SOCIEDAD

Los vecinos de San Francisco, indefensos ante el botellón

Los afectados cargan contra Concello y Policía Local tras otra noche de juerga alcohólica en su barrio 

La madrugada del día del Pilar fue, para muchos vecinos del barrio de San Francisco, una auténtica pesadilla.

El entorno de la praza da Estrela volvió a convertirse en el epicentro del botellón ourensano desde primeras horas de la noche del jueves. "En las últimas semanas ya se veía más ambiente en la zona, pero eran grupos aislados, nada comparado a lo de ayer (jueves)", señala una afectada. Si hace unas semanas eran los vecinos de la praza do Trigo los que se quejaban del ruido y del barullo, ahora la pelota está en otro tejado. "Claro, primero lo sacan de allí abajo y ahora nos lo meten a nosotros en San Francisco", comenta otro vecino.

¿Y la Policía? "Aquí no apareció nadie, y llamamos sobre la una y cuarto. El agente que me cogió dijo que sí, que ya lo sabían, que pasaban el recado para que viniese alguien. A las tres de la mañana todavía seguía la fiesta en la plaza", explica una pareja del número 52 de Emilia Pardo Bazán. "Es una vergüenza que pasen así de nosotros. Y el Concello... tampoco mueve un dedo", añaden.

"Empiezan a beber, empiezan a gritar, a tirar vasos, a tirar botellas... y allí no aparece nadie", explica un vecino del mismo bloque. "Es tan sencillo como que la Local de un paseo por la plaza entre las doce y las doce y media que sea evasivo", apunta.

Escaleras, plaza, soportales e incluso los bancos del mirador: todo vale. El jaleo se puede escuchar desde los bloques de la rúa San Francisco y desde Emilia Pardo Bazán. "Llevo muchos años viviendo aquí y estamos acostumbrados a que ciertos días nos pongan orquestas, pero son cosas puntuales, esto se está convirtiendo en un hábito", añade.


"Mi hija pequeña no puede dormir porque sus ventanas dan a la plaza"


"En estos bloques vive muchísima gente a la que está afectando el botellón", explica un vecino. La "fiesta" empieza a cocerse hacia las doce de la noche, cuando llegan las primeras pandillas, bolsas en mano, preparadas para beber durante horas. Hasta casi las cuatro, el cauce de gente no para ni un momento y el ruido aumenta cada hora.

"Yo tengo dos hijos pequeños y mi hija no puede dormir porque sus ventanas dan directamente a la plaza", denuncia un afectado. Para aquellos que tienen que madrugar al día siguiente, la situación es insostenible. El descanso de los vecinos se vuelve cada vez más difícil, a medida que las semanas pasan y más ourensanos se dan cita en la Praza da Estrela para empezar sus noches. Los vecinos exigen una solución al Concello, distinta de dispersar la concentración y moverla de barrio.

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