Un trabajo para sobrevivir

Samuel Kofi Heison, de 24 años y procedente de Ghana, llegó a España "hace siete años, en una patera". Su padre había muerto y le había dejado a cargo de un hermano y una hermana, y de su madre. Vino, como muchos otros, con el objetivo de conseguir dinero para que su familia tuviese un futuro más prometedor que el suyo -"yo no pude ir a la escuela", señala-. Su periplo por Galicia se inició en Pontevedra, para pasar después a Sobrado do Bispo y Ourense. Se formó como encofrador y cursó también estudios de carpintería metálica, que le sirvieron para "trabajar de soldador cuatro años, aunque ahora estoy buscando trabajo, pero es difícil por la crisis de la construcción". Con el dinero ganado "le he estado pagando la escuela a mi hermana, pero si no consigo un trabajo pronto, tendrá que esperar para continuar los estudios", explica.

Aquilino Areal, procedente de Guinea, no pierde la sonrisa a pesar de encontrarse en el paro y tener un hijo en Portugal "al que le pago los estudios mientras pueda". Aquilino llegó a España en 2010, "a través de una empresa portuguesa que me contrató para las obras del AVE. Después volvería a Portugal hasta que le llamaron de un sindicato "para trabajar en una granja en A Manchica, pero cobraba muy poco y dormía en la cocina, tuve que dejarlo". Ahora está inscrito en el Servicio Público de Empleo "para trabajar y para formarme", explica.

Además del niño que vive en Portugal, este guineano mantiene a una familia de cuatro miembros en su país natal. "Cuando no trabajo ni cobro, tienen que aguantar", señala. El objetivo es "seguir trabajando hasta que mi hijo pueda hacerlo por su cuenta" y entonces regresará a Guinea, "donde tengo una casa", en la que aspira a retirarse si la suerte le acompaña.

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