El vecino que la auxilió: "Cuando él me llamó, creyó que ella estaba muerta"

A Pérez Losada le extrañó la actitud de Aniceto.

La reconstrucción de la agresión en Pazos fue seguida de lejos -el cordón policial cortó la calle- por los vecinos de la localidad verinense, quienes recibieron a Aniceto Rodríguez entre gritos de "asesino". Entre los espectadores estaba Eduardo Pérez Losada "Perreras", el vecino de enfrente a quien el investigado acudió para que diera fe que los ladrones habían matado a Isabel. "Ya estaba en la cama y, sobre las doce y pico de la noche, vino a mi casa para decirme: '¡Perreras, Perreras, que me  mataron a la Isabel!". Este último entró en la vivienda y, según dice, ejerció presión sobre el abdomen de la víctima, quien estaba en el suelo en medio de un charco de sangre. La mujer respondió a la palpación con un gemido, lo que enseguida llevó al vecino, tal como relata, "a llamar a la ambulancia y a la Guardia Civil porque me di cuenta de que aún vivía". 

A Pérez Losada le extrañó la actitud de Aniceto. "Estaba en bata de casa y no entró al lugar en el que estaba tirada en el suelo, se quedó fuera en todo momento, cuando lo lógico sería intentar socorrerla", dice.

Precisamente, el encausado, en la carta de despedida que escribió antes del posterior asesinato consumado, culpó a su vecino de los acontecimientos posteriores ("O Perreras tivo a culpa de todo por dicir á Guardia Civil todo o revés"). En esa carta, en la que culpaba a otros de lo sucedido en Pazos, sostiene que mata a su esposa porque sufre: "Non te podo ver así como estás", expresando su deseo de que sean incinerados juntos.

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