Trabajar para que otros trabajen

“Nosotros ofrecemos, no convencemos”. Así resume el trabajo del Programa de Acogida y Empleo de Cáritas Ourense, su coordinador, Óscar Diéguez, en declaraciones a este diario. Un proyecto que pretende formar a aquellas personas en situación de precariedad laboral hasta que encuentran un trabajo estable y que, durante el año pasado, logró que unos 400 usuarios hicieran el itinerario laboral completo, de los que 90 encontraron un empleo. Aunque en total trabajan con unas 1.300 o 1.400 personas en Acogida y Empleo, es decir, en la cobertura de las necesidades básicas, sólo unas 400 hacen el itinerario completo de empleo. “Si tengo que convencerte para que te formes y así lograr un trabajo, mal”, asegura Diéguez. El primer paso es la formación a nivel competencial. Les enseñan competencias, habilidades, alfabetización digital y herramientas de búsqueda de empleo. La segunda fase es la formación ocupacional. Para ello, en Cáritas buscan posibles nichos de empleo. “Una de las experiencias más curiosas del año pasado fue colaborar con una empresa de instalaciones eléctricas que no encontraba personal ni siquiera no cualificado y logramos que dos personas se formaran con ellos como aprendices. Si funcionaban bien, tenían la posibilidad de quedarse, Y así fue”, dice, orgulloso, Diéguez. Uno de los afortunados fue el venezolano Erinzon González, que logró su permiso de trabajo, un empleo estable y ganas de seguir aprendiendo. “En el futuro quiero sacarme un ciclo de FP”, planea. Esta experiencia tan positiva con el sector eléctrico quieren trasladarla a la carnicería, el almacenaje, la hostelería o la jardinería. En 2021, Cáritas trabajó con 30 empresas y con 75 empleadores particulares. “Intentamos que ese itinerario se cierre cuando la persona consigue cierta estabilidad laboral, que puede llevarnos seis meses, un año o dos; el tiempo que sea necesario”, calcula. El perfil de las personas que acuden al programa de empleo de Cáritas son más mujeres que hombres, de unos 45 o 50 años, con baja cualificación y que se han visto a apartados del mercado laboral tras 18 o 20 años de cotización en algún sector que ahora ya no los demanda. “Hay casos de gente que viene de la hostelería, se cualificó en atención domiciliaria y ha logrado colocarse”, explica Diéguez. Desafortunadamente, tener un trabajo no implica ser autónomo. “El sueldo mínimo es insuficiente. Es complicado vivir con mil euros al mes si tienes familia. Además, si cobro 500 euros por un trabajo a media jornada, o pago el aquiler o la comida”, asegura. Erinzon González: “Ahora soy electricista y ayudante de cocina” Erinzon González (Caracas, 1979) llegó a Ourense hace tres años huyendo de su país, Venezuela, junto a su madre y sus tres hermanas, y sin permiso de trabajo. El boca oreja de sus compatriotas lo llevó a pedir ayuda a Cáritas, primero asistencial y luego, laboral. Tras dos cursos de formación y meses de prácticas, hoy trabaja como electricista y ayudante de cocina. ¿Cómo era su situación al llegar a españa? Llegué en 2019, antes de la pandemia, con mi madre y mis tres hermanas. Salimos escapando de nuestro país y llegamos aquí sin permiso de trabajo. Dejamos en Venezuela todo lo que habíamos construido y nos quedamos a la deriva. Fue un poco duro. ¿Les acogió alguien? Sí, teníamos unos amigos en Venezuela que eran de Ourense que nos acogieron en un primer momento. ¿Cómo contactaron con Cáritas? Algunos compañeros nos dijeron que en Cáritas nos podían ayudar, dar apoyo y asesorarnos sobre cómo conseguir el permiso de trabajo porque hay convenios con mi país que lo hacen menos complicado. ¿Y cómo les recibieron? Te atienden con cariño y muy educadamente, y se toman muy en serio su trabajo. Primero, acudimos al comedor y al ropero para pedir ayuda, y luego, hice el curso de competencias clave. Conseguí un trabajo a media jornada como ayudante de cocina en el restaurante El Arbolito, pero como es solo los fines de semana, empecé un curso de electricista, aunque empezó la pandemia y no pude terminarlo. En Venezuela estudié ingeniería mecánica, pero no me traje el título. ¿Le ofrecieron prácticas formativas? Sí, sabían que había empezado el curso de electricista y tenían dos vacantes para prácticas formativas de tres meses en una empresa. Las hice en 2021 y aprendí la parte laboral. Me enfrenté a los problemas del día al día de un electricista. Cuando terminé, me ofrecieron un contrato a jornada completa. A mi compañero, también. ¿Lo que más le gusta de su trabajo? Que todos los días aprendes algo nuevo y eso me llena mucho. Quiero sacarme un ciclo de FP. ¿Recomendaría acudir al programa de empleo que gestiona Cáritas? Si la persona tiene el proyecto de salir adelante, es una buena opción. ¿Sus hermanas encontraron trabajo? Sí, una como dependienta y las otras dos, en Adolfo Domínguez. Mi madre está feliz.