de 20 años e imaginarse a esta menuda mujer limpiando con su pareja, Paul Baker, la enorme finca que compró “gracias a una herencia” que le permitió no empezar de cero su sueño. Las 5,5 hectáreas que adquirió en 1992, tras viajar varios años por España, son hoy un ejemplo de gestión ecosostenible y epicentro de la marca Tuta Fruta, que comercializa mermeladas, zumos y siropes, entre otros productos.

Además, Emmy, como la llama casi todo el mundo en la zona, rehabilitó la casa en la que vive con su familia, una edificación del siglo XVI, con sus propias reglas: con las venerables paredes de piedra conviven objetos hindús, estanterías triangulares y una cocina integrada en el comedor en la que ella, mientras prepara la comida para los voluntarios checoslovacos que tiene trabajando estos días, explica que escogió la Ribeira Sacra para hacer realidad su sueño “porque Galicia nos pareció el sitio adecuado, por sus recursos naturales, la calidad de su suelo, el agua…”.



Un entorno natural

Desde entonces llovió mucho, y esto en Galicia no es solo una expresión hecha. Aquella joven, que, junto a su pareja, quería criar a sus tres hijos en un entorno natural, es ahora una mujer muy sabia que ha sabido transmitir a sus descendientes el amor por esta tierra: “Mis hijos viajan mucho. Ahora solo uno vive aquí, pero tienen claro que quieren mantener Tanquián tal y como nosotros lo concebimos cuando nosotros faltemos”.

Reconoce que a veces se siente cansada: no es fácil ser agricultor en este país. Sobre Föhring y su pareja recae la mayor parte del peso del trabajo de la finca, y, aunque forman parte de un programa fijo de voluntarios con WWOOF (www.ruralvolunteers.org), no siempre hay manos suficientes. “Los alojamos y alimentamos, y ellos a cambio trabajan en la huerta, aprendiendo las claves de la agricultura ecológica”, explica. Ahora tiene a dos jóvenes checos, pero de marzo a finales de noviembre, cuando funciona el programa de voluntariado, han recalado en Tanquián japoneses, sudafricanos, norteamericanos… y, por supuesto, de casi todos los puntos de Europa.

Cuando se instaló en Tanquián, esta aldea situada a escasa media hora de Ourense, Föhring soñaba con crear una ecoaldea casi autosuficiente, pero todavía no lo ha logrado. “Quizá el problema es que la tierra me pertenece: en las comunidades que funcionan no existe la propiedad”, reflexiona. Pero, realmente, aunque dice no tener esperanza de cumplir esa parte de su sueño, mientras habla es evidente que sigue esperando que se haga realidad. Vivir en una aldea donde todos se ayuden, compartir momentos, comidas, sobremesas… Ella no se siente sola, pero confiesa que le gustaría formar parte de una gran comunidad. “La vida de una agricultora en la Ribeira Sacra a veces es muy dura, los inviernos son muy largos”, lamenta.

tanquian_4_resultMientras desgrana recuerdos en su acogedora cocina, con el sol colándose por la ventana, Emmy explica que su marca, Tuta Fruta, se empezó a comercializar en 2010, tras años haciendo mermeladas para consumo propio. Ahora tienen 15 productos caseros en el mercado, productos únicos por la mezcla de sabores, como la mermelada de ciruela, pera y saúco o la de grosella roja y negra. También venden conservas de tomate, pisto, siropes, zumos… Todo natural, ecológico y hecho con los productos de su finca. Curiosamente, en este país puedes vender productos tratados con pesticida sin pagar peaje, pero para comercializar producción ecológica debes pagar por la certificación anualmente… “y luego dar un porcentaje de cada producto envasado que vendemos”, matiza, lamentándose del elevado coste de mantener su marca.

Mientras la vida pasa, relajada y suavemente, por Tanquián, Emmely Föhring termina de hacer la comida y baja a dar de comer a sus gallinas, nos enseña sus enormes huertos, el invernadero y una preciosa higuera, con su anciana perrita pegada a sus pies. Quizá es duro vivir del campo en Galicia, pero viendo trabajar a Emmy todo parece suceder por arte de magia.

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