REPORTAJE

Vales del súper para poder comer

El reparto se realiza en el domicilio. En la foto, la expareja de una de las beneficiarias recoge la hoja de pedido (MARTIÑO PINAL).
photo_camera El reparto se realiza en el domicilio. En la foto, la expareja de una de las beneficiarias recoge la hoja de pedido (MARTIÑO PINAL).
La petición de ayudas a Cruz Roja Ourense desborda a la entidad humanitaria: pasó de entregar 90 peticiones antes de la pandemia sanitaria a 700 al mes. La crisis económica está golpeando a las clases medias por la destrucción del empleo

La crisis sanitaria está dando paso a una pandemia social con una curva que, lejos de aplanarse, se dispara hacia arriba como un cohete. La pobreza también es un virus muy contagioso cuando falta el trabajo. El confinamiento por el estado de alarma está dejando muchos damnificados por el camino tras quedar en el paro a mediados de marzo.

Inmigrantes, muchos de ellos venezolanos, que han perdido empleos que no les permitían un colchón económico; unidades familiares con todos sus miembros afectados por un ERTE; madres con hijos empujadas a llamar a la puerta de la caridad...  forman parte de la España que sangra, en palabras de  la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.  Pero algunos ya se desangran y deben recurrir a entidades sociales y oenegés para poder comer.

Ourense 17/4/20Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz rojaFotos Martiño Pinal

Cruz Roja Ourense está con ellos desde el primer momento. Ha pasado de las 90 peticiones de ayudas en un mes ordinario a las 700 (desde el 25 de marzo), con un incremento del 677%, casi siete veces más. El 90% están destinadas a alimentación . 

Nancy González (65 años) ha visto como las horas que invertía en hogares ajenos, limpiando casas o llevando a niños al colegio, se han fulminado justo cuando comenzaba a respirar después de unos años complicados para abrirse camino en la ciudad. "Justo ahora empezaba a estar mejor porque tenía tres empleos", cuenta. La hoja de pedido -a la entidad no le gusta la palabra "vale"- le permitirá comer este mes, aunque el alquiler -una habitación en un piso compartido de As Lagoas- ya será otro cantar.

Ourense 17/4/20Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz rojaFotos Martiño Pinal

 Hasta 25 vales diarios, de 50 euros cada uno, canjeables por comida en el Froiz, son los que se reparten en la ciudad . Permiten la compra de una sola vez productos de primera necesidad o higiene que se consensúan previamente. "No puedes  adquirir alcohol o marisco", aclara María Martínez, responsable del área de Inclusión de Cruz Roja. Con este sistema, añade, "evitamos estigmatizar a los beneficiarios. No tienen que acudir a un  punto físico para las recogidas, y hacen sus compras como el resto de ciudadanos en el súper del barrio, mostrando la hoja de pedido. Intentamos que sea una ayuda lo más normalizada posible y se adapte a las necesidades de cada uno". 

Dar el paso de llamar a la puerta de la caridad no siempre es fácil y algunos lo hacen al límite -explica María Martínez-, "cuando les queda un cartón de leche en la nevera". 

Ourense 17/4/20Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz rojaFotos Martiño Pinal

Yolanda Arqués (44 años) superó el pudor a bocajarro cuando quedó sin empleo en el hotel en el que estaba trabajando como camarera de piso limpiando habitaciones desde el verano de 2018. "Tengo un hijo de seis años al que tengo que dar de comer y, si hace falta, salgo a pedir por las casas para que no pase hambre", asegura. No llega a fin de mes tras juntar todos los recibos y llama a todas las puertas que puede. La iglesia de La Milagrosa le da alimentos no perecederos de vez en cuando. Acaba de conseguir patatas y manzanas y lo cuenta satisfecha.

Esta crisis está golpeando a aquellos con empleos precarios y, por tanto más vulnerables, pero también a las clases medias que viven al día. Francisca Belén Infante (41 años) tenía ingresos para vivir aceptablemente tras 11 años en Ourense "trabajando sin parar". En esta última época, en la ayuda a domicilio, por las mañanas,  y en la hostelería, por las tardes. Hasta le daba para enviar algo de dinero a su hijo, en República Dominicana.

Ourense 17/4/20
Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz roja

Fotos Martiño Pinal

El tsunami del COVID-19 la ha dejado con 30 horas al mes, lo justo para pagar la renta de 430 euros del piso que ocupa con su hija adolescente en Valle Inclán, y poco más. "Me he quedado con una media jornada porque muchos usuarios, que son mayores, se dieron de baja o se fueron con sus hijos, y el bar cerró", relata.

A Fernando Daluz y su familia le ocurre algo similar. Viven todos juntos, tres generaciones, seis personas, en un piso de Faustino Míguez Santalices.  Pasaron de estar todos trabajando, a excepción de la abuela Concha, de 92 años, a verse sin empleo por culpa de los ERTE  de sus respectivas empresas, relacionadas con el sector de la alimentación. En marzo cobró 16 días -436 euros-.

Fernando, quien era asistente social en Venezuela, echa mano de los ahorros, pero tiene claro que no regresaría a su país de origen.  "Eso sí que no, allí me hicieron la vida imposible", aclara. Y por mal que vengan los próximos meses, "para atrás, ni para coger impuso". 

Ourense 17/4/20
Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz roja

Fotos Martiño Pinal


“Hacer milagros es hacer pequeñas cosas por otros"

La entidad cuenta con un ejército de voluntarios, curiosamente algunos de ellos en paro o incluso beneficiarios de ayudas (Nancy González y Fernando Daluz). Se organizan a las nueve de la mañana en la sede de Cruz Roja en la calle Díaz de la Banda para acudir a las casas y entregar los vales o los comestibles no perecederos que les llegan a través de donaciones de empresas. No acaban hasta el mediodía y recorren de punta a punta toda la ciudad. La necesidad no entiende de barrios.

La declaración del estado de alarma ha animado a muchas personas a dar el paso de hacerse voluntario

El coronavirus despertó el espíritu solidario de los nuevos "fichajes", personas con perfiles muy diversos pero unidos por el bien común. A Esteban Cuesta y Claudia Rodríguez les separan 42 años pero les une la misma inquietud: "La preocupación por los demás".

Ourense 17/4/20
Reportaje de reparto de alimentos en domicilios por la cruz roja

Fotos Martiño Pinal

A Cuesta (60 años) el COVID-19 le ha obligado a cerrar su empresa -no quiere decir cuál- y pensó que era el momento de no quedarse quieto. "No tenía nada qué hacer y me producía ansiedad; me aburría en casa y solo aplaudir a las ocho de la tarde era muy poco para ayudar a los demás", explica en el portal en  que acaba de hacer una entrega del vale, un lote de agua de Sousas y productos de Coren.

Su contribución la traslada a un campo de fútbol en el que "todos jugamos". Desde que está en Cruz Roja se dio cuenta que "hacer milagros es hacer pequeñas cosas".

Su compañera de tarea, Claudia, es uno de los jóvenes fichajes. El parón de la Universidad le dejó espacio para el voluntariado y reflexionar, ya de paso, si debía seguir con sus estudios de Geografía e Historia.

Cree que el paso de acercarse a la sede de Cruz Roja es algo más vocacional que sus estudios. Está pensando en presentarse de nuevo a la Selectividad para subir nota y ampliar opciones de carreras. "Desde pequeña siempre acompañé a mi madre a llevar pienso y mantas a los animales de Progape o a llevar ropa a Cáritas", explica. 

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