REPORTAJE - DÍA DE LA MUJER

Tres décadas de cambios

Mayte Gómez y Alba Ortega
photo_camera Mayte Gómez y Alba Ortega, madre e hija, posan en el salón de su casa.

Entre la juventud de Mayte Gómez y de su hija, Alba Ortega, transcurrieron solo 30 años, suficientes para vivir su vida de modo "muy distinta". Juntas reflexionan en clave femenino sobre los cambios sociales, días antes de la celebración del Día de la Mujer

Muchas mujeres de mi época no estudiábamos porque claro, para qué, si estábamos obligadas a formar una familia y dedicarnos a ella toda la vida, nos decían que lo importante era buscar a un hombre que nos mantuviese", asegura Mayte Gómez (Ourense, 1963). Entre su juventud, en los 80, y la de su hija Alba Ortega (Ourense, 1993), distan 30 años de cambios sociales respecto a la mujer. Pero "falta mucho por avanzar" y por eso, este viernes, Día de la Mujer, las calles volverán a escuchar las reivindicaciones feministas.

En su caso, Ortega estudió una carrera y un máster y en su casa nadie le ha dicho que tiene que buscarse un marido. "Cada una tiene que decidir qué quiere y cuáles son sus prioridades, quizás quieras tener una familia el día de mañana, o no", señala su madre. Sin embargo, Ortega sí habla de una cierta "presión social": "Lo veo en las mujeres de mi familia que se acercan a la cuarentena solteras y sin hijos, veo cómo se las trata con cierta pena y cómo los hombres de esa edad son solteros 'de oro', nos lo han inculcado tanto que sigue en nuestra cabeza". Ambas comparten la opinión de que destruir este tipo de ideas necesita de la pata educativa y la familiar. "Tienen que darse cambios sociales que calen en el sistema y en las personas, y por desgracia creo que eso va a llevar un tiempo", comenta Ortega. 


"Queda mucho"


En las últimas décadas, temas como la violencia de género o el derecho al aborto han saltado a la palestra pública para tomar forma de leyes, pero "queda mucho" por delante, según aseguran. "Se han conseguido muchas cosas a base de lucharlas muchos años: antes a la violencia de género no se la llamaba, no existía, era algo normal e incluso avalado por el entorno", explica Gómez. Su hija, al otro lado la mesa, contesta: "Pero aunque los jóvenes estamos informados, hoy en día siguen repitiéndose esos patrones de maltrato físico y psicológico". Ambas se quedan en silencio. "Las mujeres tienen que decir que no, hay ciertas actitudes que no se pueden permitir, y los hombres de ciertas generaciones no van a cambiar nunca", comenta la madre. 


"Nos dicen que no tenemos fuerza física y lo creemos"


Madre e hija reflexionan sobre diferentes ideas preconcebidas sobre hombres y mujeres. "Nos dicen que no tenemos fuerza física y lo creemos, no es cierto, he visto a chicas levantar más peso que los hombres en el gimnasio, nos lo inculcan desde pequeñas y ni siquiera lo intentamos", asegura Ortega.

Por su parte, Gómez asegura que en diferentes trabajos que ha realizado, de producción en cadena, era común que a las mujeres se las pusiese "en duda": "Nosotras estábamos dos días a prueba para ver si podíamos manejar los palés, y ellos entraban directamente en la empresa". Una y otra defienden la necesidad de "romper" estereotipos. "¿Por qué te imaginas a una mujer si hablas de gimnasia rítmica y no a un hombre? Porque nos han convencido de que es algo femenino", señala la más joven. "Las mujeres pedimos que nos traten como a iguales, nada más que eso", dice su madre.

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