CRÓNICA

“A veces es mejor una retirada a tiempo"

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photo_camera Una de las joyerías estrella de la rúa Santo Domingo, que echa el cierre el 30 de septiembre. (M.A.)
El goteo de cierres sigue y detrás de cada uno se esconden pequeños dramas humanos. Trabajadoras que tendrán que ingresar las listas del paro o emprendedores que se van hastiados con los pocos apoyos. Nada cambia.

A veces es mejor una retirada a tiempo". Lo dice Lola López, dependiente de la joyería Gómez Álvarez, que ocupa uno de los grandes locales de la rúa Santo Domingo, y que a partir del 30 de septiembre cerrará sus puertas. Es otro de los ya célebres negocios que se van, y que dejarán, una de las calles más céntricas  un poco más vacía. "Es sorprendente que esto esté pasando en Santo Domingo, la Paz, calles céntricas... Si ahí la cosa no funciona, imagina los barrios", apunta Luis Rivera, presidente de Ourense Centro. 

Dejar un local de siempre, de toda la vida, no es fácil. "Soy consciente de que cuando salga de aquí no voy a encontrar un trabajo como este que las condiciones, a todos los niveles, compañerismo, trato familiar, comodidad, la cercanía al cliente... Da mucha pena", dice López. "La gente no está siendo consciente del daño que está haciendo internet. Cada vez somos más cómodos...", añade. 

No todo son malas noticias, que las hay a borbotones, pero la rúa Santo Domingo preocupa cada vez más. La joyería Espino ya cerró las puertas, el local de Coach lleva meses con la persiana bajada, y el otrora pub de moda, La Posada de los Monjes, sigue con el cartel de "se alquila". Al lado, este año eché el cierre David, y una nueva aventura empresarial –Eklipss–, apenas duró un mes, y ya ha vuelto a cerrar. Entre medias, buenas noticias, como la nueva papelería abierta en Santo Domingo o la resurrección de Maricastaña. 

"No encontraré un trabajo como este", dicen tras el mostrador de una joyería que se va

La rúa Cardenal Quiroga, que conecta Paseo y la propia Santo Domingo, ha ido perdiendo peones desde el inicio del verano y parece casi un solar vacío de negocios. La zapatería Para2 cesó su actividad en julio, poco después de que dijese adiós una de las cervecerías más míticas de la ciudad, The Irish Clan, justo enfrente, tras el traslado de la dueña al extranjero. Apenas queda vida comercial en esa céntrica calle. 

La Paz va por el mismo camino. La preocupación va en aumento, "parece un efecto dominó", comentan los comerciantes. El resurgir de hace unos años parece ahora un espejismo. A los adioses de Bustok, Café Bohemio, Quecos... se unió la pasada semana Damajuana, mientras que ayer mismo colocaba el cartel de liquidación por cierre Cientosiete, negocio de ropa. "¡Mira, otro que ya no está!, comentaba con resignación a la mujer que lo acompaña un viandante que curiosea en la puerta del que acaba de cerrar. La mitad de los locales de la calle, a apenas 100 metros de la Praza Maior, están ya desiertos. "No va a quedar nadie. El sistema está para los poderosos, los alquileres son altos. Cuando pones los elementos en la balanza... Era una decisión que venía madurándose los últimos meses. en vez de facilitar y crear industria, solo llegan franquicias...", dice Eduardo Míguez, de Cientosiete.

Una de las perpendiculares, la rúa San Miguel, perdió efectivos los últimos meses, aunque uno de los locales que quedó vacío en mayo se acaba de ocupar con un restaurante asiático. Son pocos casos, como el de la "próxima reapertura" que ya se avanza en el escaparate del mítico Pablo Enrique, en Bedoya, oasis en un desierto comercial ya demasiado extenso. 

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