CONCIERTO DE WALLACE RONEY EN EL LATINO

Todo esto que ves será tuyo

Ourense. 16-10-2015. Wallace Roney en el Café Latino. Paz
photo_camera Wallace Roney en el Latino. (JOSÉ PAZ)

Durante años Roney paseaba con orgullo su tesoro debajo del brazo, una trompeta lacada en azul y relucientes motivos vegetales sobre oro; él era un crío, el instrumento, regalo de Miles Davis

Durante años Wallace Roney paseaba con orgullo su tesoro debajo del brazo, una trompeta lacada en azul y relucientes motivos vegetales sobre oro; él era un crío, el instrumento, regalo de Miles Davis. Aquella trompeta aferrada entre sus manos, gafas oscuras y pose desafiante le serviría de mensaje al mundo para decir sí, soy yo el elegido. “Todo lo que ves delante de tus ojos un día será tuyo”, diría Miles con una paternal mano dispuesta sobre su hombro; el día llegaría, en Montreux, en 1991, donde Wallace se presentó como Davis, demostrando por qué era él y no otros los señalados. Fallecido Miles aquel entonces jovencísimo músico participaría en el quinteto de homenaje, le acompañaban Shorter, Carter, Williams y Hancock, que lo eran todo.

De la trompeta de Davis, esta noche ni rastro, salvo la foto del díptico. Al Café Latino llega sobre la hora, con la inmensidad de su cuerpo dispuesta en una americana oscura y las circunstancias de una contrariedad mascullada entre dientes. No es un hombre de palabras, al saludo de rigor, como a regañadientes, presenta a los miembros de la banda; falta uno, Ben Solomon, saxofonista revelación y “coltreniano” a rabiar casi tan joven como él cuando lo de Davis. Ni rastro.

Puro free jazz de entrada, así lo anuncia, aún en cuarteto; una leyenda postrada junto a la cristalera de la calle, con cierto aire de becario pero con años, o de tipo talludito como a la espera. Lenny White a la batería es para flipar, un tipo que lo ha sido todo y que tras Return to Forever junto a Chick Corea podría decir basta y se acabó. Él, que tensiona el ritmo de la batería con la mirada, capaz de nutrir de sonidos la piel de cada asistente –en gran número esta noche– es hoy el primero en llegar y será 90 minutos después el último en marcharse, quedando sobre la silla como señuelo para un bis que se hará de rogar.

El free es libre y orgiástico, puro frenesí sonoro entre el ruido y las armonías movedizas pero lleno de intensidad. Así, al menos hasta que por sorpresa la puerta de la sala se abre y entra un judío de aspecto perdido y quebradizo arrastrando el saxo, el clarinete, y el cuerpo. Y a Wallace le cambia el semblante, se cruzan palabras al oído y miran al público, “todo esto también será tuyo”, parece –también- decirle. Dicho y hecho, es como si esas formas libres, espontáneas y carentes de métrica reglada encontraran de repente sino la sintaxis sí al menos el equilibrio. Solomon, físicamente indispuesto, es un cadáver renqueante en la plenitud de un oficio a pesar de la juventud. No se tiene en pie pero la música lo lleva, con un fraseo claro y una permanente sonoridad de piel oscura. El público bien que lo agradece, sobre todo el esfuerzo.

Al final, el concierto no fue tan imprevisible como se presentaba, con momentos también de clasicismo y melodías dispuestas baladas. Un conjunto muy envolvente de improvisaciones con mayúsculas, en las que el bajo y el piano, Carter y Wonsey no ejercieron de convidados de piedra. Nada de habilidades dispuestas en aburridos solos; y se agradece. Como débito, al repertorio, marcado por temas propios, le faltó una presentación de los mismos, pero Wallace es de los que buscan también en esa actitud sumar misterio a la improvisación. “Todo lo que ves será tuyo”, sí, pero la herencia de Davis hoy es mucho mayor, y sin copias.


 

Concierto:

Wallace Roney Quintet en Café Latino

Café Latino 15 de Octubre

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