Crimen de Velle

El homicida de Velle entró anunciando su propósito: “¡Os voy a matar!”

Álvaro Torres en la entrada de los juzgados junto a su letrada Alejandra González (derecha). (FOTO: MIGUEL ÁNGEL)
photo_camera Álvaro Torres en la entrada de los juzgados junto a su letrada Alejandra González (derecha). (FOTO: MIGUEL ÁNGEL)
Blanco declaró que el homicida de Velle no aporreó la puerta, sino que les gritó “¡abre, abre!”

“¡Abre, abre!” gritó Diego Rodríguez Torres momentos antes de apuñalar a Ana Balboa y a Álvaro Blanco. No sospechó que pudiesen correr peligro y acto seguido,  según declaró ayer el joven superviviente en el juzgado que instruye el caso, le abrió la puerta  y escuchó “voy a mataros” y, sin tiempo de reacción -no pudo ver lo que Torres llevaba en la mano- Blanco recibió el primer cuchillazo. Tras él iría su novia, que no pudo sobrevivir a los ataques. 

En su declaración ante el juez, Álvaro señaló que no se alertó con la llamada de su primo porque pensó que Torres le venía a decir algo de un coche que tenía aparcado en una cuesta que da acceso a las viviendas, en la que en ocasiones le fallaba el freno de donde estaba aparcado. Tampoco le alarmó que fuese de madrugada, pensó que su vecino podría necesitar algo. 

El crimen de Velle sucedió poco tiempo después de que la joven pareja se mudase a A Batundeira. El acusado era primo de Álvaro y  ambos mantenían una relación cordial antes de que sucediese la tragedia y, el 19 de febrero, los apuñalasen a él y a su novia. Nada se pudo hacer por salvar la  vida de  Ana, pero Álvaro consiguió alertar a su padre antes de perder la conciencia y tanto la Policía como los servicios de emergencias, llegaron a tiempo. 

Ayer Álvaro Blanco recordó los hechos por segunda vez. La primera  lo hizo encamado desde el CHUO, donde pasó semanas dado que las puñaladas afectaron a sus órganos vitales.  En esta ocasión, poco cambió de su primera versión, se ratificó en la práctica totalidad de lo declarado. Volvió a mencionar como, tras recibir las primeras cuchilladas se desplomó  y escuchó a su novia diciendo “¡Déjalo que ya está, déjalo que ya lo mataste!” y pudo ver como se dirigió a agredir a su pareja sentimental y le asestó una cuchillada en el cuello. Tras ello, perdió la consciencia.

Cuando volvió a despertar comenzó a llamar a su pareja pero no obtuvo respuesta, se arrastró por el suelo y consiguió llegar a su dormitorio donde tenía el teléfono móvil. Una vez con el dispositivo  llamó a su padre y le contó que “su primo Diego lo había acuchillado”. En la declaración de ayer afirmó que su padre llegó incluso antes que los policías y que, además, fue su progenitor quien alertó a los agentes y a los servicios sanitarios. 

Desde el hospital también había mencionado que tras colgar el teléfono escribió con su propia sangre el nombre de su agresor “Diego” en el suelo. Explicó que lo hizo por si el mismo no sobreviviese y las personas que llegasen al lugar pudiesen seguir algún tipo de pista. Entonces, volvió a perder la consciencia. 

Lo siguiente que recordó es ver a su padre y a los agentes en su casa a los que, es consciente, no dejó de repetirles  “que había sido Diego, su primo Diego”

Durante el interrogatorio, también se le preguntó por la ropa que llevaba, pero el joven solo dijo recordar que no iba en pijama. Los policías que asistieron el suceso declararon que al entrar en casa de Diego Torres habían encontrado ropa ensangrentada entre sus cosas, hablaban de pantalones vaqueros. También dijeron ver restos de sangre en los brazos de Torres. Ahora quedará determinar el estado mental del presunto homicida, a la espera de que el Imelga realice su informe. 

EL ESTADO DE BLANCO

La letrada de la víctima,  Alejandra González, lo acompañó hoy a declarar y señaló que todavía se encuentra en estado grave. “Difícilmente se puede poner en pie”, dijo. “Aunque aparentemente se encuentre bien, físicamente está muy mal  y psíquicamente peor”, explica. Actualmente se encuentra en tratamiento psicológico y tendrá que volver a quirófano para someterse a más intervenciones quirúrgicas.

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